Domingo 28 de abril 2024

Vilma, la artista pampeana que expuso en el Barolo

Redacción 12/11/2023 - 00.37.hs

“El arte es una forma de expresar libertad, la posibilidad de equivocarse para volver a empezar”. Vilma Lobato fue presidenta de la Cooperadora del Hospital Lucio Molas, y es además una gran artista.

 

MARIO VEGA

 

Un poco turbada, seguramente con una emoción que le apretaba el pecho, tal vez sintiéndose un poco extraña ante la situación y el escenario, la mujer ingresó casi tímidamente a ese lugar emblemático de Buenos Aires. Vilma experimentó en ese mismo momento un cúmulo de sensaciones: “Cuando me entregaron la credencial donde debajo de mi nombre decía ‘artista’ fue un momento de felicidad indescriptible”, trató de explicar.

 

En ese mítico palacio porteño se inauguraba “La Noche de los Museos”, y la pampeana que llegaba, tímida, quizás algo nerviosa, caía en la cuenta que sí, que ella –que iba a exponer sus obras en el lugar- era la artista. “Nunca me había sentido de esa manera, por eso cuando miré la credencial experimenté una emoción que embargaba mi alma”, confesó.

 

Quién es Vilma Lobato.

 

A veces sorprende que se conoce a una persona de determinada manera, que se cree que tiene, u ocupa, un determinado rol en la sociedad; sin considerar que puede haber otros aspectos que también merecen ser destacados.

 

Si hablamos de Vilma Lobato muchos la deben registrar como la presidenta de la Asociación Cooperadora del Hospital Lucio Molas, entidad de la que voluntariamente se alejó –pero no del todo- hace algún tiempo.

 

Vilma ha sido docente de escuelas primarias, luego de recibirse de Educadora Musical en la Facultad de Ciencias de la Educación de la

 

Universidad del Comahue (Cipolletti, Río Negro).

 

De Villa del Busto.

 

Regresa a sus recuerdos y entonces –recién ahí- caigo en la cuenta que casi podría decirse que es “del barrio”. Porque supo vivir con sus padres frente mismo a la Escuela nº 4, y que su hermano Sergio –comerciante del rubro gastronómico- es un amigo que conservo de sus épocas de pibe cuando jugaba sóftbol, en esa barriada donde nadie podía dejar de practicar ese deporte.

 

“Claro… sí –admite Vilma-, ahí vivíamos, en la calle Libertad, cerca de donde estaba la canchita de sóftbol (hoy está el Colegio Ciudad de Santa Rosa). Papá era Emilio, comerciante de profesión que trabajó en la administración en Supermercados Luro y luego en Casa Tierno hasta su jubilación. Mi madre Aideé ‘Chola’ Balbi, modista y de las buenas. Y sí, mi único y querido hermano es Sergio”, señala.

 

Y agrega: “Tengo dos hijas, María Eugenia, doctora en Biología Molecular, investigadora del Conicet que vive en La Plata; y Florencia, ingeniera biomédica, que está en San Juan, donde estudió y tiene dos hijos… sí, mis nietos, Camilo de 9 años y Felipe de 2 y son los soles que iluminan mis días”.

 

Estudios y salidas.

 

Nacida en Victorica, hizo la primaria en el Colegio María Auxiliadora; y fue de la primera promoción del Instituto Secundario San Juan Bosco; después la familia se mudó a Eduardo Castex, donde cursó 2° y 3° año en el Colegio Manuel Belgrano… Se puede decir que las mudanzas marcaron su vida, y por eso terminó 4° y 5° en el Colegio Nacional de Santa Rosa.

 

Se retrotrae en el tiempo y vuelve a esa época “de salidas, bailes, boliches… Kaskote, Piedrazul. Siempre junto a queridos compañeros y amigos del secundario que actualmente nos vemos en un asado, o un locro. Eso nos convoca a compartir y recordar anécdotas divertidas. Comencé a estudiar Agronomía, llegué hasta 2° año”, resume.

 

Una vida nómada.

 

Pero lo cierto es que el destino, la vida, le tenía preparado otro camino.. “Conocí en el mismo barrio –vivíamos a una cuadra de distancia en Villa del Busto- al compañero que elegí para mi vida. Se llamaba Jorge Alberto Gómez, y cuando nos casamos por motivos de trabajo –era ingeniero- fuimos a vivir a Bolivia (Santa Cruz de la Sierra, Cochabamba y Tarija). Estuvimos dos años y cuando volvimos a Argentina me esperaba una vida nómada, de 15 mudanzas por las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, Río Negro y nuevamente, después de muchos años Santa Rosa. Y no fue fácil por todo lo que conllevan los traslados, pero nunca me lamenté por eso… las sentí como una gran enseñanza de libertad, de conocimientos, de forma de ver la vida, de un volver a empezar y sobre todo de introspección familiar. Y también una manera de generar amistades que siempre se mantuvieron a pesar de las distancias”, resume.

 

El arte y la vida.

 

El arte siempre estuvo presente en su vida. “Desde muy niña estudié música y ayudaba en diseños y bordados a mi mamá, que como te dije era una modista muy creativa... en esa época se usaban vestidos, sacos, chaquetas con guardas bordadas en piedras, perlas, canutillos y yo jugando las dibujaba y descubrí así la sensación de libertad total que tiene el arte, el placer de la curiosidad, de jugar, equivocarse, de demostrar dones innatos”, expresa Vilma. Y vaya si tuvo que ver el arte con esta persona que “se descubrió” artista cuando al ingresar al Palacio Barolo le entregaron su credencial.

 

Vilma solidaria.

 

Vilma Lobato entiende que “el arte tiene el poder de transformar al ser humano, de crear espacios de socialización, de estimular la creatividad y sobre todo de generar conciencia social. En mi caso me llevó hacia reflexiones más profundas acerca de la vida, de la solidaridad, del agradecimiento, y fue así que con la invitación de una amiga, la querida Teresita Espina, me sumé a la Cooperadora del Hospital Molas”.

 

Allí, durante casi 20 años, llevó adelante el compromiso solidario de “donar tiempo” para desarrollar actividades en beneficio de los pacientes del Lucio Molas.

 

“Integré la comisión directiva como revisora de cuentas, prosecretaria y durante 10 años fui presidenta. En todo ese tiempo hubo un gran equipo de mujeres que con esfuerzo, llevaron y llevan adelante la tarea de responder a las necesidades y ayudar al Hospital”, dijo.

 

Paso al costado.

 

Y verdaderamente tiene que ser motivo de genuino orgullo para Vilma -y para cada mujer integrante de la Cooperadora del Molas- la tarea solidaria que realizan. Porque se trata, con sus más de 60 años de acción, de una de las entidades benéficas más importantes de la provincia.

 

Y lo admite: “Es así… Aunque con tristeza resolví no seguir. La partida de mi compañero hace dos años, y la imposibilidad de poder llevar a cabo las actividades como merece la institución me hicieron dar un paso al costado. Pero por supuesto me fui abrazada a todos los hermosos recuerdos que siempre guardaré en mi corazón, y legando a mis hijas y nietos el valor personal de la solidaridad”, reafirma.

 

Descubriendo el vidrio.

 

La artista que rondaba su alma necesitaba expresarse, y Vilma decidió, “adulta y con más tiempo, entrar decididamente a conocer un mundo de sensaciones, de búsqueda. Haciendo uso de estrategias de aprendizajes y fomentando mi curiosidad fue que descubrí el vidrio… lo cierto es que siento una gran pasión en la realización de vitrales artísticos modernos, por la paleta de colores, sus ensambles, sus texturas, sus transformaciones visuales…”, sostiene.

 

Así fue que comenzó con Vitromosaico y Mosaico Contemporáneo, formándose con una gran artista, la arquitecta Liliana Waisman en CABA y con grandes maestros internacionales y nacionales. “Creo en el aprendizaje permanente, y lo sigo haciendo: hace unos días participé en Esquel, Chubut, de un Workshop de 8 días de Mosaico Contemporáneo utilizando piedras y pasta vítrea. Pienso que siempre hay que actualizarse, aprender de la mano de artistas internacionales... en otros países el Arte Musivo y el Vitral Artístico presentan propuestas innovadoras que potencian el proceso creativo”, indica.

 

Vitrales en el Medasur.

 

Cuando se estaba construyendo el Centro Cultural Provincial Medasur, desde la empresa que lo construía la convocaron para la realización de dos vitrales de grandes dimensiones. “Acepté a pesar del gran desafío que significaba, y siempre estaré agradecida porque creyeron en mí… y claro que es muy gratificante ver que una parte mía está en un espacio cultural y que distintos públicos puedan apreciar los vitrales que diseñé y concebí pensando en La Pampa”.

 

Uno de ellos lleva como título “Pertenencia”, es una obra abstracta de dos metros de alto por 0,90 de ancho donde la artista, explicó, quiso expresar “la naturaleza, la geografía, los recursos naturales y la riqueza de nuestra provincia”.

 

El otro trabajo lo denominó “El sueño del regreso”, también una obra abstracta del igual tamaño. Y cuenta una linda anécdota: “Hace unos meses cuando recibí el inesperado llamado del director artístico del Palacio Barolo invitándome a participar en uno de los mayores eventos culturales del año como es ‘La Noche de los Museos’, me pidió que le envíe fotos de obras realizadas en distintas técnicas que hago, como vitraux tiffany, emplomado, mosaico contemporáneo y vitromosaico… sin darme cuenta envié la foto del vitral ‘El sueño…’. Enseguida me llamó para que le cuente el porqué del título….”, recordó.

 

Por qué “El sueño…”.

 

El organizador de la muestra le pidió que mande ese trabajo, que lo quería para presentarlo en el Barolo. “Le expliqué que era imposible porque es parte de un edificio cultural de la provincia, que la obra pretendía reflejar un sueño de los pampeanos, que es recuperar las aguas del río perdido”.

 

Le amplió la referencia señalando que trató de representar la diagonal fluvial del Desaguadero-Salado-Chadileuvú-Curacó, que en sus nacientes recorre terrenos cordilleranos y recibe aportes de otros ríos y al ingresar a nuestro territorio va disminuyendo su caudal hasta perderlo. “Pero que siempre soñamos que el río regrese…”.

 

Así fue que eligió otra obra en mosaico contemporáneo, que estuvo expuesta durante 10 días y terminó el 23 de septiembre con la Noche de los Museos. “Fue una experiencia que nunca imaginé vivir… encontrar colegas y conocer grandes artistas con los que compartimos las mismas pasiones en un evento multidisciplinario de arte”.

 

Otra vez al Barolo.

 

Volcada con pasión a la actividad artística, Vilma está nuevamente convocada para exponer una obra inédita en la II° edición de CelebrArt, que se celebrará del 18 al 28 de noviembre en la galería restaurada y puesta en valor por los 100 años del majestuoso y emblemático Palacio Barolo.

 

Cabe decir que también llevó adelante muestras en Río Negro, Neuquén; y en CABA en 2017 en la Primera Muestra internacional de Mosaico en Argentina, en la Galería Central Newbery.

 

Por otra parte el año pasado quedó seleccionada entre 260 artistas argentinos e internacionales con jurado de maestros del mundo para participar en la Primera Muestra de Arte Musivo (MAM) en nuestro país. “Es un gran encuentro de mosaiquistas, donde se demostró que el mosaico no solo se usa como revestimiento o recubrimiento, que no es estático, sino que es libre, dinámico y lo usamos para generar obras de arte armoniosas”.

 

Más muestras.

 

Pero hay más: el sábado 2 de diciembre realiza una muestra denominada “Texturas sonoras” en el Concejo Deliberante de Santa Rosa. “Lo lindo es que lo voy a hacer con un compañero del Colegio Nacional, Carlos Schulz y su grupo de música testimonial Sonidos de esta Tierra. Además el 11 de diciembre su atellier ‘Vilma Lobato Crearte x Amor’, presenta “una muestra de obras de amigas en la Sala de Exposición de la Legislatura. “Sí, un fin de año con muchas actividades”, dice con entendida satisfacción.

 

Honrar la vida, de eso se trata.

 

A veces uno se sorprende de cómo son las cosas, porque Vilma no tiene todavía –y merecería que así fuera- el reconocimiento de la gran artista que es… Y no se sabe bien por qué, aunque tal vez sea por su propia timidez, o eso de no creérsela por una cuestión de modestia. “No lo sé”, admite. Quizás esté faltando que la inviten a una muestra grande y promocionada, como por ejemplo en el Medasur donde ya ha dejado su impronta para siempre…

 

Manifiesta que el arte es para ella “un enriquecimiento espiritual, una satisfacción personal también. Crear algo, una obra, sin palabras, con un lenguaje propio, expresa sentimientos que tengo adentro; entiendo que encontré en eso la forma de expresar libertad, posiblemente de sacar algunos dones innatos que tenía... pero sobre todo eso de la libertad, de poder equivocarme y volver a empezar, de poder ver la parte interna, mis sentimientos plasmados en una obra. Sí, creo que el arte es un compromiso de aplicar creatividad para transmitir mensajes a través de una obra”, argumenta.

 

Y tal vez en esta palabra esté la clave. Compromiso… que al cabo es el que tuvo siempre, con la sociedad, con la gente, con la vida… en definitiva, Vilma, se trata nada más ni nada menos que de eso, de honrar la vida. Podés estar orgullosa de tu destino de artista pampeana… La que expuso en el Barolo...

 

Un mítico palacio

 

El Barolo es un edificio -monumento y patrimonio histórico- ubicado en Avenida de Mayo, en el barrio de Monserrat, en Buenos Aires. Está inspirado en La Divina Comedia de Dante Alighieri, y por eso se divide en tres segmentos que, como el poema, identifican Infierno, Purgatorio y Paraíso.

 

Es famosa su cúpula, donde a casi 100 metros de altura se ubica el faro urbano, que se enciende y gira en un espectáculo singular.

 

A su impronta dantesca le suma poemas de Jorge Luis Borges. Recorrer el palacio a través de sus versos es una manera diferente de amalgamar las artes y apreciarlas desde otro punto de vista.

 

En ese lugar expuso Vilma. “Lo conocí hace muchos años y he realizado visitas guiadas, pero nunca imaginé que me convocarían a exponer. Primero me daba un no sé qué… pero luego sentí que fue un reconocimiento a mi esfuerzo, a la perseverancia de trabajar y trabajar”, reflexiona.

 

Cuando ganó Firpo.

 

El mismo año que se inauguró el Palacio Barolo, el boxeador Miguel Ángel Firpo –El Toro Salvaje de las Pampas- enfrentó por el título del mundo de boxeo a Jack Dempsey. Las comunicaciones eran escasas y dificultosas, por lo que el resultado del combate en Nueva York se conocería por una clave luminosa: si ganaba el argentino se encendería una luz verde; roja si le tocaba perder.

 

Nunca se supo cómo pero el caso es que esa noche del 14 de septiembre de 1923, un haz de luz verde provocó una explosión de festejo. Poco después la realidad esfumaría la alegría. Firpo había perdido.

 

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