Lunes 25 de marzo 2024

Esa mirada hipnotizante de Fangio

Redaccion 07/06/2020 - 16.45.hs

El TC es indudablemente la categoría más popular del automovilismo nacional. Hubo una época en la que en los Grandes Premios que pasaban por La Pampa, los autos eran «guardados» en el anillo embrujado del Club General Belgrano.
MARIO VEGA
Corrían los primeros años de la década del ’60 cuando se realizó aquel Gran Premio de Turismo de Carretera, que se ponía en marcha en Luján y culminaba en Santa Rosa para cubrir los 538 kilómetros que separaban a uno y a otro punto en la primera etapa de la competencia.
Fue aquella vez en que los hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi, con la famosa «Galerita», iban a desarrollar -para la época- velocidades fantásticas, al punto que sólo en 2 horas y 28 minutos estuvieron en la capital pampeana. Habían desarrollado una velocidad promedio de 217 kilómetros en la hora.

 

Nombres famosos.
Temprano los Gringos de Olavarría estaban ya en Santa Rosa, y de a poco fueron llegando el resto de los participantes: Carmelo Galbatto, Carlos Loeffel, Carlos Pairetti, Eduardo «Tuqui» Casá, Armando Bergamini, Hugo Gimeno, «Sandokan», Erverto Rodríguez, Armando J. Ríos, Raúl Rodríguez, Juan Manuel Bordeu, y el resto de los 136 inscriptos que consiguieron hacer ese primer tramo sin problemas. Entre otros muy conocidos Jorge Cupeiro, Charly Menditeguy y Rubén Di Palma.

 

En el «anillo embrujado».
El público santarroseño asistía a un espectáculo inolvidable… Los ídolos del automovilismo nacional llegaban a la capital provincial y los autos -ahora sí lentamente- iban ingresando al estadio de General Belgrano. En el «anillo embrujado» tricolor transformado en parque cerrado -dando vuelta toda la cancha de fútbol-, los bólidos se alineaban en una postal que reflejaba lo que verdaderamente era…, una fiesta.
Yo era un chiquilín… tendría 11, tal vez 12 años -11 ó 12 de entonces, que no son los de los chicos de hoy, eso seguro-, y andaba por allí con un par de amigos, impresionados observando esa parafernalia de motores rugiendo, y de gente yendo y viniendo entre los autos.

 

Un auto blanco.
En algún momento, no sé por qué, algo me llamó la atención… Un auto blanco estacionado entre los árboles, en el cantero central que dividía en dos manos la avenida Belgrano que, si no recuerdo mal, era de tierra.
El vehículo lucía impecable, nuevo, y después supe que era un Chevrolet 400… Las ventanillas estaban bajas, porque hacía calor, y mi curiosidad me llevó hasta la puerta del acompañante para asomarme a ver cómo era por dentro.

 

El Quíntuple.
Me quedé atónito cuando me di cuenta que había alguien al volante… como esperando. Y mucho más cuando advertí que esos ojos entre grisáceos y celestes que me miraban desde su butaca correspondían a alguien a quien había visto muchas veces en las páginas de El Gráfico… Es que era nada menos que Juan Manuel Fangio. Sí, el cinco veces campeón mundial de Fórmula 1. El Quíntuple, como lo llamaban…
Fangio sonrió, me dijo algo que no entendí muy bien, y estiró su mano derecha convidándome unas galletitas que comía despaciosamente mientras aguardaba… ¿Si comí? No, solamente atiné a decir «gracias…», y a correr donde estaban mis amigos para contarles que había visto al múltiple campeón… Cuando los encontré y regresamos, Fangio ya no estaba.

 

Siguiendo a «Maneco» Bordeu.
¿Qué hacía aquí, en este Gran Premio cuya primera etapa se la habían adjudicado los Emiliozzi? Después me enteré que «El Chueco» venía siguiendo a Juan Manuel Bordeu.
Este -le decían «Maneco»- era un hombre de carácter introvertido, de poco hablar, que tuvo una destacada actuación como corredor de autos. Con «La Coloradita» -su Chevrolet- supo ganar varias carreras de Turismo Carretera, aunque su objetivo final era llegar a la Fórmula 1. Un accidente lo privaría de hacer más carrera en la máxima categoría del automovilismo mundial.

 

Cerca de la farándula.
«Maneco», oriundo de Balcarce como Fangio, saltó a la tapa de las revistas de la farándula al casarse en segundas nupcias con la actriz Graciela Borges. Bordeu tuvo tres hijos de su primer matrimonio, y una de ellas, Ivonne, se casó en 1981 con quien después sería presidente de la Nación, el inefable Mauricio Macri. Este, después de separarse de su primera esposa, iba a contraer matrimonio con Isabel, hija de otro grande del TC, Charly Menditeguy.

 

Extraordinario parecido.
Volviendo a Fangio y a Bordeu, todo indica que aquel día el múltiple campeón venía como apoyo de «Maneco», a quien aguardaba a la salida del parque cerrado, en las afueras de la cancha de General Belgrano.
Decía antes que me había llamado la atención la mirada de Fangio -el color de sus ojos-, que me pareció muy similar a la que en fotos podía vérsele a Juan Manuel Bordeu, con quien tenían un extraordinario parecido físico. Al punto que en Balcarce se decía que «Maneco» era hijo del mismísimo campeón…

 

Un pequeño recuerdo.
Con el tiempo pude saber que ese día Fangio y Bordeu se alojaron en un hotel de la ciudad, y que por la noche «Maneco» habría de ir a cenar a la casa de su amigo Gunter Costabel -en Juan B. Justo al 400-, como lo hizo más de una vez cuando pasó por Santa Rosa.
Transcurrió el tiempo, pasaron los años, y el Turismo Carretera se volcó a los autódromos. Y aunque sigue movilizando multitudes, aquellas épocas de miles de aficionados volcados a las rutas para ver pasar a sus ídolos quedaron como un lindo recuerdo. Como un acontecimiento que no volverá a suceder…
En lo personal me quedó esa pequeñita, quizás insignificante, evocación del día que conocí a Juan Manuel Fangio… Aunque hayan sido sólo unos instantes.

 

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