Martes 23 de abril 2024

En los últimos 10 años el acuífero de Toay bajó 7 metros

Redacción 05/01/2014 - 04.11.hs

El cambio en la densidad de población de la zona de quintas entre Santa Rosa y Toay trajo consigo una notable baja en el nivel del acuífero que la provee: siete metros en los últimos diez años. Es necesario regular el uso.
La zona de quintas entre Santa Rosa y Toay, que encuentra en la avenida Perón su columna vertebral urbana, es una de las áreas que más creció en densidad en la última década. Además experimentó un cambio fundamental: dejó de ser un lugar de visita de verano o fin de semana para pasar a ser un área mayormente residencial.
Esto llegó con una serie de problemas no previstos inicialmente: escasos servicios urbanos, sobreexplotación de recursos y contaminación, entre otros.
Buena parte la comprende el barrio Lowo Che, en jurisdicción de Toay, delimitado por las calles Pato Argentino, al sur; Ñandú, al norte; Pato Colorado, al este; y Eje Histórico (Camino Viejo), al oeste. Se calcula que en los últimos años se asentaron entre 4.000 y 5.000 personas, número en aumento a partir de las facilidades para la construcción que supone el Plan Procrear.
El habitante de esta parte de Toay tiene sus particularidades: elige terrenos amplios para alejarse de la ciudad, tener su jardín -verdaderos parques según la extensión- y poder llenar la pileta en verano.
El agua bajo esas terrenos arenosos es una de las mejores del país. Y en los últimos años, una de las más explotadas.
Los geólogos Eduardo Mariño y Carlos Camiletti, investigadores de la Unlpam, estudian el acuífero que abastece Lowo Che desde hace casi una década; y son fuente de consulta del municipio de esa localidad. LA ARENA los entrevistó para conocer la situación actual del acuífero, su nivel de explotación, posibles consecuencias de la sobreexplotación y los riesgos de contaminación.
"Hasta hace 15 ó 20 años, lo normal era colocar las bombas extractoras a 33 metros, pero muchas de esas perforaciones quedaron en el aire. El nivel se estableció ahora en torno a los 50 metros"indicó Camiletti. "Ahí se nota que si uno no hace una explotación sustentable y se extrae más de lo que se le recarga, cada año se acumula un déficit importante", agregó Mariño.
- Pero si el agua que se saca vuelve a la tierra como riego, filtra desde el pozo ciego o retorna una vez que se vacía la pileta o el lavarropas, ¿por qué no se mantiene el equilibrio?
- Carlos Camiletti (CC): porque se recarga sólo un porcentaje. Una cuenta rápida: de los 40 metros cúbicos de una pileta, vuelven al suelo sólo 12, siempre y cuando se recicle el agua del barrefondo y que al vaciarla se lo haga en una superficie pequeña. El resto se evapora.
- Eduardo Mariño (EM): Además, el proceso de infiltración es largo. El agua se extrae en cuestión de segundos pero lo que se vierte y el agua de lluvia tardan mucho tiempo en retornar al acuífero. Con extracción creciente, siempre vamos a tener un desfasaje tanto en volumen como temporal.
- ¿Cuánto tarda en retornar?
- EM: Lo estamos estudiando. En el noreste de la provincia, donde también hemos trabajado, la recarga es muy rápida y medible porque el nivel está a 3 metros de la superficie, entonces el recorrido que hace el agua es muy corto. Las lluvias de la primavera pasada, por ejemplo, se notaron casi instantáneamente, pero las mismas precipitaciones en Toay ni se notaron.

 

Consumos.
Los habitantes de la zona "sienten" particularmente el impacto en las napas en diciembre, cuando el caudal que extraen las bombas se reduce, efecto relacionado con el llenado simultáneo de piletas. Por eso se tiende a creer que ése es el principal problema.
Camiletti y Mariño, junto con la ingeniera en recursos naturales María Irribarra, hicieron una estimación del uso promedio de una familia tipo para la zona del Lowo Che. El consumo neto por año de una vivienda fue estimado en 287,5 metros cúbicos teniendo en cuenta una distribución de 40% como uso doméstico (baño, cocina, limpieza), riego de parques (53%) y piletas (7%), presente estas últimas en el 75% de las viviendas. De esto, se produce un retorno al acuífero menor al 18% gracias, en su mayoría, al agua de lluvia.
Queda así a la vista que el problema no está en el llenado de piletas sino en el riego.
La baja eficiencia, según los especialistas, está relacionada por las pérdidas por el método de riego, la condición semiárida del terreno y el uso de céspedes en base a especies gramíneas con alto requerimiento hídrico. "Esto explica un descenso del acuífero que medimos en 70 a 80 centímetros por año", indicó Mariño. "En los 10 años de crecimiento del Lowo Che, el acuífero bajó 7 metros", agregó Camiletti.
En cuanto a las lluvias, calculando generosamente para esta zona un promedio anual de 700 mm, la recarga está calculada entre 35 y 50 milímetros. Restando el consumo proyectado, eso da como resultado un déficit por extracción que, según el área del barrio analizada, se ubica entre una vez y media y cuatro veces por encima del punto de equilibrio.
- ¿Cómo solucionar entonces el problema de la extracción abusiva?
- CC: Solamente con el uso racional del agua. El problema serio no está ni en el uso doméstico ni en las piletas, aunque siempre es importante cuidar el recurso. La clave del ahorro de agua es el manejo del riego, que se lleva el volumen grande del consumo. La solución no es prohibir el riego sino regar bien. Si se hiciera sólo a necesidad, la situación mejoraría. ¿Qué hay que hacer? Cuando llueve, ese día no regar, y si hay humedad, evitar el riego por dos o tres días. A no engañarse: a veces la superficie está seca pero a 3 o 5 milímetros, donde comienzan las raíces del césped, y más abajo todavía, está húmedo. Se puede tener sistema de riego pero ¿para qué automatizarlo?, sólo hay que prendelo y regar cuando sea necesario.
- EM: ¿Y por qué no poner pasto natural?, que ni siquiera necesita riego. Si uno quiere tener el patio como una cancha de golf de la provincia de Buenos Aires, seguro que el acuífero se seca, pero hay quintas que optaron por dejar el pasto natural y, bien cortado, queda hermoso. Por eso hay que explicarle a la gente que hay especies que no son aptas para este lugar y que en cambio otras, tanto o más lindas, por ser autóctonas están mejor adaptadas al ambiente y por tanto requieren mucha menos agua.

 

La misma pregunta le hizo LA ARENA a la secretaria de Gobierno de Toay, Marta Pérez, y más allá de resaltar la importancia de la concientización, la funcionaria indicó que desde el Plan Estratégico Territorial que viene encarando el municipio se planteó la posibilidad de obligar a delimitar, en futuros loteo, terrenos más grandes, ya que según los cálculos, las napas no soportan más que una perforación y media por hectárea. En la actualidad hay entre 4 y 5 por manzana.
También se está pensando en actuar sobre la legislación, para limitar por ordenanza los horarios de riego y formas de vaciamiento de pileta, entre otras, y multar a los vecinos infractores.

 

¿Contaminación?
Con el aumento de la densidad de población y la falta de cloacas, otra de las preocupaciones pasa por la posible contaminación de las napas. Camiletti y Mariño, que realizaron análisis químicos tanto en pozos como en perforaciones recientes y de más de 60 años, se encargan de bajarle dramatismo al tema.
"Hasta el momento no hay contaminación, no encontramos ninguna evidencia de que el acuífero haya sido afectado por los vertidos cloacales que hace cada vecino -indicó Eduardo Mariño-, los análisis químicos nos han dado perfecto. Igualmente sería bueno plantearse en algún momento hacer cloacas para proteger el acuífero".
Por lo pronto, desde el municipio toayense, Marta Pérez indicó que están adelantados los estudios para darle forma a un proyecto ejecutivo tendiente a llevar cloacas al barrio. Se trata de una iniciativa ambiciosa, teniendo en cuenta la extensión del área en cuestión y la distancia a los piletones de tratamiento.
La principal dificultad, no obstante, pasaría por el financiamiento. Si bien la cuestión está en estudio, se podría recurrir a una combinación de financiamiento propio, de Nación y la Provincia e incluso se pensó en establecer algún sistema que permita el aporte de los mismos vecinos.
"No hay que llevar alarma, el acuífero no se va a secar mañana -destacó Camiletti- pero ya se están notando los efectos de la sobreexplotación. El vecino tiene que entender que el primero que se perjudica si no cuida el recurso es él, porque en un par de años va a tener que gastar en poner la bomba más abajo o va a sacar agua de peor calidad por la concentración salina y no va a poder regar sus plantas. Si uno decide vivir en la zona, lo que quiere es tener tener buen agua por muchos años", completó.

 

¿Cómo funciona un acuífero?
Para entender cómo funciona un acuífero -popularmente se lo conoce como "napa"- vale la analogía con el mate: un recipiente con fondo impermeable cubierto por una capa de yerba. Entre las partículas de yerba hay espacios vacíos que se llenan de agua al cebar; a medida que el agua se acumula, empuja el aire hacia arriba y llena los espacios que quedan entre la yerba. La bomba extractora funciona como la bombilla.
La corteza más superficial de La Tierra está compuesta por diferentes materiales geológicos. De similar manera que el mate, en una primera capa las partículas sólidas se combinan con espacios que pueden contener sólo aire o aire y agua; es la zona "no saturada". Debajo de esta capa, los espacios se presentan completamente llenos de agua; es lo que se denomina "acuífero" o "napa", con una base de materiales más impermeables.
Su punto superior es el "nivel freático", que fluctúa en función de factores como el relieve del terreno -repite, con bastante semejanza, el perfil de la superficie-, la cantidad de lluvia recibida, la permeabilidad de los materiales de la capa superior, entre otros.
¿Cómo se abastece el acuífero? De la lluvia que cae en la superficie y desciende por gravedad penetrando los espacios "vacíos" entre los materiales hasta que encuentra el fondo impermeable. Allí se empieza a acumular hasta cierto nivel que depende de la cantidad de agua que siga recibiendo. Encuentra equilibrio cuando compensa la cantidad de agua que recibe con la cantidad que se le extrae. Si se extrae de más, se trata de un acuífero sobreexplotado, con la consecuente baja en el nivel freático.
Hace 20 años, las bombas extractoras en la zona del Lowo Che se colocaban a unos 32 o 35 metros de profundidad. Hoy se las instala por debajo de los 45 metros.

 

El gran problema.
Al principal problema lo constituyen los sistemas de riego automatizados, que se accionan aunque esté lloviendo, haya llovido el día anterior o se mantenga la humedad de la semana pasada. También es absurdo el riego en horarios inadecuados: se suelen ver regadores prendidos entre las 11 y las 16, cuando la evaporación es extrema. En relación a las piletas, se recomienda reutilizar el agua filtrada y, durante el vaciado, hacerlo en un área pequeña para maximizar la infiltración. Además siempre es posible ahorrar recurso reduciendo consumos domésticos.

 


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