Domingo 21 de abril 2024

Emprendedora desde el origen

Redacción 09/06/2018 - 10.00.hs

Juliana Vilches es pionera a la hora de explorar y explotar una variante en el cultivo de la tierra: produce y vende hongos comestibles. Desde Realicó lleva adelante "Albores Pampa", una minipyme que expande sus productos a otras provincias.
"Le cambié el nombre a Albores Pampa porque significa el origen, el comienzo de los hongos en la provincia", explica Juliana sobre un proyecto que nació bajo una marca que debió cambiar sobre la marcha. "En el principio era 'La hongueada', a mí me gustaba mucho ese nombre pero los que me recomendaron el cambio tenían razón, se interpretaba cualquier cosa", dice y se ríe con ganas quien supo redifinir su estrategia y cambiar. Adoptar una de las pieles que se necesita cuando alguien se decide a no renunciar a ser emprendedora.
Juliana Vilches tiene 33 años, es licenciada en Biología, vive en Realicó y encontró en los hongos comestibles una veta comercial que luego de un comienzo lleno de dificultades se encaminó a fuerza de insistencia, trabajo e innovación.
"En 2003 fui a la UNLPam a estudiar y me recibí en 2008. Después de dos años de tesis me di cuenta de que no sabía qué hacer con mi carrera porque ser bióloga en La Pampa no tiene mucho campo de acción. Hice la maestría en Agronomía, en realidad soy entomóloga, siempre trabajé con insectos así que nada que ver con los hongos, pero busqué una alternativa para desarrollar algo productivo para relacionarlo con mi profesión y encontré interesante el tema de cultivarlos porque es lo más rentable".
El 2013 fue un año donde Juliana se dedicó a aprender y a conocer. Hizo un curso en Chascomús, viajó a Bahía Blanca y estudió todo lo necesario para poner en marcha algo sobre lo que "no tenía ni idea" pero de lo cual estaba muy convencida. Y aclara sobre un perfil de su personalidad: "Siempre digo que es más fácil sacarme la cabeza que sacarme una idea de la cabeza".
Mientras seguía con su doctorado y sus estudios superiores Juliana puso en marcha su emprendimiento. Su abuela le prestó una casa en Realicó y de allí pasó al terreno donde hoy tiene las distintas instalaciones para cumplir con todo el proceso hasta llegar a los diferentes productos que se venden en comercios de Santa Rosa, General Pico y por pedidos particulares. También a Mendoza, San Luis y provincia de Buenos Aires.
Gírgolas.
Albores Pampa se enfocó en las gírgolas, una variante de los hongos que se destacan por su calidad gastronómica y propiedades nutricionales. "También porque es más fácil de cultivar para mi caso que soy mujer. Al principio me costó mucho porque nombraba la gírgola y nadie la conocía, todo el mundo conoce los champignones o el portobello, así que fue parte del proceso instalar en la gente el consumo de este hongo".
Después de comprobar el resultado de sus cultivos Juliana pidió un crédito 'Primer Emprendimiento' al gobierno provincial. Al año siguiente se lo otorgaron y también fue seleccionada en el concurso Naves, con el que llegó a la instancia en Buenos Aires.
"Con ese préstamo compré las máquinas para el laboratorio porque mi idea era hacer la semilla propia, en Naves me asesoraron muchísimo. Yo estaba formada para investigar y cuando me preguntaban por costos, por ventas, por distribución, por todas esas cosas, incluso por si alguien me hacía un juicio, yo no tenía ni idea, entonces ahí empecé a tener la visión de una pyme, que esto no era un hobby. Empecé con el deshidratado porque era más fácil, ahorraba costos y me enfoqué hacia las dietéticas, a los comercios, de esa forma escalé un montón".
Alimentación.
Hubo otros momentos "bisagra" para Albores: uno fue la tendencia que comenzó a crecer desde 2015 respecto al consumo de alimentos orgánicos, sin agregados químicos, la comida saludable que tanto se difunde. El otro paso, "fundamental" fue la habilitación oficial luego de la visita de Bromatología.
"Con la habilitación pude empezar a salir de la provincia porque me pasaba que, por ejemplo, se contactaban por Facebook y me pedían el producto pero no lo podía mandar. Por eso desde ese momento la situación cambió porque empecé a salir, acá en la provincia el mercado es muy acotado entonces había llegado a un tope, necesitaba expandirme y pude lograrlo. Ahora mi próximo paso es ver cómo industrializar todo el proceso".
Albores Pampa comercializa paquetes de hongos secos (listos para, por ejemplo, con un pote de crema armar una buena salsa para pastas), hongos gourmet para mezclar con distintas verduras o ingredientes y también variedad de especias para saborizar las comidas.
Juliana muestra las instalaciones y explica el proceso para llegar a los hongos comestibles. En la sala de incubación -con temperatura templada- permanecen las semillas durante 20 días, en el medio de un sustrato de aserrín de pino, rastrojo de soja o cáscara de girasol. Luego de ese tiempo se embolsa el sustrato en bolsas que son perforadas y de allí pasan una semana a producción donde reciben agua a través de un sistema de riego desde el techo. El sustrato debe pasteurizarse y recibir agua caliente para bajarle la cantidad de microbios que pueda tener y que puedan infestar al hongo.
"El riego se realiza cada cuatro horas, por eso es clave el apoyo de mi familia porque esto siempre tiene que tener atención, así que si yo no estoy alguien tiene que venir. Al cabo de esos 27 a 35 días, el hongo sale por los orificios de la bolsa y luego de crecer, se lo corta y queda listo para envasar y vender fresco", detalla la hija de Néstor e Inés y hermana de Jonatan.
¿Quién compra más los hongos, mujeres u hombres?
"Siempre se la relacionó mucho más a la mujer con la cocina, pero eso cambió. Tengo muchos clientes hombres a los que les gusta cocinar y buscan los hongos porque son orgánicos y hay muchos a los que le gusta la cocina gourmet. Yo me enfoqué en este emprendimiento y el tiempo me demuestra que si uno lo toma en serio e insiste, el mercado se puede crear más allá de si compran hombres o mujeres, a veces se trata de cambiar hábitos y tener una visión de lo que se viene".

 

La vidriera de la Expo
Albores Pampa participó en las últimas dos ediciones de la Expo Pymes, "una vidriera" que a Juliana le sirvió para mostrarse ante miles de personas y establecer contactos más allá de que el comienzo casi la hace desistir de su proyecto.
"En 2015 me invitaron y me puse en la cabeza que tenía que ir, quería llevar todo, poner ocho góndolas no sé...", se ríe hoy como una anécdota. "El tema es que tuve un problema porque estaba sembrando cáscara de girasol y quise sembrar más, compré un rollo de alfalfa y estaba todo el día a full sembrando porque quería llegar con todo. Pero al día 15 de la incubación entro a la sala y todas las bolsas habían pasado del blanco al negro y cuando las abrí salieron moscas de todos lados. Empecé a llamar a todos lados para saber qué había pasado, y es que la alfalfa es dulce y apareció la mosca de la humedad. Me quedé sin nada, ese fue mi primer gran fracaso".
Con la fecha de la muestra ya encima, Juliana se convenció: "Dicen que de un fracaso siempre sale algo". Y se le ocurrió armar cajitas, una especie de 'kit para autocultivo' de hongos y que funcionó muy bien. "Fue un salvataje que se me ocurrió y sirvió para que me conozcan, salió bárbaro porque la gente se copó con eso de tener el hongo en su casa. En 2017 ya fui con mis productos, bien armada, y estuvo bárbaro porque la Expo es una vidriera muy positiva para mostrarte e instalar el producto".

 

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