Domingo 14 de abril 2024

A los 103 años, mujer derrotó al Covid

Redaccion 12/06/2021 - 21.03.hs

Laurentina Ainó es la hija del mítico Félix «El Indio» Ainó y ahijada de Juan Bautista Vairoleto. El documento dice que tiene 103 años de edad, pero ella asegura que tiene varios más. En los últimos días contrajo Covid-19 y el viernes le dieron el alta. «No sentí nada, no me duele nada», aseguró en un video que subió Cabledigital.
En Telén ella es un «personaje ilustre». De acuerdo a su documento de identidad, «Laurentina» o «Doña Laura», como más la nombran en el pueblo, dice que nació el 14 de julio de 1917, pero ella confirmó que tiene «varios años más».
En un video que hace años se viralizó, contó que nació cerca del río Salado, y que la madre tardó varios años -creen que unos cinco- en asentarla «porque había que ir hasta Limay Mahuida». En el mismo documento visual, se confesó «hincha de Boca y peronista», y admiradora del futbolista Carlos Tévez.
Tuvo 16 hijos, y afirma que crió a varios chicos más. También que «perdió la cuenta» de la prole que les siguió. Familiares afirman que a partir de ella, el árbol genealógico se extiende a unos cien componentes.
Ella vive actualmente en su casa en el acceso a Telén, con su bisnieta Teresa Fernández (22 años), a quien crió desde muy pequeña, y dos tataranietos un varón de 7 y una niña de 5. Sigue levantándose entre 6,30 y 7, dándole de comer a sus gallinas, y haciendo pastar a sus chivas a las que encierra todas las noches.

 

Ahijada de Vairoleto.
En oportunidad de su centenario, Laurentina habló con LA ARENA y aseguró que es ahijada de Vairoleto, a quien conoció en persona porque solía andar con su padre, Félix «El Indio» Ainó. Ambos fueron parte de la historia del oeste pampeano donde hicieron un mito de sus evoluciones de rebeldía que muchos catalogan de «bandidos rurales».
Ambos murieron en enfrentamientos con la policía, Vairoleto en 1941 y Ainó en 1948. La vida del «Indio», el papá de Laurentina, le dio letra al poeta Juan Carlos Bustriazo Ortiz, quien escribió la poesía «Félix Ainó», y también está en las milongas de Julio Domínguez «El Bardino».
La centenaria mujer, fue testigo de esa época y tiene su opinión. «Mi papá y mi padrino se conocieron cuando andaban huyendo de la policía. Yo los sabía cuidar en el rancho cuando dormían la siesta para que no fueran a molestarlos. No eran hombres malos, sino trabajadores, pero la policía les tenía bronca y varias veces los estaqueaban en la comisaría como un animal y los tenían al rayo del sol. Lograron escaparse y no los pudieron agarrar más», señaló.

 

El Covid.
Hace unos días, Laurentina dio positivo de Covid-19. La familia tuvo mucha preocupación, pero ella lo enfrentó con su habitual entereza. Cursó diez días de aislamiento en su casa y el viernes le dieron el alta.
Ayer, Angie Cortez, colega de Victorica, relató en una nota que «doña Laura es una persona totalmente sana a pesar de su edad, ella misma se define como una mujer activa que no puede estar quieta, pero lo que su familia temía finalmente sucedió: a ella también le llegó la peor noticia, tras presentar algunos síntomas y luego de ser hisopada recibió el llamado del centro asistencial de la localidad informándole que era Covid-19 positivo».
«Obviamente para su familia, especialmente para su bisnieta, Tere Fernández, que vive con ella, fue un balde de agua fría, pero sabía que su abuela era una persona fuerte y su fe de que ella saldría adelante estaba intacta. Y así fue, en el día de hoy -por el viernes- publicaba su emoción a través de las redes redes sociales. ¡Feliz! ¡Mi corazón late con todo, ni viejita ya dada de alta! ¡Por fin pude verla, abrazarla, besarla! ¡No saben cuánto la extrañé!», agregó.
Además, Angie subió un video en la que Laurentina, con todo desenfado, agrega información a la situación. «Me traje la enfermedad de Santa Rosa», afirmó en las imágenes que registró su bisnieta Teresa.
También resalta el apoyo de su hijo Miguelito. «Me limpiaba los pisos, me hacía de comer, me limpiaba los platos, yo no hacía nada, estaba como una reina. Y gracias a Dios que no tuve ni un dolor», concluyó Laurentina Ainó.

 

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