Viernes 26 de abril 2024

El canilla que anda “a las chapas”

Redacción 08/01/2024 - 08.18.hs

El pelo largo y la barba rojiza más larga todavía, y su típica gorra que se sacará muy pocas veces. Es “El Ruso de los diarios”. Hace años que circula por las calles en su bicicleta, y es uno de los últimos canillitas de la ciudad. Se puede decir que todo el mundo lo conoce, aunque sea de vistas… Es, si se quiere, un personaje popular y querible.

 

Anda de aquí para allá y saluda con un grito a quienes lo conocen, pero es capaz también de alguna palabra al pasar cuando tiene ganas de decir alguna cosa en tono de sorna… Se llama Juan Carlos Seiwal (55), y tanto puede estar en la Terminal de Ómnibus vendiendo diarios, o pararse circunstancialmente en alguna otra esquina de Santa Rosa.

 

Es santarroseño, y cuenta que fue “a la Escuela Especial Nº 2, ahí completé la primaria; pero enseguida tuve que arrancar a laburar, porque ya había fallecido mi papá en 1982. Tenía 14 años y tuve que salir de casa para ayudar a la familia, así que estuve como albañil, después de panadero y también me tomaron en un taller mecánico de Citroën”, resume.

 

Agrega que “sabía algo de albañilería” porque su padre estuvo muchos años en la empresa Andreatta. De su mamá Rosa Delia cuenta que falleció en 2001, que estaba separado de su papá; que tiene una hermana y un hermano pero no los ve: “No tenemos relación, te la hago corta”, argumenta para no seguir con el tema.

 

En pareja.

 

“El Ruso” agrega que está en pareja “pero viviendo en casas separadas” con Delia Liliana Peralta. “No tengo hijos pero ayudé a criar a los cuatro que ella tiene, y que ahora ya son grandes”.

 

Parece un tipo modernoso Juan Carlos con eso de que no vive junto a su pareja: “No sé si es así… pero sí, yo vivo solo en mi casa paterna en Paraguay y Joaquín Ferro y Delia tiene su casa. Pero nos vemos y somos muy compañeros”, afirma.

 

Y llama la atención, por su andar siempre “a las chapas” con su bici; pero también por su aspecto y -como quedó dicho- por ese cabello y esa barba rojiza que cada vez se nos antoja más larga. “Sí, hace años que no me la corto… apenas me la rebajo un poco; pero eso sí la tengo siempre limpita”, argumenta.

 

“El Ruso” narra que fue en el año ‘85 que empezó con la venta de diarios. “Vendía todos. LA ARENA, La Reforma a la tarde; pero también los de Buenos Aires: El Cronista, Clarín… ¿La Capital? No, no llegué, porque cuando yo arranqué estaba cerrando”, completa.

 

Buen vendedor.

 

Dice que tuvo “varias bicis… porque se rompen, pero también me paraba en distintas esquinas, muchas veces en la Terminal; o enfrente de la plaza, en Yrigoyen y Gil, que fue la última parada que tuve en el centro. Ahora los domingos me paro a vender La Arena en Pilcomayo y Antártida Argentina. Eso después de hacer el reparto -que hay que decir realiza todos los días- a unos 50 clientes que tengo. En esa esquina vendo otros 15 ó 20 diarios más”, sostiene. “Por suerte tengo una gran clientela, que nunca me dejaron y siempre pagan sin problemas”, acota.

 

Fanático de Boca.

 

Es popular “El Ruso”, y como quedó dicho lo conoce “todo el mundo. En la calle me la paso saludando, porque enseguida está el que me dice ‘Ruso cómo andás’. Y hay otros que me cargan por Boquita, y a esos algo les contesto”¨, larga la carcajada.

 

Es que como hincha de Boca -hay que decirle- ha sido “bastante hincha…”, de esos que pueden ponerse un poco cargosos. Sobre todo cuando el equipo de Carlos Bianchi sumaba copas Libertadores de América. “Es que Bianchi y Maradona son lo más grande que hay…”, insiste ante mi comentario.

 

“Lo seguí mucho al Boca de Bianchi, que tenía a Riquelme, a Palermo… era un equipazo, y a River le ganábamos seguido”, dice en tono de burla.

 

Cuando se le contesta qué tiene que decir de la época de Marcelo Gallardo en River se pone un poco más serio… “La verdad... ¡Qué bueno que se fue a Arabia!, ¡Que se quede allá!”, se ríe.

 

En la comparación entre Maradona y Messi no tiene dudas: “¡Maradona!”, aunque admite que obviamente celebró como todos la copa del Mundo de Qatar.

 

“Aún somos varios”.

 

Es de esos canillas de los que quedan pocos, y tal vez y justamente por eso muy reconocido: “No es que soy el último, porque todavía quedan varios, como Juancito García, Bocha Zimerman y otros que venden La Arena. Quedamos varios. Los otros días lo vi a Fasulo (Rodríguez), estuve charlando un rato y lo vi un poco delicado. Él era el más antiguo y se retiró hace un par de años”, señala.

 

Ha tenido una vida dura, porque el canilla soporta los fríos más inclementes del invierno, cuando la helada lo blanquea todo en la ciudad; y los calores más agobiantes que hacen que uno lo que menos quiera sea andar por la calle.

 

“Es verdad… a veces es dura la calle. Aparte siempre, con la bici, estás proclive a un accidente. Varias veces me atropellaron pero pude zafar porque fueron golpes menores y no caí en el hospital. Pero nos pasa a los que trabajamos en la calle andando en bicicleta. La verdad es que te podés matar y hay un riesgo permanente acá”.

 

“¿A qué hora arranco? Los domingos voy después de las 12 de la noche, a la hora que sale el diario; y ando más o menos hasta las 3 de la mañana. Y después vuelvo a andar a las 6 y media hasta el mediodía, aunque a veces son las 3 de la tarde y no regresé a mi casa”, precisa.

 

Confiesa que “a veces el cuerpo ya no aguanta... los huesos ya no son lo mismo, y a veces tengo que hacer una siestita corta. ¡Ya no soy un pibe de 20 años, y hay que admitirlo”, remata.

 

Lleva casi 40 años de canilla, y asegura que es un trabajo que va a hacer “hasta el último día de mi vida. Me gusta mucho esto, conversar con la gente… cuando vuelvo a casa miro un poco de televisión y escucho música. Me gusta mucho toda clase de música. Escucho la radio, a ustedes los de La Pelota (programa de Radio Noticias). Antes, cuando Carlos González me regalaba las entradas iba a la cancha de All Boys, pero ahora ya no”, manifiesta. “¿Salir a pasear? Dónde querés que vaya… Ya ando bastante con mi trabajo en la calle. Ya está”, asegura.

 

Un poco ingenuo.

 

De política no quiere hablar, “no me gusta como está todo ahora. Pero sí, soy peronista, pero está todo muy cambiado”, argumenta un poco quejumbroso.

 

De todos modos, con esa ingenuidad que tiene alguna gente, “El Ruso” sostiene que “¡este año van a venir cosas buenas, che! Igual yo voy a seguir trabajando como siempre, porque otra no me queda. Si lo que hice siempre fue trabajar… ¿Y entonces? A trabajar también en el 2024. Es lo que me toca. ¿No te parece?”, concluye.

 

Un Ruso saludador.

 

Anda en la bici siempre como apurado, pero no se olvida de pegar el grito y saludar a los conocidos; o hacerle una broma inocente a alguien a la pasada. “Lo que pasa es que todo el mundo sabe quién soy… y yo me acuerdo de todos. Por eso un gran saludo en este año que se inició, y no quiero dejar ninguno afuera… me estoy acordando ahora de Carlos Schulz de (ex) Vilcabamba, del Brujo Cabral, y también del Huguito Vargas -muchos años trabajador del Correo- que es un gran cliente mío. Ah!, y no me quiero olvidar de Ángel Cirilo Aimetta, que es un clientazo también”, completa.

 

La barba larga y rojiza, la bicicleta que va esquivando los autos mientras “El Ruso” saluda con su mano o con un grito… Eso sí, está menos cargador con Boquita ¿será porque este año va a mirar por televisión la Copa Libertadores?

 

(M.V.)

 

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