Domingo 19 de mayo 2024

“A mí las piernas no me van a crecer”

Redacción 10/05/2024 - 00.10.hs

“Hace días que ando con la presión por las nubes, y con picos de diabetes por la mala sangre que me hago. Estoy haciendo gestiones para que el Sempre autorice el servicio de ambulancia para que me lleve a rehabilitación, pero todo se complica y me da mucha bronca”. Carina Cisneros (49) es una mujer que perdió sus dos piernas afectada por una neuropatía diabética crónica. “Primero me amputaron una pierna y al año la otra; y la verdad es que es algo que no le deseo a nadie", cuenta sobre su triste situación.

 

Sin energía eléctrica.

 

Hace un tiempo este diario se encargó de informar que la casita que le construyó su padre –Héctor “Camacho” Cisneros, ex boxeador, albañil-, con todas las comodidades para que pueda moverse con comodidad con su silla de ruedas, no tenía energía eléctrica. Y tenía una explicación: estaba ubicada en el asentamiento que está al lado del barrio Santa María de Las Pampas.

 

Y si bien están quienes cuestionan la toma de esos terrenos, lo cierto es que hay planteada una situación de hecho. La vivienda de Carina es coqueta, linda y cómoda… pero no tenía luz.

 

Todo un tema porque ella es insulinodependiente, y al no poder usar heladera no podía tener la medicación en su vivienda. Su padre se encargaba –todos los días- de llevársela yendo en bicicleta desde su barrio (Peñi Ruca).

 

Una gestión realizada ante la CPE Santa Rosa y con autorización de la Municipalidad –atendiendo a una cuestión solidaria- hizo que finalmente pudiera tener luz y el problema se solucionó.

 

“Estoy mal”.

 

Pero como expresa un antiguo refrán que sostiene que “a perro flaco nunca le faltan pulgas” –significaría que a quien padece problemas pareciera que siempre se le suma alguno más-, eso sería más o menos lo que está sintiendo Carina que le sucede por estos días.

 

“Me ha subido la presión y la diabetes y estoy mal por estos momentos que me toca pasar. Empecé a mitad de abril a hacer trámites que todo el tiempo se dilatan para conseguir que me envíen la ambulancia que me lleve a ‘Rehabita’, donde tengo que ir de lunes a viernes a rehabilitación”.

 

“La silla son mis piernas”.

 

Contó que hasta hace unos días la llevaba una ambulancia (privada) “de las que asigna el Sempre. Pero hace casi dos semanas que no estoy yendo, porque no me autorizaron a seguir con ese servicio… me quieren autorizar como que tengo que ir en taxi (con reintegro a fin de mes), y no tengo plata para pagarlo porque la verdad es que lo que cobro es para comer”.

 

Obviamente tiene una movilidad reducida: “Es mucho para mí, yo no me manejo sola y cuando salgo tengo que hacerlo con alguien, y a veces tengo que pagar. Además está el tema de la silla, que la tengo hace tres años;y más de un año y medio que pedí cambiar las ruedas… le tuve que poner unas de bicicleta de carrera porque las originales se pinchaban. Y resulta que recién esta semana tengo autorizado el cambio. Y la verdad es que la cuido mucho a la silla, pero nunca le hicieron un service… es como que no entienden que son mis piernas”.

 

“Hay insensibilidad”.

 

Y siguió en un monólogo: “Siento que hay insensibilidad, que nadie se pone en mi lugar, no hay empatía. Por ahí alguien cuando le explico me dice ‘sí, te entiendo’. Y lo cierto es que nadie puede entender, porque no saben lo que se siente estar en mi condición; y a veces me hacen sentir una inútil, porque necesito ayuda y tengo que molestar a alguien… Siempre traté de molestar lo menos posible, pero hoy realmente lo necesito; y me da bronca porque ando, porque pago para que me lleven y me traigan, porque esto y lo otro”, puntualizó.

 

Carina también se refirió a su padre: “Mi viejo lo sufre también… y veo que envejeció muchísimo por todo esto. Tiene problemas de riñón, diabetes, presión alta y se hace problema por mí. Cuando me pasó de perder las piernas él a todo el mundo le decía: ‘Se me derrumbó el castillo, porque Carina siempre fue todo para mí. Mi hermano, mi padre y mi hija son mis sostenes… en el caso de mi hermano vive de un sueldo (en Guatraché) y siempre está para lo que yo necesite”.

 

La mujer agregó que tiene su hija “pero trabaja por horas, y además estudió para hacer masajes pero justo ahora tuvo un accidente en la bicicleta y se tiene que hacer la dentadura y también tiene que juntar plata porque es todo privado”.

 

“Es hasta cruel”.

 

“Lo que no entiendo es por qué me hacen revalidar mis problemas de salud… si está claro que a mí no me van a crecer las piernas. Que es una situación con la que tengo que convivir hasta el final de mis días. ¿Entonces es necesario eso? No digo si me piden un certificado de supervivencia… pero lo otro es hasta cruel”, reprochó.

 

En el final pidió que se le restituya el servicio de ambulancia para poder continuar su tratamiento… “Espero que cuando tenga que renovar la autorización no me hagan pasar por lo mismo, que no me tengan a las vueltas porque no puedo andar… me da mucha bronca, mucha impotencia”, completó.

 

Estado presente.

 

Hoy le ofrecen que vaya a rehabilitación en taxi, y obviamente es todo un trastorno incluso con la silla de ruedas. “Tengo dificultades para subir al auto, y en realidad lo que quiero es que me mantengan como fue hasta hace poco la ambulancia y la camilla”, dijo Carina.

 

Así de complicada es la vida de una persona discapacitada. Cabe preguntarse que pasaría con ella sin un estado presente –como se pretende desde Nación-, dónde quedarían esas posibilidades de asistencia. “Veremos lo que pasa ahora con mi reclamo y que me contesten favorablemente”, se esperanzó.

 

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