Miércoles 24 de abril 2024

Un trabajo entre baldes y fantasmas

Redaccion Avances 01/05/2022 - 15.45.hs

Las empresas de servicio de limpieza han sido grandes empleadores en los últimos 15 años y en el caso de Miriam Rodríguez, un fuente de ingreso estable.

 

Miriam Rodríguez (41) es una trabajadora matutina de una importante empresa de limpieza de la ciudad. Su jornada comienza a las 4.30 de la mañana cuando todavía es de noche. Ella y otro grupo de mujeres ingresan a diferentes edificios de la ciudad para hacer jornadas de dos a cuatro horas consecutivas y luego siguen en otros turnos. Por ejemplo, ella abandona las oficinas a las 8 y regresa al mediodía a otro turno. En total tiene 24 horas de carga laboral semanal.

 

Es mamá de dos nenes (de 3 y de 10 años) y trabaja en el rubro desde hace 20 años. En dos décadas tuvo etapas de estudiante, de mamá y de ama de casa y asegura que está esperando el momento para poder jubilarse y dedicarse a sus asignaturas pendientes.

 

“Hoy disfruto de mi trabajo porque tengo estabilidad y mis horas están agrupadas, pero no siempre fue así, cuando comencé, al principio hacía dos horas en un servicio y luego dos en otro y así sucesivamente. era difícil”, admite.

 

En primera persona.

 

“Esta actividad es muy exigente físicamente, porque al llegar al hogar, allí también te esperan los quehaceres domésticos, pero por suerte tengo la agilidad de resolver muy rápidamente por la práctica; y enseguida ordeno todo”. También señaló que en el imaginario popular, alguien que trabaja en ese rubro es un amante de los artículos de limpieza y el orden, “pero en mi caso, soy todo lo opuesto”, dice entre risas. Conoce la clave para limpiar todo y asegura que con el tiempo se aprenden varios trucos para sacar manchas.

 

“Vas probando y googleando, productos. Te volvés una experta”. Normalmente los horarios que maneja hacen que lleve una vida organizada y cocina y se acueste temprano.

 

“Lo que físicamente más se resiente son las articulaciones, las muñecas que suelen ocasionar tendinitis, al igual que el dolor de cintura, que es un clásico. Pero lo que sí preservo es mi salud mental y los problemas los dejo afuera de mi casa. Quiero jubilarme a los 50 años. A mi edad, yo ya me paso de los aportes y si fuera por mí trabajaría 10 años más y luego sí me retiraría”, afirma.

 

Camaradería.

 

Miriam destaca el trabajo en equipo y el compañerismo. “Voy a los distintos servicios y nunca me sentí como que fuera la jefa por mi antigüedad en la empresa, sino que me siento como parte de un engranaje, en donde el trabajo individual es parte de un todo”.

 

Cada tanto tiempo, reciben la visita de los supervisores que chequean que todo en funcionamiento de acuerdo a lo que fija la empresa. “Las únicas desavenencias con las compañeras suelen ser que les pido que presten atención a tal o cual cosa. Y que no lleguen tarde. Porque esos son los temas que encienden las discusiones”.

 

“Siento que se le falta el respeto a los compañeros, son cosas que molestan. Pero realmente tengo buen trato con todas y si bien somos un grupo, cada una trabaja sola por sector”, aclara.

 

“Tenés que tener buena onda, porque estar en un ambiente aguantando a otro, ya es complejo. Creo que no es por ahí”, advierte. También dijo que lo único que no toleraría es el maltrato personal, el menosprecio o insulto.

 

Miriam no cuenta con otra opción de trabajo y aunque aún le falta más de una década para jubilarse, tiene muchos proyectos.

 

Entre los edificios más complejos para limpiar, se encuentran los supermercados en las horas pico. “Tenés que estar controlando los baños, el salón de venta, lo mismo los bancos, boliches y hospedajes”. 

 

“Cosa e Mandinga”.

 

La experiencia paranormal no escapa a Miriam y según cuenta hay algunos edificios que tienen fama de estar “embrujados”. “En la Escuela Agrotécnica se ha sentido que se cierra la puerta, también han escuchado voces... Yo la verdad que no, es más; escucho música y me concentro, trato de no pensar. Pero sé de compañeras que han tenido experiencias con cosas de índole fantasmagórico”, relata con seriedad.

 

A pesar de la rutina, no es cierto que siempre un día es igual a otro. “Este trabajo es una elección, he tenido la oportunidad de cambiar de empleo y estudiar. Al salir del secundario me fui a Buenos aires a hacer la carrera de Suboficial del Ejército, después empecé el Profesorado de Historia. Hice Magisterio, Inglés, Bellas Artes en el Crear y la Tecnicatura de Cerámica en el CMC”, enumera. Miriam reconoce que le habría gustado finalizar alguna carrera, pero priorizó la maternidad como les pasa a muchas mujeres. Sin embargo, decidió que finalizará la carrera de Historia en un futuro próximo. Una trabajadora que pese a las desventajas de ser mujer y de afrontar cada día la exigencia de su trabajo, sueña con otras posibilidades.

 

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