Lunes 25 de marzo 2024

«El feminismo me salvó la vida»

Redaccion 06/06/2020 - 21.47.hs

La mujer está obteniendo más espacios en el periodismo, tanto escrito, como radial o televisivo. La lucha por la igualdad de géneros le va ofreciendo más y mejores oportunidades aunque todavía falta.
MARIO VEGA
Precisamente hoy se celebra el Día del Periodista, en recuerdo del primer medio de prensa con ideas patrióticas. Un 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundaba la «Gazeta de Buenos Aires», siguiendo las directivas de la Primera Junta. La idea primigenia era informar de los actos oficiales y las noticias exteriores y locales.
Basta mirar hacia atrás para caer en la cuenta de la importancia que la prensa -y los periodistas- tendrían en el acontecer de nuestro país, desde entonces hasta el presente: el mismo Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli -nada menos- serían sus primeros redactores.

 

Algo va cambiando.
En poco más de 80 años desde que un Congreso Nacional de Periodistas realizado en Córdoba consagrara este como su Día, por supuesto se han producido muchísimos cambios de la mano de la tecnología. Y como conocemos y sucede en distintos escenarios laborales, a la mujer no le resultó justamente fácil desenvolverse en los medios de comunicación.
Pero ahora se puede decir que hay un cupo importante de participación femenina, aunque no en todos los casos con una mirada o una perspectiva de género.

 

Iniciando el camino.
Dicen los que dicen saber que fue una poeta y educadora uruguaya -pero nacionalizada argentina-, la primera periodista en nuestro país.
Es que ya en 1830 fundó La Aljaba, un periódico que circuló en Buenos Aires y que debatía temas de educación, arte, religión, letras y beneficencia, y en el que no faltaba la opinión política reclamando por los derechos de las mujeres.
«¿Hasta cuándo se verá el sexo femenino sumido en la obscuridad (sic) en que lo encerró el sistema opresivo de los que le negaban los conocimientos más sencillos?», se preguntaba.
La Aljaba interpelaba así al público femenino de la alta sociedad que sabía leer. Solamente pudieron publicarse 18 números, y el último salió en enero de 1831.

 

«Nuestras» periodistas.
Por aquí nomás, entre nosotros, tenemos varias -algunas amigas- que hacen su trabajo con pasión, talento y valentía. Así están las que ejercen la profesión como redactoras, o en espacios televisivos y radiales. Aunque se reclame que todavía no son las suficientes -y más aún en lugares de mandos-, hay que decir que algunas sí ejercen jefaturas como ocurre en el canal estatal y también en CPEtv; o en la corresponsalía de Telam por ejemplo. Y, además, la nueva directora de Radio Nacional Santa Rosa es una mujer, Nadia Villegas.

 

Más nombres destacados.
Más atrás en el tiempo -alguien me lo apuntó- Ana María Lasalle fue periodista-jefa de esta Redacción; también Tita Alcaraz -esposa de Raulito D’Atri- se desempeñó como archivera; y no puedo dejar de mencionar a Rosalba D’Atri, quien durante muchos años, y en tiempos complicados, estuvo a cargo de la Presidencia del Directorio de LA ARENA. Hoy una de sus hijas -Sonia-, ocupa el mismo puesto que su madre.
Hay que decir que en la carrera de Comunicación Social de la UNLPam son muchas más mujeres que varones. Hoy cursando el último año se ve que la diferencia es ostensible: 13 a 1.

 

Con perspectiva de género.
Andrea D’ Atri, profesora adjunta de la materia Práctica Profesional y Taller de Elaboración de Trabajo Final, expresó que «se han ido ganando espacios, y por supuesto eso está vinculado a la lucha feminista. No conozco ninguna periodista mujer que no se haga eco de eso».
En cuanto a publicaciones específicamente relacionadas a esa temática, salió en un momento la revista «Urbanas en red», que llevaba adelante Mónica Molina y en la que se abordaban cuestiones que tienen que ver con los derechos de la mujer.
De todos modos se puede afirmar que hay ámbitos que todavía parecen cotos cerrados de los hombres, como por ejemplo podría ser en el área deportiva. Aunque es verdad que -lentamente aún- se va avanzando también aquí sobre la estructura patriarcal.

 

Madre a los 14 años.
Elena Cáceres es… una luchadora. Sí, eso es. Madre de cuatro hijos, abuela joven de nada menos que nueve nietos, vaya si sabe de enfrentar las dificultades que la vida se empecina por ponernos por delante todo el tiempo. Aprietos que, en verdad, pueden resultar más ásperos y ostensibles para determinadas personas… porque es cierto que hay gente que su vida pareciera un viaje de placeres frecuentes -aunque todos tenemos nuestro karma que preferimos no mostrar-, pero para otros suele tornarse más difícil.

 

La familia en Regina.
«Nací en Villa Regina, Río Negro y me crié en Chichinales. Mi familia muy numerosa se componía de mi madre, doña Rosa; y un padre bastante ausente porque era camionero, aunque en algún momento fue juez de paz pero no lo recuerdo en esa función. Ya fallecieron los dos. Tenía 10 hermanos, y soy de las más chicas, la nueve en la escala exactamente, por lo que me crié con varios hermanos conviviendo en casa; pero ahora quedamos nueve. Mi madre era una mujer luchadora, con una historia dura, que supo a su manera superar. Una resiliente», la define.
«Tengo cuatro hijos, Marcos, Costanza, Lisandro y Pablo; y todos trabajan. Lisandro siguió mis pasos y es periodista (de LA ARENA). Y se completa la familia con 7 nietas mujeres y 2 varones», expresa.

 

Secundario, los varones.
Y cuenta: «De mi niñez recuerdo en principio que fue hermosa… en un pueblo chico con muchas amigas y amigos, que algunas conservo. Porque soy de vínculos para siempre, le pongo esmero en construirlos y cuidarlos, no como meta sino por esta personalidad que cargo. Hice la primaria en la Escuela n° 89 de Chichinales y esa es definitivamente la etapa más feliz de la infancia. En esos años no había colegio secundario en el pueblo, y la educación no estaba reservada para las mujeres… eran mis hermanos varones los que iban al secundario en Villa Regina. Yo no … por supuesto», dice como mostrando hitos que la irían marcando.

 

La decisión de irse.
Y agrega: «Estas cuestiones, mandatos sociales y familiares, hacen que las adolescentes nos armemos, tal vez de manera forzada, nuestro propio proyecto de vida. Con sólo decir que a mis 14 años esperaba a mi primer hijo», cuenta.
Tuvo necesidad de escapar de una familia tradicional, conservadora, para la que una hija adolescente y madre soltera «no era la mejor imagen social… No la estaba pasando bien. Un día, después de trabajar un tiempo en un galpón donde se embalaba fruta, y donde junté un dinero, me decidí y partí… Había tres micros posibles de tomar: uno a Neuquén, pero estaba demasiado cerca; otro a Buenos Aires pero la verdad es que me daba miedo; y el tercero a Santa Rosa. Llegué en la Semana Santa de 1979, cuando mi hijo ya tenía 8 meses, y hoy debo decir que fue la mejor decisión que pude tomar en aquel momento… Soy feliz en esta ciudad», asegura.

 

De Lenny a Elena.
Fue Lenny desde siempre, pero hubo una circunstancia que la llevó -ya en Santa Rosa- a que se hiciera llamar por el Elena que consta en su documento de identidad.
«Mi vida se divide entre la infancia y ya encarar la vida como madre… Por esta razón mis primeras salidas, proyectos y planes con amigas los viví en esa etapa y ya residiendo en La Pampa».
«Cuando vine mi hijo ya tenía 8 meses y tuvo que ver con una necesidad de escapar de una familia tradicional, conservadora, para la que una hija, mujer, adolescente y madre soltera no era la mejor imagen social… no iba a pasarla bien, de hecho no la estaba pasando bien. Me las vi venir y salí corriendo… esto de esquivar y seguir que te decía…», relata.
Al arribar consiguió alquilar en una casita cerca del Club Belgrano donde convivía con chicas que paraban en la calle, o en el cabaré, y a algunas las llamaban Yenny, o Lulú… «Y yo era Lenny. Fueron mis prejuicios los que me llevaron a utilizar el Elena de mi documento», dice muchos años después. Así pensaba entonces, pero en el trayecto -como toda la sociedad- fue cambiando y aceptando cosas que antes no le resultaban tan lógicas.

 

«Rodé y rodé…»
Y sigue contando, descarnadamente. «Cuando llegué rodé y rodé… no fue fácil, como no lo es para ninguna adolescente abrirse camino sola en un mundo hostil, adultocentrista y patriarcal. Me ‘salvaba'» un poco ser madre, pero igual nadie me escuchaba. Me las rebusqué, pero igual me crucé con gente que hubiera deseado no conocer…»
Lenny pasado un tiempo tuvo su «primer abrazo de bienvenida, refugio y contención en una mujer a la que le alquilé una habitación de su casa para vivir con mi hijo. Evarista Santillán, la mujer más buena del mundo… A partir de ese amor hacia mí y sobre todo a mi hijo comencé a volar, a crecer, a darme cuenta que podía ser y debía ir por lo mío».

 

La imagen, una coraza.
«Trabajaba en todo lo que podía: tenía altura, imagen, postura y decisión; y era algo irreverente también, no te voy a mentir», expresa. Comprendería después que muchas de sus actitudes eran «nada más que una coraza para protegerme, pero eso mucho después… En ese momento no lo veía así y para el mundo era un objeto, y cuesta fortalecerse con esa mirada social».

 

Las amistades.
Habla de sus primeras amigas, Malena Geuna y Laurita Muñoz, y «mi amigo del alma, ese hermano que te contiene, te abraza y está siempre, que fue Julito Font. Un sol en mi vida y en la vida de mis hijos mayores… Con Male todavía somos amigas, una muy linda persona que agradezco tener en mi vida. A Laurita me la llevó un accidente de tránsito demasiado temprano, y a Julito el HIV en 1996».
Fue «muchas veces feliz en el Bar de Sonia… hice muchas amigas y amigos, y especialmente Sonia. Allí, con ella, la pasaba bien».

 

«Me siento pampeana».
Lenny habla con pasión cuando mira hacia atrás, y no se guarda nada: «Mi vida que construí, la que recuerdo y elijo sostener en la memoria es en Santa Rosa… todo lo fue acá, me siento pampeana y agradezco estar viviendo este momento. En 1982 el Centro Empleados de Comercio crea el Instituto ‘1° de Mayo’ para que empleadas y empleados pudieran estudiar luego de la jornada laboral y me inscribí, y soy de la orgullosa primera promoción del año 1986. Ahí también coseché muchas amistades en profes, compañeras y compañeros que, por supuesto, conservo. Esa etapa me hace sentir orgullosa de las decisiones que fui tomando», evalúa ahora.

 

El periodismo.
Más tarde vino la carrera a término en la Universidad de La Pampa e ingresar, por medio del «Plan Trabajar» a Prensa de Casa de Gobierno. «Esta etapa es también puntual en mi vida porque ahí comencé a ejercer el periodismo con perspectiva de género y fue un espacio de gran aprendizaje. El periodismo institucional es otra de mis pasiones, pero sin poder ejercerlo con perspectiva de género, no lo elijo».

 

Nada es fácil.
«¡Qué pregunta! ¿Si soy un personaje?… supongo que como todos. Yo no me quedo quieta porque no le temo a los obstáculos, y con acciones espero hasta poder sortearlas. Como que me siento, respiro y vuelvo a intentar… Si son personas esquivo y sigo, siempre intentando dañar lo menos posible y tratando de no salir dañada. Como a todas y todos nada me es fácil, cada logro me costó mucho y a veces pienso que si no fuera así no me interesaría en ello», reflexiona.

 

Trabajo, trabajo y más trabajo.
Razona que hoy en día hace «muchas cosas más de las que puedo a veces… Dirijo ‘Diario Digital Femenino’, cuento con un enorme grupo de personas que suman a diario y mis colaboradoras cercanas, compañeras y amigas: Sofí y Alejandra. Pero también dicto cursos, talleres, capacitaciones con perspectiva de género; para colegas de periodismo y comunicación con perspectiva de género, analizo producciones periodísticas. ¡Producciones!… que no quiere decir medios o colegas… y siempre con el objetivo de sumar, de mejorar juntas y juntos. Siempre que quieran, claro. Me gusta mucho esto que hago, aunque cueste que se reconozca y sobre todas las cosas me formé para eso. Doy conferencias nacionales e internacionales y lo más reciente, integro el grupo de asesoras del senador nacional por La Pampa, Daniel Lovera», indica.

 

Lo que viene.
Tiene sueños, realizables, posibles. Los que nos son comunes… «cosas chiquitas que mejoren mi mundo y el de quienes me rodean. Arreglar la casa, poder dedicar tiempo, mimos, juegos, lectura a mis nietas y nietos. Compartir con mis hijos/as y para eso también es necesaria una estabilidad económica, básicamente, aunque me las he sabido arreglar aún en las peores situaciones. Ellos son siempre mi prioridad… ¿En lo colectivo? el sueño pasa por tirar abajo el patriarcado, y como eso no se logra con una sola acción, voy hacia mi sueño junto a muchas compañeras. Y se va a caer…», dice con convencimiento.

 

La política.
Lenny es declarada peronista, «porque es como ser hincha de Boca, se nace… Desde mi formación feminista hago política a diario, todo es político: las compras, el consumo, el lenguaje, los vínculos… lo personal es político. Y en lo partidario o de gestión, en el espacio como asesora en Género del senador Lovera».

 

«Mi lugar en el mundo»
Cuenta su historia con entusiasmo, diciendo lo que siente: «Santa Rosa es mi lugar en el mundo y con eso te resumo todo. Un lugar sano e intenso para vivir, y aquí soy feliz. Tengo lo que necesito… Y el privilegio de vivir en una ciudad capital chica, cercana a todo, y esa ventaja permite crecer, hacia adentro y para afuera».
«Soy amiguera, de amar y contener, estar y reclamar que estén. Tengo un gran grupo de amigas y amigos que son los que me sostienen y creo profundamente que la gente que me crucé en la vida me hizo bien, han templado mi personalidad de hoy, la que fui construyendo junto a ellas y ellos».

 

Un largo camino recorrido.
Y completa: «Estoy bien, porque no todo el mundo sabe y puede identificar cuál es su lugar en el mundo, y tenerlo determinado es fuerte y hermoso. Siento, con esto de crecer junto a otras mujeres, orgullo y seguridad… tengo algunas batallas ganadas y muchas más perdidas, pero aprendí cuáles son las que no vale la pena dar… Y sí. Estoy tranquila y feliz…»,
Ha vivido mucho… como que a los 14 años fue madre, y a los 32 ya era abuela, y así se podría concluir que lo transitó todo vertiginosamente, tropezando pero levantándose cada vez con coraje… porque había que seguir. Le peleó a la adversidad y -ya lo dijo- perdió y ganó… Y a esta altura cabría decir que -a su manera- marcó huella… Y aunque no lo podamos afirmar con seguridad, tal vez uno de los objetivos de la vida sea precisamente ese… Sí, vivir, hacer… y dejar huella…

 

«Somos las más precarizadas».
«Las mujeres en el periodismo seguimos siendo las más precarizadas, las que no llegamos a espacios de decisión aún hoy, cuando hay sitios donde han nombrado a compañeras como editoras de género en la mayoría de los casos no son escuchadas con la profundidad que debieran y terminan valiendo las opiniones de los varoncitos», opina Lenny.
Y agrega: «También se nos sigue calificando por la imagen física producto de los estereotipos de belleza invento del patriarcado y para uso del mercado. Otras cuestiones más graves aún son las violencias que padecemos en el ejercicio de la profesión, hacia adentro de los medios, en la calle y en el ejercicio de nuestro trabajo… basta con mirar un poco la realidad en toda América Latina».

 

Diario Digital Femenino.
Desde 2012 Lenny publica el Diario Digital Femenino. «En mi cabeza lo imaginé algunos años antes y como una necesidad de recopilar información con perspectiva de género, una especie de archivo e insumo para todas y todos. Si bien los medios, ahora más, difunden información relacionada con estas cuestiones todos tienen data diversa, no específica», expresa.
Por eso pensó «en un lugar donde además pudiéramos replicar las voces de las personas que producen contenido, y contenidos propios. Hemos transitado varios años y estamos logrando ser un sitio que las personas eligen leer. Ejercer el periodismo con perspectiva de género no es fácil, pero sí un compromiso y es muy necesario. Esto no solo para ‘beneficio’ o el bien de las mujeres, lo es para todas, todos y todes», reafirma.
Asegura que su Diario Digital Femenino es «el único formato de diario de América Latina con material específico», y que se ilusiona con que «se amplíe y pueda ser una empresa que pueda darle trabajo a otras mujeres. Ese es un sueño, y además que la información llegue a todas», sostiene.
Lenny se encuentra enfrascada hoy en día en un trabajo feminista territorial. «Conseguimos con un grupo de personas que nos aprobaran un proyecto de extensión universitaria en la UNLPam para trabajar en territorio en proyecto sobre ESI en el barrio de Zona Norte», concluye.

 

Dolorosas vivencias
Lenny Cáceres explica que el feminismo, «no con ese nombre puntual, me llegó a edad temprana, cuando podía observar tal vez sin reconocerlas, pero sí me hacían ruido, las desigualdades entre los varones y las mujeres. Como nos ponían en un lugar violento para vivir, que nos dañaba y a nadie le llamaba la atención; y es más debíamos callar. Por ahí creo que me llegó y luego fui juntándome con otras, a leer, charlar, debatir y definitivamente el feminismo me salvó la vida».
Las vivencias de Lenny han sido en algún momento dolorosas, y por eso valora el feminismo: «Ojalá me hubiera llegado a una edad temprana, porque me hubiera salvado del 70% de las violencias y el dolor. Hoy es mi forma de vida, mi lucha, el tiempo para compartir y siempre escuchar a otras, valorar su palabra».
Razona que «cada una construye su militancia desde su lugar, la estructura y todo lo que trae de su historia. Es un proceso que cada una vive de manera diferente, y en la lucha colectiva nos encontramos», cierra.

 


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