Asumió Castillo
El flamante presidente de Perú, Pedro Castillo, inauguró ayer su mandato de cinco años con un discurso de 70 minutos en el que prometió un «cambio responsable» e insistió en la idea de convocar a una asamblea que redacte una Constitución para reemplazar a la de 1993.
«No queremos hacer cambios por el simple deseo de hacerlos, sino que muchas de las disposiciones hoy vigentes solo benefician a las grandes corporaciones», afirmó Castillo, un maestro de escuela rural de 51 años que milita en el partido de izquierda Perú Libre (PL).
El mandatario enfatizó que es «absolutamente falso» que su gobierno vaya a recurrir a expropiaciones o estatizaciones, como afirman sus adversarios, y puntualizó que los cambios se harán con respeto a la propiedad privada y a los avances logrados en los últimos años. En ese marco, prometió además «un golpe de inversión pública».
Con respecto a la convocatoria de una constituyente, Castillo advirtió que se hará de acuerdo con la legislación vigente, lo que implicará diálogos con las fuerzas representadas en el Congreso. «No se hará tabla rasa de la legalidad», señaló.
«Todos saben que una de nuestras principales banderas políticas es la convocatoria de una asamblea constituyente; insistiremos en esto pero siempre en el marco de la ley y la actual Constitución», indicó Castillo, con lo que desmintió a adversarios que aseguran que impondrá una nueva carta magna a la fuerza para perpetuarse en el poder.
Las posiciones respecto del cambio de Constitución y de la política económica generaban gran expectación entre los ciudadanos para el discurso inaugural, pues sectores de derecha, específicamente de los partidos Fuerza Popular y Renovación Popular, insisten en que hoy es el inicio de una pretensión de PL de llevar al país al «comunismo».
Castillo, educador de origen humilde y campesino, nacido en una familia quechuahablante del departamento andino Cajamarca, asumió la Presidencia en una ceremonia que contó con la presencia del rey Felipe de España y los presidentes de la Argentina, Alberto Fernández; Bolivia, Luis Arce; Chile, Sebastián Piñera; Colombia, Iván Duque, y Ecuador, Guillermo Lasso, además de diversos invitados, incluido el ex presidente boliviano Evo Morales, y que coincidió con la celebración del bicentenario de la proclamación de Perú como república independiente.
El nuevo presidente asistió a la ceremonia vestido con una sobria chaqueta azul y camisa blanca, sin la corbata que solía ser infaltable en ese tipo de actos. Además, lució como siempre su enorme sombrero blanco, propio de la tradición cajamarquina.
Apoyo.
Mientras eso ocurría en el interior del Congreso, en las calles del centro de Lima personas de origen humilde y procedentes sobre todo de las zonas andinas se concentraban para expresarle su respaldo a un presidente que derrotó por solo 44.000 votos a la candidata de derecha Keiko Fujimori y cuya victoria se quiso desconocer mediante denuncias de «fraude» para las que nunca se presentaron pruebas.
«Esperamos un cambio de verdad, eso es lo que estamos esperando todos los peruanos y yo sé que lo va a hacer el presidente», dijo la profesora cajamarquina Lizbeth Timpo, quien, vestida a la usanza de las campesinas de la región y ejecutando danzas típicas, esperaba una oportunidad de acercarse al nuevo gobernante.
A pesar del clima de tensión que dominó las semanas previas, el ambiente en la zona era de tranquilidad y sin presencia de los activistas que dicen desconocer la legitimidad del nuevo Ejecutivo.
El pueblo.
«Un gobierno del pueblo ha llegado para gobernar con el pueblo y por el pueblo, no los defraudaré», afirmó Castillo en el discurso inaugural, en medio de los aplausos de los congresistas de PL, que forman la mayor bancada, pero lejos de la mayoría absoluta que tendrán unidos los partidos de oposición de derecha y centroderecha.
«Yo soy el niño que un día estudió en la escuela rural 10.465 de (el caserío de) Puña; la historia del Perú silenciado es también mi historia», indicó el presidente, y resaltó que las elección de una persona con sus características supone un giro en un país con una historia milenaria en la que los pueblos supieron vivir en armonía «hasta que llegaron los de Castilla» (los españoles).
En concordancia con la idea de reivindicar a los pueblos autóctonos, Castillo anunció que el Ministerio de Cultura será rebautizado como Ministerio de las Culturas y que se impondrá que en los órganos estatales que por sus características lo precisen se atenderá en quechua, aymara o las respectivas lenguas selváticas, lo que implicará la capacitación de los funcionarios.(Télam)
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