Murió el ex juez Ozino Caligaris

A los 75 años, falleció ayer en nuestra ciudad Alfredo Ricardo Ozino Caligaris, reconocido ex funcionario del Poder Judicial de La Pampa, en el que se desempeñó durante 38 años.
Ozino Caligaris había nacido en Santa Rosa, y se había recibido como abogado y procurador en la Facultad de Derechos y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Ingresó a la Justicia provincial el 1 de junio de 1965 como secretario del Juzgado de Primera Instancia n° 2, con asiento en Santa Rosa. Pasó luego a ser secretario del Superior Tribunal de Justicia y, paralelamente se desempeñó como responsable del Archivo General de Tribunales.
El 17 de mayo de 1968 juró como juez de primera instancia y el 6 de agosto de 1970 pasó a actuar como juez de la Cámara en lo Criminal N° 1, adonde estuvo hasta su retiro el 1 de septiembre de 2003. En muchas ocasiones fue designado representante del Poder Judicial de La Pampa en jornadas nacionales de Derecho Procesal.
Caligaris fue un camarista de sólida formación penal, comprometido con su trabajo y su alta función como juez. Inquieto, sumamente perpicaz, adoptaba en los debates una actitud inquisitiva no bien un relato o una prueba no encajaba o lo hacía imperfectamente en la argumentación que llevaban adelante los testigos o imputados que participaban de las audiencias en las que actuaba como camarista.
Era hijo de Juan Anselmo Ozino Caligaris, recordado intendente socialista de la comuna santarroseña en los años en que la única participación democrática del entonces Territorio Nacional de La Pampa eran las elecciones municipales. Heredó de él, una sólido compromiso con el adelanto social y la justicia y una formación profesional (su padre era también abogado) ética y profundamente influída por el respeto a la ley.
Su compromiso social lo ejerció en el Club de Leones donde participó activamente tendiendo siempre a la mejora de las condiciones sociales y como activo integrante de la centenaria Sociedad Espiritista La Esperanza del Porvenir de Santa Rosa, entidad a la que estaba ligado por una arraigada herencia familiar.
Pero tal vez su labor más meritoria y poco reconocida fue la que llevó a cabo como magistrado en la recordada Cámara del Crimen N°1 de la Primera Circunscripción Judicial que marcó toda una línea de jurisprudencia y aplicación de la ley en recordados casos criminales. La severidad y el apego a la ley de esa cámara libró a Santa Rosa y su área de influencia de la actividad de bandas de criminales que llegaban de otras provincias y que, por temor a ser juzgados por una cámara que hacía, en no pocos casos, fallos ejemplificadores con fuertes condenas, evitaban cometer sus fechorías en su jurisdicción.
Esa tarea de cumplimiento de la función judicial como una comprometida defensa de la sociedad, lo tuvo como uno de los protagonistas en el único juzgamiento por parte de un tribunal pampeano de un grupo de tareas en los años del terrorismo de Estado. Fue a finales de la década del 70 cuando ese grupo de violentos delincuentes ingresó a La Pampa y llevó adelante una serie de hechos delictivos en establecimientos rurales del sur provincial para ser detenidos luego por la policía y juzgados y condenados por la Cámara que integraba Ozino Caligaris en pleno proceso militar.
Tal vez fue ese insobornable compromiso con una ética de la función judicial sin ataduras ni compromisos más que en su propia conciencia, (además de su no pertenencia al culto católico) el motivo por el cual nunca fue tenido en cuenta por los sucesivos gobernantes para un lugar en el Superior Tribunal de Justicia, lugar que le fue vedado pese a sus casi cuarto de siglo de desempeño como destacado camarista.
Lo sobreviven su esposa Amelia Carmen Jofre (también como él, fue jueza) y sus hijos, Cecilia María Ozino Caligaris, (abogada y actualmente consejera en la Magistratura en nombre del Colegio de Abogados), Eugenia (médica pediatra) y su hijo Juan (Ingeniero). Tenía cuatro nietas, Martina, Rafaela, Manuela y Pía.
El sepelio de sus restos se efectuó ayer en el cementerio local.