Sigue la tensión en EE.UU.

Las protestas antirracistas no pierden fuerza y los repudios a la brutalidad policial se multiplican en Estados Unidos, mientras crece la tensión social, especialmente en Minneapolis, donde todos los policías que participaron de la detención y no evitaron el asesinato a sangre fría de George Floyd (46 años), fueron formalmente acusados y detenidos ayer. Al finalizar la tarde, poco antes de los toques de quedas, múltiples marchas volvieron a recorrer las calles de Nueva York, California, Minnesota, entre otros estados, y también cerca del parque Lafayette, a pocas cuadras de la Casa Blanca, protegida nuevamente por un importante cordón de la Policía y la Guardia Nacional.
En Minneapolis, los reclamos sociales continúan manifestándose en la calle y la presión empuja también la investigación. «Es un momento agridulce. Estamos muy satisfechos de que el fiscal general Keith Ellison actuó de manera decisiva, arrestó y acusó a todos los oficiales involucrados en la muerte de George Floyd, y agravó el cargo contra Derek Chauvin a homicidio de segundo grado», twiteó Ben Crump, abogado de la familia de Floyd, asesinado el lunes 25 de mayo, durante una detención rutinaria.
Crum ya venía presionado a Ellison para que imputara a los tres oficiales que miraron impávidos cómo Chauvin apretó el cuello del afroestadounidense con su rodilla, durante casi 9 minutos, y reclamaba que lo hiciera antes de hoy, fecha prevista para el funeral.
La decisión de Ellison estaría apoyada en una segunda autopsia oficial difundida ayer y que, a diferencia de la primera, confirma lo sostenido por el examen de peritos contratados por la familia: Floyd murió por asfixia y se trata de un homicidio.

Policía en la mira.
La ola de protestas desatada por el crimen de Floyd está provocando una intensa presión sobre los departamentos de policía, reclamando sanciones para los oficiales que abusan de su autoridad. Uno de los casos más difundidos ocurre en Atlanta, cuya jefa de la Policía, Erika Shields, reaccionó rápido y despidió a dos oficiales y suspendió a otros tres que atacaron a dos estudiantes universitarios que viajaban en su auto cerca de una protesta, un caso viralizado en redes sociales.
Pero el fiscal fue aún más lejos: imputó por delitos penales a los seis oficiales sancionados, lo que fue criticado por Shields, quien ya había advertido sobre el creciente malestar en la fuerza. «Los oficiales fueron despedidos porque me pareció que era lo que debía suceder. Eso no significa para nada que me quedaré sentada en silencio mientras veo a mis empleados arrastrados por un tsunami de manipulación política durante un año electoral», aseguró la jefa de Policía, citada por CNN.
Mientras crece la tensión sobre las policías locales, primera línea de las fuerzas de seguridad frente a las masivas protestas y saqueos intermitentes, el secretario de Defensa, Mark Esper, se refirió a la posibilidad de sacar a los militares a la calle, como amenaza el presidente Donald Trump. En conferencia de prensa desde el Pentágono, Esper consideró que la llamada Ley de Insurrección, que permitiría el despliegue de tropas en el territorio, no debería ser aplicada en este momento. «Solo puede invocarse en situaciones más urgentes y graves. Y no es la situación ahora», sostuvo.
Sin embargo, el Pentágono informó ayer que trasladó a 1.600 militares a la región de Washington, aunque aclaró que no están desplegados en las calles, sino en bases cercanas, informó la agencia DPA. El martes se observaron oficiales con uniformes militares, pero sin insignias, sobre las calles adyacentes a la Casa Blanca y otros edificios de la capital.
De todos modos, con el toque de queda vigente en muchas ciudades, Estados Unidos vivió una noche mucho más tranquila. Hubo saqueos esporádicos en Nueva York y un más que inusual cacerolazo en Washington, además de manifestaciones pacíficas en Los Ángeles, St. Paul (Minnesota) y Houston, informó la policías. Hasta el momento, hay más de 9.000 personas detenidas en todo el país, agregó la policía. (Télam)