Domingo 24 de marzo 2024

Un siglo del Septeto Habanero

Redacción Avances 28/02/2021 - 09.02.hs


En 1920 nació en La Habana un sexteto –al que luego se le sumó un músico– que interpretó un género musical bailable conocido como son. Actualmente, el Septeto Habanero continúa compartiendo sus tradicionales canciones.

 

Jorge Petinaud Martínez *

 

La cultura cubana registró un hito cuando en los albores de 1920 un grupo de músicos concibieron en un local de la calle Lealtad, entre Zanja y Dragones, hoy Centro Habana, la idea de formar un sexteto para interpretar el género musical bailable conocido como son.
Nació así el Sexteto Habanero, en cuya primera fotografía aparecen Guillermo Castillo (guitarra y director), Carlos Godínez (tres), Gerardo Martínez (voz prima y claves), Antonio Bacallao (botija), Oscar Sotolongo (bongó) y Felipe Nery Cabrera (maracas).
Aquellos seis innovadores musicales de raigambre popular conquistaron muy pronto la admiración, primero de los bailadores en la capital, y tras la irrupción de la radio en Cuba, en agosto de 1922, su fama y aceptación se extendió a todo el país.
Tal fue el éxito de la agrupación, que pese a los prejuicios raciales y de clases de entonces, los más importantes salones capitalinos reclamaron su presencia, para lo cual se hizo necesario en 1924 un cambio en la imagen con la sustitución de la botija por el contrabajo y el establecimiento de una elegante vestimenta uniforme para todo el colectivo, con lo que el Sexteto Habanero se convirtió en la primera agrupación de sones que se profesionalizó e impuso esta tradición de vestuario en Cuba.

 

Profesionales del son.
De igual forma, en 1925, los integrantes del Habanero ganaron el 23 de mayo de 1925 con la obra “Tres lindas cubanas”, de Guillermo Castillo, el Concurso Nacional de Son, y ese mismo año fueron los primeros músicos del mundo que grabaron una obra de este género para la RCA Víctor (“La maldita timidez”, de Carlos Valdés Brito).
Aparecieron, asimismo, en una de las primeras películas sonoras del planeta, “El Puerto del Infierno”, para lo cual viajaron a Tampa, Estados Unidos, en 1929, y resultaron también los pioneros en realizar una grabación con un cornetín, tras convertirse en Septeto Habanero en 1927, al incorporar al trompetista Enrique Hernández Urrutia, sustituido posteriormente por Félix Chappottín.
Comercializados por la RCA Víctor en todo el continente americano y el resto del mundo, registros fonográficos del Habanero marcaron desde la década de 1920 el inicio del reinado del son, a tal punto que el gran compositor Ernesto Lecuona escribió para esta agrupación obras como “Se fue”, “Andar, andar” y “Por un beso de tu boca”.
“A la Loma de Belén”, “Cabo de la Guardia”, “Mujeres no se Duerman”, “Las Cuatro Palomas”, “Papá Montero” y otros cantos que eran la base del repertorio del Sexteto, se hicieron populares en un día.
“De tal forma, el Habanero devino escuela de soneros, y en distintas etapas figuraron en la agrupación relevantes músicos como José Interián, Manolo Furé (directores), Abelardo Barroso, Panchito Riset, Arsenio Rodríguez, Agustín Gutiérrez, Cheo Marquetti, Laíto Sureda, Alfredo ‘Chocolate’ Armenteros, Vicentico Valdés y José Artemio Castañeda (Maracaibo), entre otros”, explicó a Cuba Internacional en exclusiva Jaime Gracián Hernández, actual director artístico del grupo.
Gracián destacó que en estos 100 años merece una referencia aparte Germán Pedro Ibáñez, compositor, cantante, guitarrista y arreglista, quien fue su director musical por más de cuatro décadas (1964-2007). “A él dedicamos el disco producido por el sello Colibrí con motivo de nuestro centenario, el cual no hemos podido presentar por la pandemia de Covid-19”, explicó.
También mencionó entre los aportes de Ibáñez el rescate en 1983 del formato original de la agrupación, que a partir de la década de 1940 se había convertido en el conjunto Típico Habanero.
“La llegada de Pedrito Ibáñez marcó un antes y un después, asimismo, porque fue el artista que mantuvo y revitalizó el repertorio original, muchos de los temas que inicialmente se dieron a conocer a principios de la década del 20 no fueron concebidos con la trompeta, instrumento que en sus inicios no tuvo el sexteto hasta 1927”, subrayó.
Según el entrevistado, como arreglista y director del ensamble, Ibáñez rescató el repertorio de los tiempos originarios, les puso mambos o intervenciones del instrumento de viento metal entre un coro y otro y lo incrementó con temas de su autoría.
Gracias a esta labor, a 100 años de su fundación, el Septeto Habanero deleita a los bailadores con la contemporaneidad y la fidelidad a la tradición de éxitos como “El orgullo de los soneros”, “Revive la ilusión”, “Eres mimosa”, “Desde el día en que te vi”, “La Casa de Chavaleta” y “Alerta a los bailadores” entre otros, concluyó Gracián.

 

  • Prensa Latina
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