Jueves 11 de abril 2024

De la gran deportista a la funcionaria

Redacción 19/04/2015 - 03.04.hs
Mario Vega - Dicen que la natación es el deporte más completo. Y naturalmente está bueno practicarlo, pero hacerlo como los deportistas de elite resulta un enorme sacrificio. ¿Qué encuentran en la soledad del agua?
La sonrisa amplia que le ilumina el rostro, la claridad para expresarse y no dejar dudas. Sí, esta mujer es aquella otra... la misma, sólo que algunos años más tarde.
Sentada frente a una computadora, revisa algún expediente, atiende el teléfono, resuelve situaciones... La mujer-funcionaria se desenvuelve en su oficina con naturalidad, como si no le costara moverse entre papeles y documentos que hacen a la marcha de una dependencia importante como la Dirección de Deportes de la provincia. Fue, hasta no hace tanto tiempo, una de las mejores deportistas del país. La natación fue su hábitat desde que apenas se alzaba una cuarta del suelo.
Alicia Barrancos es nacida en Santa Rosa, aunque buena parte de su vida transcurrió en Córdoba, donde competía y estudiaba, en Capital Federal (en el Cenard), y viajando por el mundo en su condición de deportista de elite e integrante de los seleccionados nacionales de natación.

La familia.
Su papá era el conocido médico Alfredo Barrancos, y su mamá Olga (fallecida joven). Son cuatro hermanos: Patricia (vive en Larroudé, es contadora), Adriana (también contadora, que supo nadar para el Club All Boys y hoy está muy dedicada al atletismo), y el mellizo de Alicia, Alejandro. "Papá era un hombre de mucha paz, le gustaba mucho leer historia y nos la enseñaba en forma de cuentitos... y mamá se dedicaba a la casa y a cuidarnos a nosotros", los recuerda.
Hoy, la familia íntima de Alicia la componen su esposo Ariel Cosci -también en su momento destacado nadador del Taborín, y profesor de educación física-, y sus hijos: las mellizas Magalí y Sofía (17), estudiando en Córdoba las carreras de Odontología y Arquitectura, y Franco (15) -el que queda en la casa de Alicia y Ariel-, que va al secundario y practica hándbol y natación.

 

Los inicios en el agua.
La primaria en el María y el secundario en el Comercial, mientras desde pequeña ya estaba "todo el tiempo" en la pileta del Club All Boys.
Ahora directora de Deportes de la provincia, desde octubre de 2013, Alicia Barrancos se muestra amable, diligente y resuelta en su función, siempre con esa calidez que destaca su espíritu, tan alejada de aquella frialdad o lejanía que supone estar horas y horas rodeada de agua.
Rememora aquellos tiempos de pequeña, los juegos con sus hermanos, y la cantidad de horas que pasaba en el Club All Boys. "Me fascinaba el agua, ya de cuando tenía 3 ó 4 años. Me acuerdo que éramos como 40 chiquitos que estábamos al borde de la pileta, esperando que el profe (Omar Lastiri) nos diera la orden de tirarnos de a uno... pero yo no aguantaba y cuando se daba vuelta estaba en el agua ¡Y no sabía nadar!... así que me tenían que sacar...", ríe al evocar.
De a poco, de la mano de distintos entrenadores -el mismo Omar Lastiri, que le enseñó a nadar; el uruguayo Cogdlang, Camarotta y, obviamente, El Chino Weigandt-, empezó a entreverarse en los torneos. "La verdad al principio no me destacaba para nada, pero de golpe, en un torneo argentino en Buenos Aires, donde me tocó la serie 1 cancha 1, donde van los peores, salí segunda con una buena marca. Y me empezaron a considerar distinto, me pusieron en la preselección y todo empezó a cambiar...", dice con tranquilidad, como si fuera algo natural. Quizás porque, inexcusablemente, el agua es el elemento donde más cómoda se siente: "Es verdad eso que dicen... los nadadores estamos todos locos. Horas y horas de entrenar sin hablar con nadie, nosotros y el agua... No es fácil, pero lo disfrutamos y es difícil de explicar, porque es un deporte absolutamente individualista", reconoce.

 

Sacrificio y triunfos.
En medio de obligaciones que cada vez más le agregaba el deporte, la adolescente que tuvo que privarse de muchas cosas. Aunque Alicia reconoce que "al menos" pudo hacer el viaje a Bariloche con sus compañeros de secundario, y salir alguna vez a bailar a los matiné, "cuando los horarios en que se salía eran otros. Y además controlada porque el Chino Weigandt dos por tres se aparecía, o se enteraba que habíamos ido", aclara.
Se fue a competir con el Colegio Taborín de Córdoba, y a estudiar, y empezaron los triunfos. Como medio fondista habría de conseguir 9 récords sudamericanos y 36 mejores marcas argentinas. Fue una década dedicada a la natación, tiempos de medallas -que nunca guardó, y que generalmente regaló al primero que se lo pidió-, de trofeos, de reconocimientos, y títulos que se iban sumando. Fue campeona sudamericana desde 1989 hasta 1996, ganó dos medallas de bronce en los Panamericanos de Mar del Plata y fue tercera en la Copa Latina. Alicia fue finalista en 400 y 800 metros en el campeonato mundial de 1994 en Roma, y en el mundial de piscina corta de río de Janeiro, y como quedó dicho fue olímpica en Atlanta '96.
Resultó galardonada en el 2000 con el diploma al mérito deportivo otorgado por la Fundación Konex, y el Círculo de Periodistas Deportivos Pampeanos le dio dos veces el Caldén de Oro, y ni recuerda cuántos fueron que ganó el de plata. También dos veces se quedó con el Olimpia.

 

Regreso a Santa Rosa.
Con sólo 24 años creyó que ya estaba, que era el momento del final, y resolvió dejar para empezar a vivir "como una persona normal". Se casó, tuvo las melli, vino Franco, y un día decidieron instalarse aquí... "A mi esposo (Ariel Cosci) le encanta Santa Rosa, así que no nos costó nada la adaptación", cuenta Alicia.
Los dos comenzaron a trabajar -¡por supuesto en natación!- en el Club Médanos Verdes. Allí estaba, de lo más tranquila, hasta que un día apareció Araldo Eleno para proponerle hacerse cargo de la Dirección de Deportes de la provincia. "Hubo varios profes que habían desistido cuando se les ofreció, y pedí un par de días para pensarlo... y me dije por qué no. Sé que hubo cuestionamientos desde el Copef pero no me afectó para nada ni me sentí ofendida. Entendí que defendían lo suyo; y hubo algunos que se acercaron después a disculparse... Ya pasó", dice segura.
No sabía qué le esperaba, pero sí que podía aportar sus conocimientos -obtenidos "del otro lado" del mostrador-, y sobre todo su perseverancia y su trabajo honesto. "Sí, tengo carácter, soy perfeccionista, casi obsesiva diría", se califica. Quienes la conocen saben que Alicia es estricta, una persona derecha. "Y es verdad, no me gustan los grises. Y además me gusta dirigir la batuta.. Será por eso que mi esposo tiene tantos trabajos... para verme menos", agrega divertida.
Pero tanta necesidad de no fallar, de no querer dejar nada librado al azar, hace que muchas veces se despierte a las 4 de la mañana. "Sí, me pongo a trabajar, e incluso tengo en la mesa de luz papel y lápiz por si tengo que anotar algo... mi psicóloga ya me dijo que debo dejar eso y relajarme un poco", consiente.

 

Volver al agua.
En los últimos tiempos decidió volver a la piscina. "Voy dos o tres veces a la semana, cuando puedo.... pero además tengo la idea de empezar a competir en aguas abiertas", cuenta una novedad. Así que es probable que en competencias que se desarrollen en algún río, lago o escenario parecido, esté nada menos que una ex olímpica argentina. Un verdadero lujo. "Pero esta vez sin tanta dedicación, disfrutándolo de otra manera", se pone como objetivo.
De hecho ya participó -junto a su hermana Adriana- de algún triatlón por postas, donde la ex deportista, claro está, se encargó de la parte de natación.

 

Ni afiliada.
Alicia se declara "amante de todos los deportes. Me gusta el fútbol y soy hincha de Independiente, y cuando estaba en el Cenard me gustaba ir a la cancha; y también vi bastante básquet, siguiendo al Atenas de los Milanesio".
Alicia Barrancos es hoy funcionaria, pero confiesa que no está ni afiliada ni se interesa particularmente por la política. "Lo aclaré apenas me ofrecieron el cargo, y no me pusieron objeciones".
Será por eso que trabaja con convicción en lo que mejor conoce; que se levanta a las 5 de la mañana porque sabe perfectamente que el cargo requiere compromiso. Ese que tiene desde que era primero una deportista común, como tantas, y que ratificó cuando sus logros la fueron llevando por un camino jalonado de triunfos.
Hoy es una funcionaria, de las más eficientes, sin necesidad de provenir de la política tradicional, o de estar afiliada a uno u otro partido. Así debiera ser siempre. ¿O no?

 

Sacrificio y decepción.
Un día, con la helada aún blanqueando el césped, ingresé al Centro Nacional de Alto Rendimiento, y mientras caminaba hacia el alojamiento, veía en la piscina -entonces a cielo abierto- dos brazos que se movían como hélices. Eran las 7 de la mañana de un crudo invierno, y la que nadaba era Alicia Barrancos. Me acerqué y admiré un rato esa demostración de tenacidad, de constancia, pero el frío pudo más y me fui.
Alguna vez le comenté a Alicia mi asombro por ese momento y ella, divertida, respondió que cuando entrenaba en Santa Rosa o en Córdoba -aunque en pileta cubierta- no era mejor. En el Cenard el agua estaba a 26-27 grados, y el problema era antes de ingresar y al salir, después de haberse levantado a las 6 de la mañana. Aquí los entrenamientos con el Chino Weigandt eran a las 5 de la mañana, lo que obligaba a despertar a las 4, y era parte del obligado doble turno, que se prolongaría por 5 ó 6 horas de más natación complementado con gimnasio. "En general pasaba 6 ó 7 horas en el agua. Sí, somos todos locos los nadadores", admite y vuelve a reír.
Barrancos fue deportista olímpica en 1996, pero pudo haberlo sido en 1992 en Barcelona. Precisamente para estas olimpíadas se preparaba aquella vez que la vi nadando a la intemperie. "Pero al final no fui a los juegos de Barcelona. Había hecho la marca requerida, y a último momento de seis nadadores quedaron 3 porque había que hacerle lugar a tres dirigentes. Fue una gran decepción, lo dije en todas partes, pero como siempre no pasó nada". Cuatro años más debió esperar para hacer realidad el sueño más grande de todo deportista.

 


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