Lunes 20 de mayo 2024

Todos los caminos conducen a Parra

Redacción 10/05/2024 - 07.55.hs

Los sucesivos testimonios escuchados en los tribunales de Cipolletti durante los primeros cuatro días del juicio contra Pablo Parra, continúan aportando valiosos detalles que fortalecen la teoría de la fiscalía y aumentan las sospechas contra la versión del robo que ofreció el único imputado por el femicidio de la estudiante pampeana Agustina Fernández.

 

Durante la cuarta jornada, una de las declaraciones más conmovedoras provino de Mariana Huircal, la mujer policía que acudió al departamento minutos después del ataque y acompañó a la víctima hasta que llegó la ambulancia. Confirmó que tenía pulso y la observó convulsionar. “Fue muy feo, porque tengo un hijo de su edad”, confesó, con voz quebrada.

 

Ayer, frente al jurado popular también desfilaron un perito que analizó el trozo de tela con rastros genéticos de Parra; inquilinos de los departamentos vecinos; varias personas que estuvieron aquel 2 de julio en el complejo; dos primeros efectivos policiales que llegaron minutos después del crimen, y el oficial que tomó la primera declaración de Parra. Entre los vecinos, dos revelaron que escucharon gritos y golpes aquella tarde, pero no investigaron de dónde provenían.

 

“Ni se preocupó por ella”.

 

En los 14 años que lleva como policía, Mariana Huircal nunca había presenciado una escena como la del 2 de julio de 2022. Frente al jurado recordó que arribó al complejo junto a un compañero apenas cuatro minutos después del llamado de Monge. Cuando entró al departamento “Agustina estaba tirada. Lo primero que vi fue su cabeza, desfigurada”. Inmediatamente buscó signos de vida y pidió una ambulancia: “tenía pulso muy débil. Me arrodillé y le tomé su mano, le hablaba. No sé si me escuchaba. Fue feo porque tengo un hijo de su edad”, dijo sin contener las lágrimas. Huircal “esperaba que Agustina reaccionara, pero en un momento empezó a convulsionar”.

 

Mientras tanto, Parra “caminaba por el pasillo y decía que le robaron, que se llevaron los dos celulares y plata. Repetía que le habían robado y en ningún momento preguntó por Agustina”, confirmó.

 

Una evidencia clave.

 

Héctor Castillo es licenciado en Criminalística y dirige la Unidad Operativa del Ministerio Público Fiscal, en Viedma. Estuvo encargado de analizar en su laboratorio el trozo de tela azul que quedó enganchado en el cerco trasero y procesar las prendas de Agustina. Fue el primer testigo del día. Explicó que en una escena del crimen “hay permanentes intercambios” a nivel molecular que involucran cabellos, olores, fibras, fluidos y restos biológicos. “Ciertos elementos pasan entre víctima y victimario, algunos quedan en el lugar, otros se los llevan las personas”, dijo.

 

Contó que analizó una calza gris, zapatillas y un sweater, donde identificó sangre y restos de fibras de color azul, que fueron comparadas con el trozo de tela que contiene ADN de Pablo Parra, “un tejido constituido por fibras, azules en su mayoría, y unas pocas negras y amarronadas”. Castillo analizó la morfología, tonalidad, brillo, constitución y diámetro de sección: “ambas son fibras azules, no emiten fluorescencia y tienen brillo”, dijo.

 

Según el perito, hubo 15 restos de fibra azul encontrados en las zapatillas y el sweater, que “coinciden” perfectamente con el trozo de tela. Este resultado científico podría ser una evidencia muy comprometedora para el imputado, pero Castillo recomendó realizar “un estudio más específico” para establecer con certeza si es la misma tela. Esa prueba ya fue realizada y los peritos que lo hicieron figuran en la lista de testigos.

 

Vecinos y amigos.

 

Luego desfilaron personas que residían en el mismo complejo. Claudio Oliva contó que jugó un partido de fútbol y luego se quedó escuchando música y tomando cerveza con amigos. Vio llegar a Natanael Carrasco, a quien “conocía de antes”. Dijo que Agustina lo hizo ingresar al edificio y él pensó que ella “estaba engañando a Parra” porque los había visto juntos y creía “que estaban de novios”. No vio ni escuchó nada más y se acostó a dormir: “me despertó mi papá cuando se enteró, casi me tira la puerta abajo”, recordó.

 

Recién entonces supo que “habían golpeado a una chica” y que “se hablaba de un robo”.

 

Luego declaró Emanuel Parada, amigo de Adrián Monge, el vecino a quien Parra pidió ayuda cuando encontró a Agustina. Dijo que aquella tarde fue hasta el complejo “para buscar algunas cosas” a la casa de su amigo. Estaba en la vereda cuando Agustina y Parra se cruzaron en la entrada y “se saludaron cordialmente”.

 

El jurado también escuchó a los amigos que estuvieron en el departamento de Claudio Oliva. Uno de ellos, Rodrigo Riquelme, recordó que permaneció allí entre las 17:30 y las 19:30 del día del femicidio, escuchando música y bebiendo cerveza. No escuchó ruidos y el complejo le pareció “muy silencioso”.

 

“Solo pensaba en el robo”.

 

El agente que acompañó a Huircal, Alejandro Huecho, describió una escena muy similar y también recordó parra repetía que le habían robado y perdía que revisaran el patio y la habitación, pero ellos debían concentrarse en la víctima porque “no había nadie que reducir, ni detener” y no podían contaminar la escena.

 

Otro testimonio importante lo ofreció Jorge Llancafila, policía de la Comisaría 24 que entrevistó a Parra en el complejo de departamentos por su denuncia del robo. El imputado le dijo que Agustina era “una vecina” y el agente le pidió que acudiera a la sede policial para formalizar la denuncia.

 

Consultado por la defensa de Parra, respondió que no observó lesiones en sus manos y recordó que el imputado dijo haber conocido a Agustina en marzo, y que habían tenido una relación íntima y “seguían siendo amigos”. También dijo que Parra insistía para que inspeccionaran la habitación y el patio.

 

Gritos en el complejo.

 

Ayer se presentaron los primeros testigos que escucharon algo aquella tarde. Ricardo Espinoza, ex compañero de colegio de Parra y residente de un departamento en el complejo recordó que a las 19:50 salió a hacer compras y dijo que unos minutos antes, con el televisor y el lavarropas encendidos, escuchó “un mazazo y un grito: pará, pará”.

 

Explicó que era un golpe fuerte que asoció a la caída de una maza y luego el grito. Bajó el volumen del televisor y detuvo el lavarropas, pero no escuchó más nada.

 

Salió y regresó sobre las 22:30. Sus familiares ya le habían avisado sobre el robo preguntando si estaba en el complejo. Estuvo con la administradora y con Parra, quien hizo un comentario sobre Agustina: “ojalá se recupere, así puede decir si vio quién entró a robar”.

 

Otra persona que escuchó ruidos fue Daiana Morales, quien entonces ocupaba un departamento contiguo, pero actualmente reside en España, por lo que declaró vía Zoom. Contó que conocía a Parra como vecino, nunca tuvo un inconveniente con él y hasta compartían el servicio de internet. Tampoco alcanzó a tener mucho trato con Agustina, sobre quien Parra le hizo un comentario desagradable: “¿viste el bomboncito que me estoy comiendo?”, le manifestó mirando hacia el departamento de la joven pampeana. “Me dio asco, porque se estaba refiriendo a una persona”, afirmó.

 

Y reveló que durante la tarde del crimen, al mismo tiempo que Espinoza percibía algo parecido a un mazazo y “¡pará, pará!”, ella escuchó “a una mujer que gritó ‘hijo de puta".

 

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