Martes 09 de abril 2024

«Siento orgullo por la marca que dejó»

Redaccion 16/05/2020 - 22.08.hs

«Recibió un pase largo de Cecconato, y avanzó resueltamente; eludió en su marcha a dos contrarios y entró al área rival cerca de la línea del córner. Tres compañeros de Grillo corrían hacia la valla inglesa siguiendo la jugada de aquel: Cecconato, Micheli y Cruz. Cualquiera de los tres estaba en condiciones de recibir el pase y shotear con éxito. Barrass se recostó sobre valla y Dichtburn, el arquero, se colocó algo adelantado de modo de poder interceptar el pase o el centro corto que la lógica racional indicaba era lo que debía hacer Grillo, a quien Garret perseguía desesperadamente. El pase al medio o el centro corto: eso era lo que aguardaban Barrass, Dichtburn y la multitud toda. Pero no fue lo que hizo Grillo, sino que shoteó y la pelota pasó por el espacio que había entre al arquero y el poste, para ir a cuadricularse en los piolines. Por ese mismo espacio entró Grillo a la historia del fútbol. Su gol fue una obra maestra que dejó asombrados a los ingleses -jugadores y periodistas- y por segundos encandiló al estadio, que de inmediato explotó en atronadora ovación saludando la estupenda obra golística que acababa de presenciar. No era solamente la conquista del empate para nuestros colores lo que sacudía de entusiasmo jubiloso a la multitud, sino también el golazo por sí mismo, uno de esos golazos que alegran a nuestros hinchas, verdaderos catadores del arte futbolero».
La descripción del gol de Ernesto Grillo, publicada en el Tomo III de ‘Historia del fútbol argentino’ (1958, Buenos Aires, Editorial Eiffel), expone la importancia y la belleza de aquella conquista. Iban 42 minutos del primer tiempo de aquel amistoso entre Argentina e Inglaterra, el 14 de mayo de 1953, cuando Grillo, por entonces figura de Independiente, realizaba aquella apilada histórica para convertir el que fuera catalogado como «el gol imposible».
El amistoso terminó 3-1 a favor de la Albiceleste, gracias a otro tanto de Grillo y uno de Rodolfo Micheli (Taylor había abierto la cuenta para los europeos), y fue el primer triunfo de Argentina sobre Inglaterra en la historia. Sin embargo, fue el golazo de Grillo el que quedó en el recuerdo, y en su homenaje se instauró al 14 de mayo como el Día del Futbolista.

 

¿Ese solo?
«El siempre me decía, ‘ese gol solo no hice…’, como restándole la importancia que le daba el resto del mundo o señalándolo como un gol más», cuenta hoy Pablo Grillo, hijo de Ernesto, al recordar la histórica conquista en la semana en la que se festejó el Día de Futbolista.
En una charla con Radio Noticias, Grillo hijo se mostró orgulloso del legado de su padre (fallecido en 1998), al que describió como «una persona sencilla» y a la que «no le gustaban mucho las cámaras».
«Cada 14 de mayo siento una emoción terrible; que se celebre el Día del Futbolista por el gol de mi padre es algo hermoso. Siento orgullo por la marca que dejó», resume Pablo al cumplirse 67 años de aquella jugada emblemática.
«Es algo que quedó para toda la vida; además van pasando los años y va tomando más auge. Y es importante para que las nuevas generaciones sepan por qué se festeja el Día de Futbolista y quién fue Ernesto Grillo. Tener un día específico no cualquiera lo logra…», agrega el hijo de quien brillara con las camisetas de Independiente, el Milan Italiano y Boca Juniors, además de con la de la Selección Argentina. «Yo no pude verlo a mi padre jugar, porque nací cuando dejó el fútbol en Boca, a los 39 años», explica.

 

– ¿Y qué te contaba de aquel gol histórico?
– La verdad es que las cosas que me fui enterando no fueron por él, sino porque me las contaban los compañeros. El era una persona muy sencilla y reservada, de muy poco hablar. Nunca le gustaron las cámaras ni salir por televisión.

 

– ¿Sus compañeros sí te describieron el gol?
– Sí, recuerdo que me contaba (Rodolfo) Micheli, que formó parte de ese grupo de la Selección, que movieron de la mitad de la cancha (luego del gol del 1-0 de Inglaterra), que se la dieron a Ernesto y que empezó a apilar ingleses hasta concretar la obra de arte…

 

El legado.
Cuando Ernesto Grillo le convirtió el famoso gol a los ingleses era jugador de Independiente, club en el que había hecho las inferiores y en el que estuvo hasta que en 1957 fue transferido al Milan de Italia, con el que conquistó un Scudetto. Tres años después volvió al país para ponerse la camiseta de Boca, logrando tres títulos (1962, 1964 y 1965) hasta su retiro en 1966. Con la Selección, en tanto, jugó 21 partidos, marcó 8 goles y se coronó campeón de la Copa América en 1955.
Luego de dejar el fútbol comenzó a trabajar en las divisiones menores de Boca, donde permaneció durante muchos años destacándose como formador de futuras figuras como Oscar Ruggeri y Hugo Perotti, entre otros.
«Siempre acompañaba a mi padre a La Candela; él me llevaba para que me divierta y juegue, Y ahí conocí a un montón de jugadores importantísimos que triunfaron en Boca», recuerda su hijo Pablo, que también fue futbolista y tuvo que trabajar muy duro por el hecho de llevar el apellido Grillo.
«Empecé en Arsenal, pasé por Independiente y Racing, y quería ir a Boca, pero mi padre no quería saber nada porque podían especular con que llegaba porque era su hijo», explica. «Hasta que lo convencí y me dijo ‘te voy a dar una oportunidad’: entonces me probó Silvio Marzolini, pasé la prueba, me sumé a la Quinta y después firmé contrato como profesional en la camada de (Diego) Latorre, (Walter) Pico, (Fabián) Carrizo y (Diego) Chiche Soñora, entre otros», destaca.
Sin lograr dar el salto a Primera División, Pablo estuvo en Boca hasta 1992 y fue cedido para tener continuidad a un club de Rojas, para luego pasar por Aldosivi de Mar del Plata, Tigre y Barracas Central, antes de su retiro. En 2001 comenzó su carrera de entrenador y hoy integra el cuerpo técnico de 12 de Octubre de San Nicolás junto a Marcelo «El Gato» Acuña, quien jugara en varios clubes pampeanos.
«¿Si vivo solamente de esto?, no. En el interior es muy difícil vivir solamente del fútbol», asegura el hijo de Ernesto Grillo, el del «gol imposible» a los ingleses.

 

El recuerdo de Juan Carlos Aymú
«Ernesto era un fenómeno, como persona y como jugador», destaca Juan Carlos Aymú, el ex futbolista de Atlético Santa Rosa y All Boys que tuvo a Grillo como DT en las divisiones formativas de Boca Juniors.
«Nos sorprendía a todos por su humildad y su bondad. Se sentaba y estaba horas charlando con vos; a mí me aconsejó un montón de veces», agrega el Mula al referirse al autor del «gol imposible», a quien conoció en su primer día en La Candela, cuando aún soñaba con ser jugador del Xeneize.
«El fue el que me probó a los 16 años. Me habían conseguido una prueba de una semana en La Candela. En la primera práctica me salieron todas, y él (por Grillo) me alentaba. Pero me salió una ampolla en el pie y al otro día pude jugar solo unos minutos. Me mandaron a la enfermería y ya no pude participar de las prácticas, hasta que me tuve que volver», recuerda el santarroseño.
«En ese momento Ernesto me dijo ‘se puede ir pampeano, cualquier cosa le vamos a avisar’, y yo pensé ‘listo, me limpiaron’, porque habían probado 1.200 chicos y tenían que quedar 10. Y yo había jugado un solo día. Recuerdo que era diciembre y pensé que ya estaba listo, pero en enero me llegó el telegrama para que me presentara para ser jugador de Boca», explica el Mula, que vivió en La Candela entre 1974 y 1977 y, además de ser dirigido por Ernesto, conoció a su hijo Pablo, con quien hoy mantiene el contacto.
¿El famoso gol a los ingleses? «Ja, lo cargábamos a Ernesto; le decíamos que había sido un verso, y él se reía y nos contaba. ‘Si hasta me paré arriba de la pelota’, nos decía», cierra Aymú.

 


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