Lunes 22 de abril 2024

Nostalgias de un río

Redacción 11/07/2018 - 14.30.hs

Andrea M. D’Atri *

 

Una mañana entera con Sara, mate de por medio, conversando sobre la vida, es un recreo esperado. El motivo que nos reúne se llama Nostalgias y trata sobre su primer libro de poemas, editado de manera casera en Creativo, una imprenta de Santa Isabel.
Sara de Ugalde es nacida en General Alvear, al sur de Mendoza. Porta un nombre que suena familiar a quienes leen sobre los ríos en La Pampa o sobre los problemas ante la falta de agua del río Atuel en el Oeste de la provincia. Es que su abuelo fue quien puso un freno –el tapón de Ugalde- al curso del río en el límite entre las dos provincias –cerca de lo que se denomina Los Vinchuqueros del lado pampeano-, para poder usar el recurso natural y regar lo que entonces era una chacra tan fértil que daba melones, sandías, maíces y otros cultivos.
Ahora Sara se anima y muestra sus escritos. Ha presentado –con humildad, porque le interesa “llegar con palabras sencillas”- los veintisiete poemas de Nostalgias en la feria del libro de la Secretaría de Cultura y también en Santa Isabel. Ya está preparando un segundo libro.

 

Experiencias.
Sara escribe desde muy chica, cuando iba a la secundaria en la localidad de Victorica. “Escribo sobre experiencias de vida”, dice, pero también diferencia “etapas”, como cuando “al principio había más imaginación”, y este tiempo, que la inspiran “vivencias de estos años”.
Con períodos salteados, Sara vivió en el campo y se nota que al rememorar esos momentos, no hace falta una traducción de la expresión, porque el paisaje y la naturaleza emanan del relato y, en este caso, se dibujan en las letras de su poesía.
“El viento bardino trae aromas/. A jarillas frescas, perfume a tomillo. / Bajando las bardas un paisaje nuevo/ confunden los verdes/ De los tamarindos por/ el gran atuel./ Paisaje bardino/ Que habitó mi abuelo”. Es un fragmento del poema Paisaje Bardino, donde ya se vislumbra que el silencio, el viento, los olores de la tierra, la tierra como ese lugar propio que ata, son temas recurrentes en la poesía de Sara de Ugalde.

 

Los hijos, la memoria.
Durante cuatro años Sara debió mudarse a vivir al centro de la ciudad de Buenos Aires. Sus cinco hijos eran muy chicos. Hoy siente que fue un tiempo difícil de su vida, porque sufrió tremendamente la falta del lugar propio, el que uno quiere y siente.
En la contratapa del libro, se lee: “Este libro refleja vivencias y recuerdos de lugares y personas del oeste pampeano que marcaron mi vida”.
Nostalgias está dedica a los hijos y a la memoria del padre de Sara: Jacinto de Ugalde.
El libro, con una segunda edición en pocos meses, contiene veintisiete poemas breves. Algunos se refieren a los afectos y están escritos al padre, a los hijos o al amor. Otros, los que condensan la emotividad de manera más sentida, son los poemas donde la tierra, la naturaleza y el paisaje muestran ese lugar donde Sara ha caminado y vivido, donde ha soñado.

 

El río.
Con respecto al río y la lucha por su recuperación, Sara es elocuente: “Yo he vivido a la orilla del río. Yo reclamo, pero es un reclamo de otra manera con mi poesía, y además nosotros estamos hermanados con Alvear, en Santa Isabel la mayoría son gente de Alvear... Tengo un poema dedicado a un tío mío de allá que se llama Vendimiador... Pero el río, a quien no le gusta que venga el agua del río, por la flora y la fauna, es re lindo, pero el tema es que a veces vos vivís al lado -gracias a dios nunca se nos inundó la casa-, pero sí tenemos gente vecina que cuando viene un caudal constante le quita todos los corrales, viene el agua y tienen que hacerlo de nuevo”.
El poema Nostalgias de un río trae el recuerdo de la infancia, del padre cruzando el río con ella a cuestas; “el agua helada”.
Dice Sara: “En esa época al río lo pasaban con carros, compraban lana y atravesaban el río, era bravísimo y ya se desparramaba. Mi abuelo en su momento tenía muchas ovejas, vendían a Buenos Aires, a Europa estaba muy bien económicamente y se compraron uno de lo primeros autos en Alvear, y mi papá dice que de Alvear al campo tardaban quince días, que más o menos hay 150 km. Porque ya en ese tiempo estaban Los Bañados (del Atuel) y para llegar al campo a veces llegaban a algunos lugares donde se quedaban encajados los carros, así que tenían que esperar que sacaran los carros para pasar ellos”.

 

Pampa

 

La pampa nos habla
Con la voz del viento
Su grito es profundo
Lastima la tierra reseca.
El viento del sur
Murmulla a su paso
El canto templado
De viejas bordonas
La pampa nos habla
Con su idioma propio
Y su voz sonora
Se hace eco en el tiempo
Cual bello remanso
Recorriendo el llano.

 

Nostalgias de un río

 

Cuando cae la tarde
El silencio se apodera de todos
Los aromas del campo
Camino descalza el cause del río seco
Y añoro el murmullo
Del agua acariciando a su paso
Raíces de viejos tamarindos,
Los recuerdos acuden a mi mente y me llevan
A mi infancia cruzando nuestro río
Aferrada al firme brazo de mi padre.
Atuel... parte de mi tierra propio de esta pampa
Que la mano del hombre
Cambio su destino
Atuel... hoy solo puedo
Descubrirte dibujado en
Un mapa o en tu cause
Arenoso, olvidado y solitario.

 

Son los primeros pasos en una escritura que busca decir para otros y otras, así como es Sara, que busca el viento y quiere el silencio, que es ella cuando pisa su propia tierra.

 

* Redacción de La Arena

 

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