Miércoles 24 de abril 2024

Constructor de sonidos

Redacción 26/05/2018 - 23.08.hs

Desde hace 20 años Franco Ramos fabrica y vende distintos instrumentos de percusión. Los cajones peruanos y flamencos y los tambores yembes y ashiko de “Tumta” salen a distintas provincias del país y son premiados en ferias de productos artesanales.

 

“El tum es un sonido grave que sale cuando golpeás el centro, y cuando golpeas en el borde es el ta. Es el tum ta tum ta, una onomatopeya que se usa mucho en percusión”, explica Franco que cuando apenas realiza ese mínimo movimiento sobre el yembe es imposible no percibir en el cuerpo la música que seduce desde la madera, el cuero de cabra y las sogas.

 

“Tumta Percusión” es el nombre del emprendimiento que Franco Ramos (40) lleva adelante desde hace 20 años, cuando comenzó a construir sus propios instrumentos y se dio cuenta que podía ser su oficio, su medio de vida. Se convirtió en un constructor único en la provincia y en uno de los muy pocos que hay en el país.

 

“En la provincia soy el único que se dedica de una manera sistemática a la construcción y venta de tambores, en realidad en el país somos muy pocos los constructores de instrumentos. Muy pocos en relación a la cantidad de gente que quiere tocar, que quiere expresarse a través del arte”, resalta Franco, que reconoce en el legado musical de su padre (Omar Ramos) el origen del emprendimiento que tiene su taller y local de ventas en la calle Dorrego 2555, en el barrio Villa Elisa de Santa Rosa (en Facebook, Tumta Franco Ramos).

 

“Mi papá alcanzó reconocimiento porque tocaba el bombo legüero en todo lo que es la música tradicional argentina, él nos enseñó a tocar con el bombo una zamba, una chacarera, un gato. Y yo siempre tuve inquietud por los instrumentos de percusión, así que empecé a construir y me fui involucrando con el significado de ese instrumento: en la percusión todo viene de la tradición afro latinoamericana. Cuando toda la gente negra fue traída esclavizada a América trajo su cultura entonces hay que tener en cuenta eso a la hora de construirlos, uno intenta reproducir lo mejor posible esas características”.

 

Franco detalla que las congas y el bongó, por ejemplo, son originarios de Cuba y de allí se reprodujeron a todo el mundo, por eso “hay que ir hasta esos referentes para tratar de llegar a ese sonido”. Con precisión de experto, el responsable de Tumta detalla las características de esos instrumentos que empezó a construir ante la falta de dinero para comprarlos.

 

“Eramos una familia muy humilde (su mamá, María Aude, también es artesana) y no podíamos comprar instrumentos entonces la inquietud de construirlos también era para poder acceder a ellos, y me di cuenta de que era una salida laboral y que había muchas personas que querían tenerlos. Existe esa necesidad de expresarse de las personas, son muchos los que quieren expresarse a través del arte y estos instrumentos son las herramientas para esa expresión de la música y la cultura”.

 

Productos

 

En la actualidad Franco ofrece una línea bien determinada de instrumentos: cajón peruano, cajón flamenco, tambores yembé en tres tamaños distintos; y tambores ashikos, (también tres modelos). “Además hago una línea mucho más económica con tubos de PVC, los corto y les pongo el cuero, es una línea muy linda porque es para quien recién empieza y es muy económico”.

 

El abanico de clientes es muy amplio: están quienes los compran porque los necesitan desde lo profesional- laboral, no solo músicos sino también docentes, mientras que la gran mayoría es una masa silenciosa que quiere hacer “ruido” para expresarse.

 

“Me di cuenta de que ahí había una demanda muy grande y fui por ese lado. Y eso me abrió puertas para ir a las ferias artesanales porque hay más contacto con la gente que anda en la calle. Al ver lo que quiere la gente es donde el emprendimiento empieza a tomar fuerza”, cuenta Franco que, como sucede en muchos casos, encuentra fuera de su tierra el reconocimiento que le permite seguir adelante.

 

“Mi propuesta es ir a distintas ferias en el país. Una vez que entrás al circuito y ven cómo trabajás y lo que ofrecés te van aceptando y convocando. Yo tengo un cronograma: en enero fui al Festival de Cosquín, en febrero a Colón (en Entre Ríos), en marzo estuve en la ciudad de Córdoba en la feria de artesanías, en mayo en San Juan y ahora proyectando el Festival Nacional del Poncho en Catamarca, en julio. Después en Bahía Blanca en octubre que voy desde hace 20 años, después Neuquén y en diciembre en la Feria de Santa Rosa. Estuve 18 años seguidos en la plaza pero en la última no estuve, se complicó todo. A través de los años te vas haciendo conocido, estuve obligado a salir a viajar porque acá el mercado es reducido si uno quiere vivir de esto”.

 

Dentro de ese circuito de ferias hay reconocimientos y premios. Y Franco se quedó con el primer puesto, en el rubro Construcción de Instrumentos, en Cosquín, también en Catamarca y lo mismo en Córdoba. “Eso te permite armar un currículum para acceder a otros lugares, porque son muchos los que quieren entrar a las ferias más solicitadas. Me llevó muchos años hasta que obtuve un reconocimiento de organizadores y fiscalizadores, entonces ahora me resulta más sencillo”, contó Franco que después de ir siempre hacia las provincias patagónicas se abrió hacia el norte y allí también encontró la mejor respuesta a sus instrumentos.

 

Trabajo a mano

 

“Si te fue bien, cuando volvés analizás cómo invertís en mejorar el proceso de producción”, señala Franco mientras cuenta los distintos pasos de su trabajo: ir a la maderera y seleccionar. Cortar, hacer el proceso de canteado y luego pegar las tablitas en segmentos para armar las cajas. Luego va a un torno para ir puliendo hasta llegar a la forma buscada. Después lijado y pintura.

 

“Más tarde llega el cuero, el hierro y la sogas para el sistema de tensión. El cuero que se usa es de las cabras que se crían en el oeste pampeano, aunque es difícil de conseguir. Otros tambores llevan cuero vacuno y también se puede usar el cuero de caballo, que es el cuero de potro”.

 

La producción artesanal de unos 200 tambores mensuales exige a Franco tener en funcionamiento distintas etapas a la hora de construir los diferentes modelos. Instrumentos que esperan que dos manos anónimas y silenciosas lleguen a buscarlos para que comiencen a expresar lo que mejor les sale: ‘Tum ta tum ta’.

 

 Un proyecto estimulante

 

En paralelo a su trabajo diario, Franco (en pareja con Lupe y con tres niños) sumó hace unos meses un proyecto que lo entusiasma y que lo conecta con su faceta de músico. “Trabajo en la Orquesta Latinoamericana del colegio Zona Norte, les enseñamos a niñas y niños a tocar instrumentos y también sobre la cultura afroamericana. Es un proyecto buenísimo y estoy muy contento porque además de artesano y constructor soy músico, entonces esto me incentiva muchísimo”, destacó sobre la iniciativa que es conducida por Mario Figueroa.

 

La Orquesta, que funciona en el colegio Zona Norte de Junco y Alemania (en el barrio Plan 3000), fue creada el año pasado por el gobierno provincial con el objetivo de potenciar el aprendizaje en relación al uso de instrumentos musicales. La oferta incluye formación como instrumentistas en violín, violoncello, guitarra, bajo, charango, ronroco, flauta traversa, aerófonos andinos, lenguaje musical y percusión; la especialidad de ‘Tumta’.

 

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