Domingo 14 de abril 2024

Religiosos que ayudan pero sufren con los robos

Redacción 23/09/2008 - 01.59.hs

Pertenecen a la Comunidad Ecuménica de Taizé, y están en la ciudad desde hace un mes. Viven en terrenos del ferrocarril, en carpas y toldos, realizando una importante tarea con la gente que más lo necesita.
Desde Taizé, en Francia, Loitze Schutz llegó a Santa Rosa junto a tres "hermanos" con el objetivo de continuar una misión que la congregación religiosa a la que pertenece empezó en 1.940. Allí, en la borgoña francesa, el teólogo suizo Roger Schutz (o Hermano Roger) fundó una comunidad monástica cristiana ecuménica mientras ayudaba a judíos y otros refugiados políticos que huían del nazismo durante la Segunda Guerra.
Loitze (o Hermano Luis) llegó a la ciudad junto a un francés y dos belgas, que en estos días debieron volver a Buenos Aires. Es que en el precario asentamiento sobre el Camino Centenario (al este del predio de El Indio) han sido víctimas de reiterados robos: les llevaron carpas, tajearon los toldos, los dejaron sin los medicamentos, les robaron una guitarra y los documentos (visas y pasaportes) de sus hermanos. "El intendente nos prometió un terreno fiscal para construir, mientras tanto estamos en éste que nos prestó el Onabe", relata.
Los objetivos de la Comunidad son buscar "la unidad de todas las religiones: hay un solo Dios por lo tanto no puede haber varias iglesias". El es católico, pero detalla que "hay hermanos anglicanos, evangelistas, luteranos, hinduistas y budistas". "Buscamos la reconciliación por sobre todo de la familia humana a partir de nuestra presencia y escucha entre los más pobres de los pobres".
Cultivan un perfil bajo y dice que no hacen "proselitismo", pero quiere darse a conocer a la comunidad santarroseña porque "alguna gente ha llamado a la policía desconfiando de nosotros". Según explica, van casa por casa pidiendo el pan diario ya que no aceptan "ninguna donación monetaria".

 

En el mundo.
La Comunidad de Taizé tiene fraternidades en los barrios pobres de Asia, América del Sur y del Norte y África. Cuenta Loitze que los únicos países donde no estaban eran Uruguay y Argentina, y por eso el arzobispo Bergoglio los invitó a comenzar su tarea en el país. "El obispado está muy contento que hayamos venido", cuenta sobre el recibimiento en Santa Rosa.
"Esta es la única diócesis en el mundo que no tiene pacto ecuménico", revela. Y señala que "lo que no hay acá en La Pampa es que todas las iglesias (bautistas, adventistas, luteranas y católicas) trabajen juntas, no hay nada".
-¿Por qué pasa eso?
-Son muy conservadores. Con los evangélicos, mormones, pentecostales tenemos muy buen trato y nos están ayudando mucho. Y con la gente que no tiene fe, ellos son los más abiertos. Los sacerdotes desconfían a todo lo nuevo.
-¿Ustedes qué tarea desarrollan?
-Somos monjes, nos dedicamos sobre todo a la oración. Nuestro carisma es ayudar a los pobres, dignificar a la persona humana, la enseñanza filosófica, visitar a los enfermos o a las cárceles u orfanatos. Y recorrer las calles buscando a los chicos que están en la drogadicción; a las chicas que están embarazadas y no quieren tener el hijo también las ayudamos.
-¿Ellos conviven con ustedes?
-En este momento tenemos cuatro personas indigentes, esquizofrénicas, con Alzheimer. Jóvenes que van y vienen, con un hogar muy inestable. Van allá a drogarse y nosotros los contenemos, tratamos de hablar con ellos. Hay gente indocumentada como estos chicos que están en la plaza que son de Senegal y Haití. Donde se nos necesite allí estamos.

 

Charlas.
Cuenta Loitze que, entre otras actividades que han realizado, el último fin de semana hicieron una charla sobre el Mayo Francés. "Se cumplieron 40 años y, como pertenezco a la internacional socialista, nos interesó; nos presentamos y juntamos 120 universitarios. Hablamos sobre Nietzche, Freud y Marx, como los maestros de la sospecha y el aporte que daban al cristianismo y los importantes que eran".
Dice que no es necesario compartir su liturgia. "Vos vas y estás invitado: si estamos almorzando, te sentás a almorzar; si estamos rezando, te acercás a rezar o te quedás desde afuera. Es la libertad, ¿no?".
Allí transcurren sus días, y se preocupa porque los ladrones consumieron los medicamentos que sus acompañantes necesitan. Están a la intemperie, con una pequeña carpa y las ollas y otros elementos desparramados por el lugar. Se ilusiona cuando por la calle de tierra se acerca una camioneta cargada de sillas. Pero sigue de largo. Y él continúa esperando alguna ayuda.

 


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