Martes 09 de abril 2024

Un título a la altura de Los Cebollitas

Redaccion 07/11/2020 - 09.00.hs

La tranquilidad de Alejandro Roca se rompió en los primeros días de noviembre de 1972. Un grupo de niños, representando a la pequeña localidad del centro-sur cordobés, acababa de ganar el campeonato provincial y era recibido por todo el pueblo como si la que hubieran levantado fuera la Copa del Mundo.

 

Eran los mejores de una provincia futbolera como pocas y se ganaban el derecho a jugar el Nacional, en el que los representantes bonaerenses iban a ser nada menos que Los Cebollitas, comandados por un tal Diego Armando Maradona. Esa frutilla no pudo coronar el postre por cuestiones de «logística» de la época, pero el equipo cordobés quedó en el recuerdo por el nivel demostrado y la trascendencia como profesionales de varios de los integrantes de ese plantel, entre ellos Carlos Olarán, compañero de Diego en Argentinos Juniors y campeón con el Racing de Alfio Basile.

 

Uno de esos futbolistas de no más de 12 años era Juan Carlos Manavella, quien un tiempo después llegaría a La Pampa para desempeñarse como docente, funcionario y directivo de la escuela Agrotécnica de Santa Rosa. Y para jugar al fútbol, aunque de manera amateur.

 

«Cuando pasa el tiempo vas tomando dimensión de lo que logramos aquella vez; del valor que tiene eso y de lo que significó para el pueblo», dice Juan Carlos, hoy habitual animador de los campeonatos de veteranos en Santa Rosa.

 

Único

 

En su casa de Villa Santillán, Manavella guarda como un tesoro el cuadro con la foto de aquel equipo de hace 48 años. «Para el pueblo fue una cosa infernal; tuvo una repercusión que nunca se había visto», recuerda al referirse a la revolución provocada por aquel equipo de niños que ganó el Torneo Intercomunal infantil del ’72 en Córdoba.

 

Los pibes representaban a Alejandro Roca a través de la Comisión de Deportes y Recreación de la municipalidad y llegaron a las finales provinciales con aspiraciones importantes. «En el pueblo no había infantiles, inferiores ni nada; solamente jugábamos, y esa era una camada muy buena», señala el ‘pampeano por adopción’, que tuvo un especial protagonismo en la fase final del torneo que se disputó en Santa Rosa de Calamuchita.

 

«El primer partido lo jugamos contra Alta Gracia; empatamos y fuimos a la definición por penales. En esos tiempos un solo jugador pateaba todos los penales y yo era el encargado. Pero erré uno y perdimos», cuenta, y revive su tristeza como si aquel disparo fallado hubiese sucedido ayer: «Mis compañeros no me dijeron nada, pero yo me sentía responsable y lloré muchísimo; fue muy duro».

 

Pero el fútbol da revancha. El equipo dirigido por Rodolfo Mancino y Pocho Olarán se recuperó en los encuentros siguientes y llegó a la final, en la que se encontró nuevamente con Alta Gracia. «Empatamos de nuevo y esta vez le ganamos por penales. Y volví a llorar, pero de alegría», agrega Manavella, que en esa definición le dejó su lugar a Hugo Mattea y su compañero convirtió todos los disparos.

 

«Cuando volvimos todo el pueblo se volcó a las calles para recibirnos; a 10 kilómetros ya había gente esperando para hacer la caravana. Fue un momento único», recuerda quien jugaba como puntero izquierdo en un equipo que contaba, entre otros nombres, con el de Carlos Olarán, el defensor que luego pasaría a Argentinos Juniors (compartió equipo con Maradona) y que se haría reconocido en el Racing del Coco Basile que en 1988 ganó la Supercopa.

 

Los Cebollitas

 

«La verdad es que teníamos un equipazo y quedó demostrado porque muchos chicos luego trascendieron a nivel regional o nacional. Además de Olarán, que es el más conocido, atajaba Daniel Chiaraviglio, que jugó en muchos equipos de Córdoba, y estaban Hugo Mattea, Carlos Viano y Fernando Congestre, que fueron profesionales», repasa Manavella, otra de las figuras de ese representativo de Alejandro Roca que se había ganado el pasaje para jugar el Nacional en Buenos Aires.

 

«En mi caso tuve la posibilidad de ir a Huracán, a través de un tío que tenía el contacto y le habían dicho que podían conseguirme lugar para quedarme en la pensión. Yo tenía 14 o 15 años y me acuerdo que me esperaban en el Autódromo de Buenos Aires para hacer la prueba. Pero en el momento me asusté, es la verdad, y no fui», se sincera el zurdo, hoy enganche entre los veteranos.

 

¿Qué pasó con el Nacional y el enfrentamiento con Los Cebollitas? «Al final no pudimos viajar por esas cuestiones de contactos que no teníamos; por la falta de comunicaciones de la época en el pueblo… Hubo un tema con las notificaciones, que llegaron a Río Cuarto, o no llegaron, y no pudimos ir», revela.

 

«Después, con el tiempo, cuando nos enteramos que podríamos haber enfrentado a Los Cebollitas y con Diego, te lamentás más, pero en ese momento éramos felices con lo que habíamos logrado», cierra Manavella. ¿Podrían haberle hecho partido al equipo de Maradona? Difícil: según los registros ‘caseros’ de Francis Cornejo, su creador, entre 1972 y 1974 Los Cebollitas ganaron 136 partidos seguidos.

 

El fútbol y la educación

 

«La ilusión que genera el fútbol no se puede describir; cuando era chico siempre soñaba con jugar en un equipo importante y ahora, de viejo, sigo con las mismas ganas y pensando hacer cosas con una pelota», resume Juan Carlos Manavella sobre su pasión.

 

Luego de su ‘hazaña’ con el representativo de Alejandro Roca en el provincial cordobés infantil, en su adolescencia dio sus primeros pasos entre los mayores en el Club Atlético Colonia (El Rojo) de su pueblo, que juega la Liga Regional de Canals.
Los estudios universitarios (hizo la carrera de Ciencias Agrarias en Córdoba) lo alejaron de la posibilidad de ser profesional, pero en La Pampa encontró el lugar para despuntar el vicio, al menos de manera amateur.

 

«Me vine a vivir a Santa Rosa al año de recibirme por un trabajo a partir de un programa de Nación», cuenta sobre su profesión, que lo vinculó con la educación pampeana como docente, funcionario (tuvo un cargo en el Ministerio de Educación) y directivo de la Escuela Agrotécnica, cargo que tuvo 28 años y del que recientemente se jubiló.

 

«Cuando llegué, jugar al fútbol en la Liga era imposible por mi trabajo, pero con el tiempo encontré el lugar para jugar con los viejos», dice con respecto a la Liga de Veteranos, en la que integró varios equipos campeones y también formó parte de diferentes selecciones santarroseñas.

 


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