Viernes 05 de abril 2024

Video: Un joven santarroseño aprovechó la pandemia para construir un robot

Redaccion 19/01/2021 - 16.00.hs

Lautaro Tourn Viglianco es un joven santarroseño que en los meses más duros de la pandemia de Covid aprovechó el encierro para cumplir un sueño de toda su vida: construir un robot. Así nació Gilberto, que primero fue un «robot equilibrista», capaz de pararse en dos ruedas, y ahora será reciclado a «robot cebador de mates».
Nacido y criado en Santa Rosa -donde vivió hasta que terminó el secundario-, Lautaro está radicado en Córdoba, donde cursa la Tecnicatura en Mecatrónica que dicta la Universidad Tecnológica Nacional. En el año 2019 se recibió con una tesis que consistió en el diseño y construcción de una máquina cortadora de «spaguettis», un cable termocontraíble de uso habitual en electricidad y electrónica. El trabajo final, que debió incluir un detallado manual de uso, fue calificado con 10 por el jurado evaluador.
En la Docta, el joven vive en un departamento en la zona de Nueva Córdoba. Es un dúplex que junto a su pareja Virginia han convertido en un espacio de creatividad, ciencia y arte. En una de las habitaciones Virginia tiene su pequeño atelier -cursa sus estudios de Licenciatura en Arte-, mientras que pasillo de por medio Lautaro ha montado un pequeño laboratorio y taller donde diseña y fabrica componentes electrónicos de uso muy específico en la industria electrónica.
Allí nacieron el RAI (Reiniciador Automático de Internet), un Timbre Automático Programable, un «dimmer controlado por Arduino con cruce por cero», un «entrenador automático» similar al que utilizan los futbolistas, módulos y adaptadores varios, y a mediados del 2020, Gilberto, el robot equilibrista.

 

Acelerómetros.
Gilberto es un robot equilibrista. Tiene medio metro de alto y se desplaza sobre dos pequeñas ruedas. «Yo siempre quise construir un robot. De hecho, por eso estudié Tecnicatura en Mecatrónica, pero hasta ahora no había tenido tiempo de construir mi propio robot», contó el joven.
La pandemia fue ‘el’ momento. «El tiempo lo tenía porque estábamos en cuarentena y la plata no era un factor de peso porque las partes que necesitaba ya las tenía y son componentes reciclados. Así que me pregunté ¿por qué no? ¿por qué no hacer un robot?».
Ahí comenzó a tomar forma el proyecto, que fue una especie de segunda tesis de Tecnicatura ya que su diseño y construcción puso a prueba todos los conocimientos adquiridos en sus años de universitario. «Lo que parecía fácil no lo era, y lo que parecía complicado, no fue tanto», resumió.
Lo que más tiempo insumió fue el tema de la energía, porque hay varios componentes que llevan electricidad pero con distintas intensidades de corrientes. «Eso fue todo un desafío», reconoció el ‘mecatrónico’.
Los motores que mueven las dos ruedas son los mismos que tienen la función de mantener el equilibrio del dispositivo. Son motores reciclados de impresoras, llamados ‘paso a paso’. Las baterías que los alimentan son rezagos de una vieja computadora mientras que el microcontrolador «Arduino», que vendría a representar el cerebro del robot, forma parte del material que el joven utiliza habitualmente para sus desarrollos.
Después de varias semanas de intenso trabajo, el robot estuvo listo. Tiene aspecto antropomorfo e incluso dos componentes en su parte superior que simulan ojos humanos y que cumplen una función parecida por son los sensores de distancia que evitan que el robot choque contra un objeto.

 

Un video del Canal en Youtube de Lautaro explica el funcionamiento del robot Gilberto.

 

Controlado por el celu.
Las dos ruedas en las que se apoya Gilberto son responsables de darle movilidad y también verticalidad. «Para mantenerse parado usa un sensor que es un acelerómetro que mide el ángulo que está inclinado hacia adelante o hacia atrás, y usa los motores de sus dos ruedas para compensar esa diferencia de ángulo», detalló Lautaro.
El microcontrolador Arduino es el responsable de leer los valores que entrega el acelerómetro y controlar los motores para que la criatura se mantenga parada y para que avance. Lo hace a través de un proceso denominado PID, abreviatura de «Proporcional, Integral y Derivativo».
Los sensores están ubicados en la parte superior del robot. Cuando el aparato se enciende, los sensores deben activarse hasta encontrar la vertical. Por eso el robot posee otras dos pequeñas ruedas que cumplen la función de ruedas auxiliares. «Una vez que están en marcha, esas ruedas ya no tienen utilidad», aclaró.
Además de la verticalidad y la cuestión energética, Lautaro se propuso «implementarle la mayor cantidad de métodos de conectividad posible, controlarlo de muchas formas». Ese objetivo también se cumplió con creces. «Se puede controlar con un control remoto, con radio frecuencia, algo muy sencillo que le armé, con unos botones o con un ‘joystick’ chiquito. También tiene ‘wi-fi’, o sea que lo podés controlar por internet; tiene ‘blue tooth’, o sea que lo podés controlar desde el teléfono celular, y también tiene infrarrojo, o sea que lo podés controlar con un control remoto».
«Esos son los principales métodos que utilizan los ‘makers’ (nombre informal que reciben los desarrolladores de estas tecnologías) como yo para controlar un robot. Mi objetivo en su principio era integrar todo eso y lo logré».

 

Cebador de mates.
Cumplidos los objetivos iniciales, sobrevino nuevamente la pregunta: ¿y ahora qué? «Viendo que había conseguido el objetivo de hacer el robot que tanto quería, la satisfacción de construirlo y de haber ocupado el tiempo en la cuarentena, se me ocurrió modificarlo para que pueda llevar el mate a diversos lugares de la casa, que fue una idea que ya había visto en Facebook y me pareció muy original».
«Me di cuenta que para mantener el equilibrio y llevar el mate cebado con cierta estabilidad hasta su objetivo, iba a requerir que sea mucho más estable y que tenga cierta velocidad, porque si no hasta que va de una habitación a otra, el mate se te enfría».
Para ello, Lautaro decidió modificar el carácter equilibrista de Gilberto y colocarle dos ruedas más a fin de aumentar sus puntos de apoyo y lograr la estabilidad necesaria. Con este cambio, el robot ya no se bamboleará -algo que hubiera impedido su rol de trasladar un mate cebado- sino que solo avanza, retrocede y gira. Eso sí, lo hará con más velocidad y evitando que el mate se chorree.
Es lo que en robótica se conoce como «robot seguidor de línea», un desarrollo que suele ser la puerta de entrada en esta apasionante disciplina. Para guiarlo de una habitación a la otra, se coloca en el piso un reguero formado por cinta papel color blanca que es la que el robot sigue. Los acelerómetros ya no serán necesarios pero si habrá que colocar en su parte inferior los sensores que identifiquen la línea blanca.
La llegada de Gilberto fue una alegría para los ocupantes del departamento de Nueva Córdoba excepto para «Pantalones», un gato que habitaba el edificio desde antes que llegaran los jóvenes, y ahora se instaló en el departamento del séptimo piso, que mira con cara de pocos amigos al nuevo habitante del lugar. En cambio «Sandía», la gata de Virginia, lo mira con indiferencia, despreocupada por su presencia.

 

Un «Girosintornillos» pampeano.
Desde que se recibió en febrero de 2019, Lautaro ha concretado varios desarrollos tecnológicos, algunos de ellos con una salida comercial interesante. El primero fue un «dimmer controlado por Arduino con cruce por cero», dispositivo de uso muy específico en electrónica y robótica, que le representó sus primeros ingresos económicos.
Después vino el RAI, Reiniciador Automático de Internet, un aparatito de uso casero del que ya ha vendido varias unidades. Uno de los compradores es un proveedor de internet de un pueblo de Traslasierra, en Córdoba, donde las caídas del servicio son habituales.
El Timbre Automático Programable empezó con timidez y hoy presenta un futuro interesante. Le fue solicitado a fines de 2019 por una escuela secundaria cordobesa, que lo instaló a principios de 2020 pero poco uso le pudo dar por la suspensión de las clases. Es el clásico timbre de las escuelas que marca el inicio y final de cada recreo, solo que manejado con un programa bastante sencillo de usar.
La publicación del desarrollo en algunas páginas comerciales interesó a varias empresas, pequeñas en su mayoría y una mediana, que lo incorporaron a sus lugares de trabajo.
El «entrenador automático de fútbol» fue pedido por el papá de Virginia, un hombre que ya jubilado se dedica a entrenar un equipo de fútbol juvenil en Río Tercero. Funciona en forma similar a los entrenadores que tienen los equipos profesionales de fútbol: un sistema de luces que se encienden y se apagan en forma aleatoria y obliga a los deportistas a mejorar sus reflejos.

 

Mascota.
El robot Gilberto por ahora no tiene una salida comercial pero hay otro proyecto que podría tenerla: se trata de una innovación que van a disfrutar quienes tengan mascotas. Permite que cada mascota coma solo de su plato. Un pequeño dispositivo colocado en cada bandeja reconoce a «su» mascota y solo entonces abre la tapa para que el animal pueda comer.
En Santa Rosa, Lautaro cursó sus estudios primarios en la Escuela Normal, donde comenzó el Secundario en la antigua Unidad Educativa 10. Además de aeromodelista está matriculado como radioaficionado. De hecho, su código como radioaficionado es la marca que ha elegido para sus productos comerciales.

 

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