Miércoles 24 de abril 2024

“Me siento orgulloso de ser cartero”

Redacción 12/02/2024 - 00.11.hs

“¡Carterooo!”. Un grito clásico que, no obstante, se escucha cada vez menos, aunque por allí anden todavía recorriendo la ciudad, entregando correspondencia y encomiendas. Hubo tiempos, hace muchos años, en que eran aguardados en las casas con ansiedad, y por qué no con cierta excitación, porque se podía estar esperando la carta de un familiar, padres, hermanos, algún amigo, o tal vez de una novia o un novio que estaban en otros sitios alejados.

 

Eran portadores de noticias -de las buenas y de las otras, que también las había-, y realizaban un aporte necesario para la comunicación de la gente. Después, ya lo vemos, todo fue cambiando y de la mano de internet llegaron los mail, Instagram, mensajes y tantas otras aplicaciones más inmediatas y más utilizadas.

 

Pero el cartero persiste en su labor, y podría decirse, eso sí, que fue siempre trabajo de hombres, porque las damas fueron destinadas dentro de la repartición a otras tareas administrativas. De todos modos desde no hace mucho se ven algunas chicas en motitos carrozadas -con un cartel que dice Correo Argentino- que circulan repartiendo correspondencia, o paquetes más grandes. Porque los carteros entregan paquetes de solamente hasta dos kilos.

 

La labor del cartero quizás podría ser emparentada a la de los canillitas de otros años, esos que cruzaban la ciudad con sus bicicletas de una punta a la otra, y que se tornaban en personajes queridos en las casas a las que llegaban.

 

Los canillas, cabe admitir -aunque todavía quedan algunos- están en vías de extinción, pero los carteros persisten en su tarea de reparto de correspondencia. Y allí andan, de un lado para el otro soportando la canícula bochornosa de estas horas; aunque también saben de la crueldad de las temperaturas bajo cero. Así, con calor o con frío van montados a sus bici para llevar adelante la tarea que tienen encomendada.

 

Oficio.

 

Hay un cartero de Santa Rosa que se distingue por su amabilidad, y porque va por allí saludando mano en alto a todos los que va reconociendo. Tiene nada menos que 44 años en el oficio, y bien contento que está de la suerte que le tocó. “Me gusta mi laburo, por la gente que le muestra confianza a uno… Y sí, voy prácticamente a todos los barrios. Siento orgullo de ser cartero. ¡Sí señor! Gracias a este trabajo, gracias al Correo, pude criar mis hijos que por suerte están muy bien”, reseña.

 

Se llama Mauricio Alfredo González (61), y es nacido en Victorica. Recuerda que llegó a Santa Rosa “en una noche triste… Mi padre se llamaba Teófilo, era tucumano y empleado de Correos, y junto a él, con un camión cargado llegamos como a las 2 de la mañana. ¿Y qué pasó? Que de pronto salieron un montón de militares armados a ver qué pasaba. Papá explicó que estaba siendo trasladado por el Correo a Santa Rosa, y que se tenía que presentar a trabajar. ‘Vuelva mañana a las 6 y empieza’, le contestaron. Era el 24 de marzo de 1976”, precisa Mauricio.

 

La familia.

 

Su madre “se llamaba Aurora Presentación Pérez y era de Victorica. Yo tenía 13 años cuando vinimos a Santa Rosa; y de los nueve hermanos que formaban la familia quedamos seis”, relata.

 

Pasado el tiempo se casó y tuvo cinco hijos, “ya grandes: Noelia, Mauricio, Lucas, Diego, y Tomás; y ellos me han dado diez nietos. Seis varones y cuatro mujeres. Una linda familia, hace poquito fuimos a Las Grutas de vacaciones y la pasamos re lindo”, dice con alegría.

 

Hizo la primaria “en la Escuela 314, porque vivíamos en la calle Caseros a una cuadra de Antártida Argentina. Una familia de trabajadores, con el ejemplo permanente de nuestro padre. Mis hermanas mujeres cuando llegamos a Santa Rosa enseguida empezaron a trabajar en casas de familia”.

 

Si bien hizo dos años de secundario en el Ayax Guiñazú, llegó un momento que Teófilo le planteó que necesitaba su aporte para subvenir las necesidades de una familia numerosa. “Tenés que ayudarme a criar a tus hermanos, me dijo el viejo. Y entré al Correo cuando tenía 17 años. Fue en enero de 1980. Empecé de mensajero (los que llevaban los telegramas). Y recuerdo una anécdota de las que se daban mucho en ese tiempo: a las 12 de la noche cerraba el sistema, ya era medio tarde y a eso de las 10 de la noche llegó un telegrama que decía ‘Mamá muy grave’. Entregué ese mensaje y antes de la medianoche llegó otro: ‘No viajen. Mamá falleció’. Esas cosas pasaban”, rememora.

 

Amigos del trabajo.

 

Recuerda con cariño a compañeros de trabajo. “La verdad es que tuve unos jefes bárbaros. Juan Martín Caballero, Salvador Reale, Palito Díaz, Cotorra Benéitez, Loro Báez, Lila Llul ‘Pamperito’ Lambert. Se jugaban por vos”. Y menciona a otros compañeros: Darío Benéitez, Julio y Marcelo Domínguez (hijos de Terete), Chiquitín Vizeiro, Carlitos Calderón, Chiruli Villafañe, Beto Montigni que era el Jefe de los Carteros), Javier Vicente que ahora está a cargo; El Negro Chapado, Tati González, Huguito Vargas (con el que muchas veces supo repartir urnas en las elecciones),y Tati González que se está por jubilar. El cartero más antiguo es Rogelio Sosa; pero Mauricio sigue nombrando. Entre ellos a Juancito Mill (Jefe y reconocido músico santarroseño), Roberto Schneider. Paco Giménez, Wilberger, Didino, Tuco Aravena, Leo Balquinta; y antes César Perversi (hoy trabajador del Banco Pampa).

 

“Somos 21 en el Correo aquí, pero parece que van a sacar seis o siete y reducir personal. La verdad es que a mí si me dan el retiro me voy, porque para la jubilación me sobran años y en algún momento me va a tocar”, especula. Y además Mauricio es de esa gente que siempre tiene para hacer otra cosa: “Muchas veces me llaman para desempeñarme como mozo o barman en fiestas; y la verdad nunca le escapé al trabajo. ¿Sabés que varios años fui canillita de LA ARENA? Llegué a vender 250 ejemplares por día, con sólo pararme en el Sempre, el Banco de La Pampa y la Municipalidad. Y los fines de semana les llevaba el diario a la casa”, evoca.

 

El cartero va a seguir.

 

Mauricio asegura que el cartero no se va a extinguir. “Porque siempre van a existir los melancólicos que todavía se escriben cartas; y para las fiestas llegan saludos desde Estados Unidos, Italia, España... de todas partes del mundo. Son sobre todo postales porque te das cuenta al tacto. Pero todavía hay gente que escribe cartas”, afirma. Además el cartero tiene “mucho trabajo con Mercado Libre. Entregamos paquetes de no más de dos kilos de peso. Y hay mucho de eso”, señala.

 

Sostiene que recorriendo las calles se encuentra “todo el tiempo” con personajes de la ciudad. “Porque al cabo el mundo es chico. A mi padre Teófilo, que como te dije era tucumano, me contó que le tocó encontrarse un día con Palito Ortega (era 1953 y todavía no era famoso) que iba a vender café al hipódromo, se reconocieron como tucumanos y se dieron un gran abrazo”.

 

Una vida de hacer miles de kilómetros en bicicleta -imposible calcular cuántos-, y que “me posibilitó tener muchísimos amigos. Porque iba del Río Atuel a Colonia Escalante, andaba por Zona Norte, por Villa Moscú…”, se ríe de la ocurrencia porque así le decían a la Villa Alonso donde vivían muchos “rusos”.

 

Sobre los peligros de moverse en bicicleta señala que anda “con cuidado,pero lo peligroso son los automovilistas que van con su celular con el auto en marcha. Sí, son un peligro y no se dan cuenta”.

 

Agradecido.

 

El cartero dice que “el Correo me lo dio todo. Mi hija trabaja en el Sempre, y mis pibes en concesionarias de autos. Entonces no me puedo quejar y tengo que ser un agradecido de la vida. ¿Mis deseos? Tienen que ver con que mi familia, mis hijos y mis nietos estén bien. Saben que el camino es el del trabajo. La juventud debiera ser encaminada para que piense en trabajar, que sepan que el trabajo y el estudio los hace ser alguien en la vida. O al menos aprender un oficio, pero hay que trabajar”, repite.

 

El Correo va para sus 200 años.

 

Fue en 1826 que por una decisión de quien era presidente, Bernardino Rivadavia, nació la Dirección General de Correos, Postas y Caminos. Hoy, como empresa pública constituida como Sociedad Anónima (su único accionista es el Estado Nacional), cuenta con una red comercial conformada por más de 3300 puntos de venta en todo el país. Eso le permite a sus clientes acceder al servicio del Correo en cualquier lugar.

 

Fue en 1997 que con Carlos Menem la empresa Encotesa fue liquidada y la prestación de servicios postales le fue otorgada en concesión a la Sociedad Macri (Socma), y así nuestro país se convirtió en uno de los primeros países del mundo en privatizar el servicio postal.

 

El Grupo Macri tuvo la concesión del Correo hasta 2003, Cuando se rescindió con Macri el Poder Ejecutivo Nacional dejó en claro que la concesionaria sólo cumplió con el pago del canon durante el primer año; y que a 2001 la deuda del Correo con el Estado en concepto de canon ascendía a $296 millones, que en ese entonces era uno a uno con el dólar.

 

Se están cumpliendo ocho años desde que Mauricio Macri se autocondonó la multimillonaria deuda que su familia tenía y aún tiene con el Estado por el Correo.

 

A poco de iniciar su presidencia -con los Macri de ambos lados del mostrador- se acordó que la empresa Correo le pagaría al Estado su deuda con una quita del 98,87%, que representaban 70.163 millones de pesos menos. Con lo que queda claro que decir que Macri se autocondonó es correcto.

 

El Grupo Macri lleva más de dos décadas -después de caminar por diversos vericuetos judiciales- tiene esa deuda con el Estado y nunca pagó un peso.

 

(M.V.)

 

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