Miércoles 27 de marzo 2024

Una década encerrada

Redacción 02/04/2017 - 00.15.hs

Francisco Bompadre * - La uruguaya Charo Noemí Moreno Carrese fue detenida en 1975 en Argentina "por razones políticas". Las 140 cartas que pudo escribir y hacer llegar a su familia, donde relata momentos de su situación, fueron compilados en la publicación que ahora se comenta.
Charo Noemí Moreno Carrese nació en la ciudad de Montevideo el 23 de marzo del año 1956. Desde adolescente militó en política en la escuela secundaria, hasta que la dictadura militar que en junio de 1973 tomó el poder en el Uruguay la llevó a exiliarse en Argentina, donde sería detenida en noviembre de 1975 junto a su novio, amigos y compañeros.
Luego de unos días en los centros clandestinos de detención "Proto Banco", brigadas de Quilmes y brigada de Avellaneda llegó como presa "oficializada" a la cárcel de Olmos. De allí pasó a Devoto y algunos años después a la prisión de Ezeiza, hasta que recuperó la libertad el día 20 de agosto del año 1984, casi 9 meses después de la recuperación democrática.
Charo Moreno estaba embarazada de 4 meses y tenía sólo 19 años de edad cuando fue detenida "por razones políticas" en nuestro país.
Durante los 9 años que estuvo en prisión, escribió alrededor de 140 cartas a su familia y amigos que vivían en el Uruguay. A través de la correspondencia -guardada por su madre y publicada recientemente en formato de libro- podemos registrar cómo era la vida cotidiana de las presas políticas por aquellos años en las cárceles de Olmos, Devoto y Ezeiza. Es un registro único, posibilitado por la acción materna de guardar las cartas escritas por esa adolescente que va madurando de golpe por las condiciones y circunstancias de la vida carcelaria. Las cartas que se escribían desde la cárcel eran, por supuesto, leídas -y algunas de ellas censuradas- por las autoridades penitenciarias.

 

Cartas esperanzadas.
La lectura de las cartas muestra no sólo las ideas, sino también los sentimientos y esperanzas de una joven militante uruguaya presa en Argentina. Algunos análisis son extremadamente simplificadores, y en otros casos, demasiados optimistas, consecuencia quizás de la particular situación de encierro que sufría Charo Moreno. A lo largo de las cartas describe en detalle la situación diaria, las actividades, las comidas que reciben, los horarios que regulan su estadía, los recreos en el patio, los obstáculos cotidianos a los que se enfrentan, las partidas, traslados y salidas en libertad de las compañeras detenidas, la situación política y judicial, el mundial de fútbol de 1978, la guerra de Malvinas, el arribo del Papa al país, los festejos con baile y cantos en los cumpleaños y en las fiestas de fin de año, las obras de teatro que montan y las competencias deportivas que se realizan dentro de la cárcel.
En medio de todo esto, además, debió lidiar con el embarazo, el nacimiento y la posterior salida de la cárcel de Andrés, su bebé que a los 6 meses de vida debió abandonar en manos de su abuela, la cárcel argentina, y por ende, también a su joven madre. Las cartas mantienen la escritura y aún los errores de ortografía con que fueron redactadas, lo que nos permite acceder a un clima más íntimo en la vida de las presas políticas que se reflejaron en el papel. Debemos tener bien presente, que para los presos políticos las cartas significaban un medio privilegiado de contacto con el afuera de la cárcel, más aún en el caso de presos extranjeros que no tenían familiares en el país. Por otro lado, las cartas en el contexto del encierro carcelario, se vuelven una especie de bien social que es leída, compartida y -a veces- hasta discutida por las compañeras de celda. Sin radios, televisores o teléfonos y leyendo sólo diarios viejos, las cartas se volvieron un medio fundamental para los detenidos durante la dictadura.

 

En la Brigada.
La primera carta que Charo Moreno -ya detenida-le escribe a su madre desde la Brigada de Avellaneda, da cuenta de las condiciones de detención, los compañeros de celda, las actividades que realizan, el tipo de comidas que les brindan, los libros que leen, los horarios que regulan la vida de la celda y alguna información de la causa judicial y las hipótesis sobre cómo podría resolverse. No faltan los pedidos varios que, como todo preso, realiza detalladamente y que con el correr de los años se ampliarían a medicamentos, ropa, cigarrillos, equipo de mate, fotografías, libros, revistas, hojas, lapiceras, estampillas, lana, etc. También le comenta algunos párrafos sobre el embarazo y la situación que atraviesa la pareja, que se ve obligada a estar separada en ese momento de vital significación para los futuros padres.
Una vez trasladada a la cárcel de Olmos, en la provincia de Buenos Aires, las primeras cartas de enero y febrero de 1976 tiene como tema central el embarazo (con fecha para abril de ese mismo año), la ropa que Charo le va juntado para cuando nazca, la que ella misma le está tejiendo, el aumento de peso a causa del embarazo y los ejercicios que realiza para mantenerse saludable. También queda lugar para comentar la aceptación que tienen en la cárcel los productos uruguayos enviados por su madre: la yerba, el cuero (para realizar artesanías) y los cigarrillos. E incluso, tampoco falta la referencia al grupo de presas uruguayas que están detenidas en la misma cárcel.

 

Andrés.
"Una de las cartas más emotivas es la del 22 de abril, en la que Charo le avisa a su madre que acaba de romper bolsa y se encuentra internada en la sanidad de la cárcel. A los 2 días retoma la redacción de la misma carta para contarle sobre el nacimiento de su hijo Andrés, cómo estuvo el parto, el peso del niño, cuánto duerme y come, y sobre el estado de felicidad en que se encuentra en esos momentos, a pesar de que está presa y alejada de todos sus afectos. Las cartas sucesivas dan cuenta del crecimiento del niño, las actividades normales de la cárcel, las diferentes visitas que los presos pueden recibir, la partida de Andrés de la cárcel hacia Uruguay, los familiares y las cercanías de las fiestas. Tampoco está ausente la grave situación económica general, tanto del Uruguay como de la Argentina.

 

Desde Devoto.
La primera carta que Charo Moreno envía desde la cárcel de Devoto es del 1° enero del año 1977, y se trata de la prisión en la que pasaría la mayor parte de sus 9 años de detención. La dictadura militar había juntado a casi todas las presas políticas de las prisiones argentinas en la cárcel de Devoto, ubicada en un barrio acomodado de la ciudad de Buenos Aires, de fácil acceso y que se podía "mostrar" a los organismos internacionales, de Derechos Humanos o a la Cruz Roja Internacional: una especie de "vidriera carcelaria". En una de las últimas cartas desde esta cárcel -del 7 de febrero de 1983- le cuenta a su madre que la relación con Julio, su pareja, está muy desgastada y que él ya estaba en libertad residiendo en el Brasil.
En carta del 10 de noviembre de 1983, -desde la cárcel de Ezeiza- Charo le cuenta a su madre la inmensa alegría que tiene con motivo de las elecciones en Argentina: "Las juventudes de los distintos partidos traspasan las banderas partidarias, y son las que más claro tienen la unidad necesaria para esta etapa", escribe. Y también le dice a su madre que se rumorea afuera de la cárcel la negativa por parte del presidente a asumir con presos políticos. Aunque no se muestra totalmente convencida de esta última posibilidad, quizás por el tiempo transcurrido en prisión y los sucesivos reveses judiciales a otorgar su liberación.

 

¿Primavera?
Charo Moreno le envió el lunes 17 de enero del año 1984 una carta al presidente electo Raúl Alfonsín, relatando la injusticia de su caso personal y solicitándole la pronta libertad. Llevaba 8 años y 2 meses de prisión sobre una condena a 10 años. Si hubiera nacido en la Argentina -o tramitado la ciudadanía- ya gozaría de la libertad condicional, como el resto de compañeros de causa, argentinos. Más aún, sus primos uruguayos detenidos y condenados con ella en el expediente judicial con la misma pena de prisión ya estaban en libertad. Finalmente, luego de 7 meses desde la carta al presidente encontraría la tan ansiada libertad. La joven militante contaba entonces con 28 años de edad.
* Abogado, docente de la UNLPam

 

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