Viernes 19 de abril 2024

«El tejo es mucho más que la playa»

Redaccion 28/06/2020 - 21.40.hs

Ramón, Miguel, Marcelo, Martín y Baltazar mantienen la concentración como si estuvieran disputando la final del mundo. Los dos que juegan con los discos blancos llevan una ventaja considerable; los de los tejos azules empiezan a recortar esa distancia. El quinto, árbitro, no le quita la vista de encima a cada movimiento, midiendo de manera milimétrica las distancias al tejín para no dejar dudas y evitar discusiones.
Encamperados hasta el cuello, con bufandas, algún gorro y los correspondientes tapabocas, respetan minuciosamente la distancia, los turnos de lanzamiento y evitan cualquier tipo de contacto. Quienes pasan circunstancialmente por los terrenos del ferrocarril, a la altura de la estación santarroseña, observan el juego y hasta amagan con detenerse. Pero el frío los vence.
Los cinco amigos, por el contrario, desafían al clima y al paso del tiempo. La desapacible tarde, nublada y con un vientito que burla cualquier tipo de abrigo, queda de lado. En el mismo rincón se amontonan los achaques y dolores propios de la edad, multiplicados luego de tres meses de encierro. Es el momento de volver a la actividad. Es el día del reencuentro con protocolo. Es el tiempo del tejo.

 

Con todas las reglas.
«El tejo antes era un deporte un poco desconocido acá en La Pampa, pero en San Luis, de donde soy yo, los adultos mayores lo juegan mucho», asegura Ramón Cisneros, quien se autodefine como «un loco de todo; del newcom, del tejo, del fútbol, de las bochas…».
Ramón es puntano de nacimiento pero todos lo consideran como un pampeano más. Hace 35 años trabaja en el área de protocolo y ceremonial de la Universidad Nacional de La Pampa, institución en la que también supo intervenir, como deportista, en diferentes torneos y disciplinas.
«Ahora estoy dedicado al tejo», aclara Ramón, que tiene 59 años y, además de jugarlo, está haciendo una capacitación vía Zoom para convertirse en árbitro internacional de la disciplina. «El curso lo dicta la Asociación Internacional de Tejo; son veinte clases y vamos por la séptima», explica, como para darle mayor entidad a una actividad ignorada y desacreditada por muchos.
«El tejo es mucho más que lo que se juega en la playa. No es solo tirar unas fichas así nomás», aclara Ramón, y destaca algunas reglas de la disciplina. «Hay un reglamento que cumplir, con medidas específicas, elementos, y además es muy entretenido y cumple muchas funciones importantes para los adultos mayores», añade.
«Puede ser masculino, femenino o mixto -comienza a enumerar-, es bueno para unir a la familia y a los amigos, para pasar un buen rato, y además sirve para ejercitar todo el cuerpo. Fijate que caminás, tirás, te agachás, te levantás… Hacés un montón de ejercicio sin darte cuenta y para los mayores es importante. Y nosotros, además, lo complementamos con caminatas periódicas».

 

De la casa a la cancha.
El año deportivo para los tejeros había comenzado con muchas expectativas. «Teníamos un torneo importante en San Rafael y después otro en Malargüe, pero con la cuarentena se suspendió todo», se lamenta Ramón en referencia a la pandemia de coronavirus que rompió los planes de todos.
«Nosotros habíamos empezado hace cinco o seis meses a juntarnos los sábados, domingos y feriados frente a la quinta del gobernador, y poco a poco se iba sumando más gente. Después cortamos el primer día de la cuarentena, y una vez que el Gobierno abrió la posibilidad de volver, nos rearmamos y empezamos frente a las vías», explica.
«Hay mucho lugar, no hay amontonamiento de gente y por eso armamos la cancha acá», agrega Cisneros con respecto al espacio rectangular ubicado de manera paralela a las vías del tren, delimitado con sogas que respetan las medidas reglamentarias y acondicionado con un poco de arena de río sobre la gramilla para que las fichas no reboten.
«Del grupo nuestro somos unos doce que nos juntamos, pero hoy, por el frío y por las restricciones, somos cinco», cuenta Ramón, haciendo referencia a los otros cuatro que se le animaron a la tarde: Miguel Rivero, Marcelo Gianforte, Martín Pepe y Baltazar Barrios. «Ojalá sirva para que se sume gente a este deporte que es muy lindo», insiste.

 

– ¿Cómo pasaron los días de cuarentena sin poder salir para hacer ejercicios?
– Yo practicaba en mi casa por si se levantaba la cuarentena y se podían jugar los torneos, para estar en ritmo, pero al final no se pudo. Tengo un patio chico, de 10 metros, entonces me armé un circuito de 30 metros y daba 150 vueltas… Después, cuando se habilitó, ya empezamos a salir a caminar afuera. La verdad es que estábamos esperando este momento.

 

Un invento argentino.
El tejo de playa, como se lo conoce, es una adaptación argentina que reúne elementos del tejo colombiano con muchas de las reglas de las bochas. Surgió en Mar del Plata hacia fines de los ’70 y hoy es jugado en todo el país y en el extranjero, donde rige la Asociación Internacional de Tejo (AIT).
Se practica entre dos equipos opuestos que, mediante una serie de tejos, diferenciados entre sí por colores y jugados dentro de una cancha de arena de 2.5 x 12 metros (dividida en dos partes iguales a los 6 metros), pugnan por marcar puntos hasta llegar a la cantidad determinada que define el partido a favor de uno de ellos (12 en versión reducida; 15 en versión tradicional).
Las primeras canchas se armaron en 1978 en la playa Bristol de Mar del Plata, en espacios donados por el entonces entrenador de la Selección argentina de fútbol, César Luis Menotti.
En esa ciudad, que años después recibió el título de “capital del tejo”, comenzaron los torneos en los ’80 durante las vacaciones de verano, y la disciplina se fue expandiendo a otros lugares del país y a otras épocas del año.
La delantera, sin embargo, la mantuvo La Feliz, donde se creó el primer club de a especialidad, el Mar y Sierras de Tejo, y a partir de allí se terminaron de definir las reglas de la especialidad, basándose en el deporte de las bochas.
La disciplina fue luego incorporada a los Juegos Bonaerenses y más tarde a los Juegos Evita, convirtiéndose en un clásico de estas competencias para los adultos mayores de todo el país. Y para toda la familia en cada verano: de acuerdo a un relevamiento hecho en Mar del Plata, de cada diez autos que ingresan en el verano, cuatro llevan un tejo en el baúl.

 

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