Miércoles 24 de abril 2024

“Ver esta novela de arriba”

Redacción 15/02/2018 - 23.21.hs

Gisela Colombo construye en la obra “Que el río sangre” una red intertextual que anuda lo existencial y lo espiritual. Ofrece a los lectores una experiencia de ascenso hacia la belleza.

 

Sergio De Matteo *

 

“Que el río sangre”, tiene muchas aristas, incluso permite relacionarla con la novela anterior, “El juego del colgado”, porque poseen estructuras similares, hay un juego de tiempos, una articulación muy interesante de los personajes, y también porque se conjugan y se concilian diversos campos del saber. El conocimiento va de lo netamente formal hasta lo informal, desde lo que está reconocido como legal, así como también lo que ha sido considerado ilegal. Es decir, pivotea entre lo instaurado como verdadero y real y lo que fuera perseguido o silenciado por fabuloso.
Las novelas se vertebran sobre dos historias interesantes, que se bifurcan y yuxtaponen con otras que nutren a la principal, que es, en definitiva, la ordenadora del relato. Estas novelas, dos obras de ficción, han tenido un trabajo exhaustivo de investigación y de acopio de materia prima (lecturas) que le dan asidero a la propia construcción literaria.
En la primera novela, “El juego del colgado”, se registra la historia del tarot. De alguna manera se va desarrollando toda la trama de los personajes en torno a este juego o ciencia.
La otra obra, “Que el río sangre”, también articula hechos de personajes reconocidos, y se apela a contenidos teóricos y recursos poéticos muy interesantes. En este caso el argumento trata sobre la astrología. Van cruzando la estructura de la novela diversos campos del conocimientos, incluso, algunos de ellos, considerados durante bastante tiempo como saberes paganos.
Las influencias surgen de la acumulación de lecturas, de las tradiciones en que se bucea, en la incidencia de los precursores. Ambas novelas tienen un entramado cultural que la sitúa en un lugar de diálogo local pero también universal. Entonces, por una lado se resalta el trabajo de escritura, con toda esa biblioteca boyando en la imaginación de la autora, y a su vez, el diálogo con la tradición, donde recupera lo que le sirve de esa vasta producción; con lo que recrea e impulsa su impronta emergente, innovando sobre la serie literaria legitimada.
Cuando se desafía la biblioteca y se discute con la tradición, para hacerle un lugar a lo nuevo, pasa lo que ha teorizado Harold Bloom, ocurre la angustia de las influencias. Ahí también se descubre el trabajo de zapa de un escritor que negocia con esas influencias. En el libro, o los libros, de Colombo están saldadas tales deudas, hay homenajes y reconocimientos, lo que permite reconocer marcas y la irrupción de una nueva obra.

 

Intertextualidad.
La novela premiada por el Fondo Editorial Pampeano cuenta sobre Marsilio Ficinio, también aparece el Bosco, y por sobre todo, se intertextua una parte de la obra musical de Gustavo Cerati. A todo esto se le agrega un novelista dentro de la misma novela, como un desdoblamiento del autor que se introduce en la obra. Ahí se tiene un primer indicio del carácter constructivo de la novela, con este desdoblamiento del narrador. Es posible plantear la tesis que deviene “una novela dentro de la novela”.
La obra está tramada en diferentes niveles de discurso: mitología, filosofía, religión, poesía, música, y se destaca la cuestión científica. También hay una importante red de referencias, pero se citan autores que tienen incidencia sobre la obra. Por eso es una novela dialógica e intertextual; acorde a lo que señalara Julia Kristeva, porque el texto se comporta o se compone como un mosaico de citas. Por lo tanto en la novela se encuentran referencias, fragmentos de textos de otros autores, y sobresalen las citas de las canciones de Gustavo Cerati.
Puede reconstruirse a través de la red intertextual una biblioteca de autores que, a la vez, obliga a reflexionar y relacionar a medida que se lee y se adentra en la historia, en el relato. Citas que no están puestas adrede, sino que cumplen una función sustancial en la obra; en algunos casos hacen avanzar al relato, en otra son catálisis, para sumar información.
Un ejemplo: “Nadie, excepto Dios, crea de la nada. Me pregunto quiénes se me irán colando en el texto que escribo, sin que siquiera yo pueda notarlo...”.

 

Experitexto.
Los datos y las citas que se le añaden a los personajes alimentan ambas novelas. Son historias que se yuxtaponen y van depositando datos en la historia de los otros para que tenga un significado la obra. El desafío del escritor es plantear mundos imaginarios o ficcionales; después dependerá de la recepción y la interpretación de cada lector.
Lo interesante cuando se habla de la relación intertextual, es que emergen otros recursos, como la relectura, la reescritura, la resignificación de lo que ha publicado y lo que ha podido leer el autor. Así que se tiene el “genotexto” (texto primero, sea Ficino, Borges, el Bosco, Cerati) y el “fenotexto” (el objeto fenómeno, la novela de Colombo), pero se podría hacer una variación a esta dependencia sígnica y agregar la idea de “experitexto”, que introduce la autora por medio del narrador de la novela, que se asienta en una trama entre musical y poética, entre científica y pictórica.
El experitexto anuda lo creativo con lo existencial (“El cuerpo era el primero y más profundo símbolo del que disponía el espíritu para comunicar”; “Sin la materia el espíritu estaría condenado al silencio en el mundo”) y, en esa simbiosis (“En el texto vería el mundo que ese hombre -cuyo cuerpo estaba hecho de la misma fibra fugaz, y su sangre, del mismo fluido ferroso que nos corre dentro- era, ni más ni menos, que Dios mismo”), se inicia el camino hacia la belleza (“Somos tres espíritus escalando, tres artistas pujando por comunicar: Marsilio, el Bosco, y yo mismo”), el ascenso al mayor grado de espiritualidad (“La palabra, la pintura, la música, la danza y hasta el amor reclamaban sentidos que hicieran de puente entre el mundo exterior y el espíritu que duerme dentro”).

 

Poesía/Canción.
Otro de los puntos para resaltar de la novela es el diálogo que se da entre la poesía y la canción; más allá de que es una obra narrativa, es una novela (“sus autores convierten poesía en narrativa”). Está contaminada de poesía y de fragmentos de canciones (Cerati). Es interesante que una novela resignifique la producción poética y la cancionística, pero si esto sucede en La Pampa tiene una interacción inmediata, por la raigambre de la tradición provincial y su cancionero.
El escritor Jorge Luis Borges brinda una serie de conferencias en el Teatro Coliseo de la ciudad de Buenos Aires en 1977. En una de ellas aborda la “Divina Comedia”, de Dante Alighieri, y dice que “El verso siempre recuerda que fue un arte oral antes de ser un arte escrito, recuerda que fue un canto”. En ese sentido, la novela de Colombo alude a ese universo melódico que relaciona a la poesía con la canción (“Después de todo, son versos, palabras… Me guste o no, se trata de una forma de poesía...”, y en sus páginas se entrelazan jarchas medievales, canto provenzal, tangos, romances castellanos y el rock nacional.
En ambas novelas de Colombo el canto, el recitado o la oración serán la vía de la palabra (texto) mesiánica de renombrar el paraíso, de atisbarlo en la escritura y percibirlo en el alma: “Un lenguaje más alto habita en nosotros, canta cuando nos distraemos y nos comunica más allá de todo límite”.

 

* Escritor

 

' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?