Martes 09 de abril 2024

Cuando el negocio golpea a la pasión

Redaccion 08/06/2020 - 09.35.hs

¿Qué ocurriría en Argentina si un equipo de fútbol, con 70 años de historia, de un día para otro cambia de nombre y deja su ciudad para mudarse definitivamente a otra ubicada a cientos de kilómetros? En México, donde el negocio le sigue ganando terreno a la pasión, esa situación se confirmó la semana pasada, afectando a miles de hinchas y en particular a un pampeano, que como futbolista vivió sus mejores años en el ahora desaparecido club.
Monarcas Morelia cumplió 70 años la semana pasada, casi al mismo tiempo en el que sus dueños anunciaban que cambiarán de sede para el próximo torneo mudando la franquicia a Mazatlán, en el estado de Sinaloa, donde adoptarán un nuevo nombre: Mazatlán FC.
Atrás quedarán siete décadas de pasión de una afición muy apegada al equipo, tres campeonatos (el Torneo de Invierno 2000, el Apertura 2013 y la Supercopa de México 2013-14) y cientos de jugadores que se pusieron la camiseta amarilla y roja. Entre ellos el pampeano Mauricio Romero, que fue capitán y referente durante más de cinco temporadas en Morelia, una ciudad en la que además de transitar su mejor etapa como profesional, también vio crecer a su familia.

 

Cariño.
«En Morelia hay un gran revuelo por ese tema», cuenta el piquense Romero, que a los 37 años ya está retirado como futbolista y radicado en su ciudad natal. «En lo personal me apena mucho, porque estuve cinco años y medio en el club y dos de mis tres hijos nacieron allá», agrega el ex defensor, que jugó en Monarcas Morelia entre 2007 y 2012.
«En todos esos años le tomé mucho cariño a la ciudad y al club. Es una ciudad muy linda para vivir, y además en lo deportivo me tocó pasar muy buenos momentos», señala el pampeano, y recuerda que varias veces clasificaron para jugar la liguilla, que llegaron a una final con Pumas y que participaron de la Copa Libertadores.
«La gente se fue identificando conmigo y yo le fui tomando mucho cariño al club, y hoy soy un aficionado más. Por eso comparto la tristeza, la indignación y la molestia de la gente en este momento, porque no respetaron la historia del club y se los ha olvidado. Recuerdo a mucha gente que venía a acompañarnos siempre al estadio; gente de edad avanzada que ha querido mucho al club… Imaginate que de un día para el otro se lo saquen», agrega Romero, que jugó 151 partidos con la camiseta de Monarcas, en muchos de ellos llevando la cinta de capitán.

 

Negocio.
«Por primera vez en la historia, el fútbol de la máxima categoría de nuestro país arribará a Mazatlán, uno de los puertos importantes en Latinoamérica, con un proyecto innovador que buscará impulsar el espíritu incansable de los sinaloenses. El agradecimiento y respeto del club con la ciudad de Morelia y los michoacanos perdurarán por siempre. Monarcas Morelia fue parte de la historia contemporánea de la ciudad. Le pertenecen a Morelia y su gente los trofeos obtenidos, y el nombre de Monarcas», publicó el club en sus redes al anunciar su mudanza.
La franquicia es propiedad del Grupo Salinas, dueño de TV Azteca, y decidió trasladar al equipo 769 kilómetros hacia el norte, para instalarse en Mazatlán, estado de Sinaloa, donde el gobierno local hizo una fuerte inversión en infraestructura y en deporte para dar un salto en ese sentido.
Entre otras obras, construyeron un estadio nuevo para 25 mil personas con una inversión millonaria. Pero les faltaba un equipo de fútbol, por lo que el Grupo Salinas fue tentado por los sinaloenses y, apoyados en la reglamentación -los dueños pueden mudar a sus equipos de sede sin necesidad de aprobación de la asamblea general-, decidieron el cambio.
«No es una situación nueva para México, ya ha ocurrido con otros equipos. Lo que pasa es que acá se trata de un equipo que tiene 70 años y que nació ahí, en Morelia», cuenta Romero, surgido de Pico FBC y que en Argentina dio sus primeros pasos con la camiseta de Lanús, además de pasar por los seleccionados juveniles.
«Lamentablemente, con estas cosas el negocio invade la esencia del fútbol y se va manchando. Y la que sale lastimada es la gente, porque más allá de los logros lo que queda es la historia y los aficionados», expresa el pampeano.

 

– En Argentina sería impensado.
– Acá es distinto, hay un sentido de pertenencia más general con los clubes y los equipos. Allá la gente también es apasionada, pero los dueños apuntan a lo económico. Cando invierten en un equipo lo hacen por un negocio, y eso está bien si es una inversión, pero este tipo de cosas no debería permitirse porque no se respeta la tradición y la historia.

 

– El negocio tiene prioridad sobre la pasión…
– Sí, allá todo es negocio. El campeonato mexicano es muy lindo, hay grandes equipos y grandes jugadores, pero la prioridad la tiene el marketing y el negocio. Ellos miran siempre hacia la MLS (la Liga Profesional de Estados Unidos) y tratan de equipararse. Pero lo deportivo se debilita y lo sufren con la Selección, que por estas cosas no termina de consolidarse como para dar el salto en los mundiales.

 

– Hay un grupo de ex jugadores referentes del club como Darío Franco y el Fantasma Figueroa que buscan armar un equipo para que Morelia siga teniendo fútbol. ¿Es posible el proyecto, estás de acuerdo?
– Están tratando de mantener el nombre del equipo y partir desde el ascenso, pero el problema es que también (por una cuestión de negocios) se sacó el ascenso y habrá dos años sin ascensos ni descensos. Entonces la idea pasaría por tratar de llevar este proyecto a Primera División en unos años. Ojalá lo puedan lograr y mantener el nombre, porque la afición lo merece.

 

– ¿Viviste ahí tu mejores años?
– Sí, deportivamente sí porque me sentí muy feliz dentro del campo de juego. A diferencia de Argentina, donde somos muy apasionados pero a veces superamos una línea, allá se puede disfrutar más del fútbol. No hay tantas presiones, la gente va a ver un espectáculo como si fuera al cine, si perdés o ganás te piden autógrafos y pueden disfrutar del deporte más allá del resultado. Y para los jugadores es lo mismo, terminás disfrutando más y eso te lleva a sacar lo mejor de uno.

 

Argentinos en Mendoza.
En Argentina, donde los clubes son de los socios y no de dueños particulares, a lo largo de la historia hubo algunas experiencias poco felices de cambio de sede de un equipo de fútbol. Entre ellas, la más recordada es la del Argentinos Juniors de la temporada 1993/94.
El club de La Paternal pasaba por un momento económico muy complicado, jugaba en cancha de Ferro (su estadio estaba en obras) y fue entregado -en una especie de gerenciamiento- a la empresa Torneos y Competencias, que para provocar un golpe de efecto decidió mudar la localía al estadio Malvinas Argentinas de Mendoza.
Hicieron una gran inversión para conformar un buen equipo, que era dirigido por Osvaldo «Chiche» Sosa y se reforzó, entre otros, con Faryd Mondragón, Jaime Pizarro, Gabriel Cedrés y Roberto «Toro» Acuña.
A pesar del apoyo del gobierno de la provincia cuyana, que pretendía darle movimiento al estadio, la gente le dio la espalda y el equipo terminó solo: no lo iban a ver los mendocinos y tampoco los hinchas de Argentinos. Fue undécimo en el Apertura ’93 y decimotercero en el Clausura ’94, por lo que para la temporada siguiente regresó a su lugar de origen.

 

A la espera.
Mauricio Romero está transitando por una nueva etapa en lo profesional, como ayudante de campo de Mauricio Giganti en Ferro de General Pico, equipo que estaba jugando el Torneo Federal «A» hasta que la pandemia de coronavirus paró las actividades. «Estamos esperando la resolución con respecto a la reanudación. Estábamos en zona de clasificación y ojalá podamos volver a competir», dijo Romero, que como futbolista jugó en Lanús, Colón, Gimnasia y Esgrima La Plata y Agropecuario de Carlos Casares en Argentina, y en Morelia, Atlante, Puebla y Dorados de Sinaloa en México.

 

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