Jueves 25 de abril 2024

Enfermería, una profesión irremplazable

Redaccion 23/05/2020 - 21.18.hs

Hay que tener mucho coraje y mucha generosidad para desempeñarse en determinadas tareas. En el caso de los y las enfermeros/as no solamente deben tener conocimientos sino también un espíritu especial.
MARIO VEGA
En una definición elemental podría señalarse que la enfermería «es la ciencia que se dedica al cuidado y atención de enfermos y heridos, así como a otras tareas de asistencia sanitarias, siguiendo pautas clínicas». Sería un axioma si se quiere técnico, y expresado de esa manera hasta se me ocurre que podría sonar como una enunciación casi aséptica, en la que no parecerían tener lugar las emociones…
Y creo que dejarlo sólo en eso es injusto. Porque precisamente si de algo no se puede prescindir al hablar de enfermeros y enfermeras, es del valor humano, en el que obviamente están presentes la solidaridad, la comprensión y el compromiso. No se puede dejar de tener en cuenta que la profesión está llevada adelante por hombres y mujeres que experimentan sentimientos y emociones que suponen sufrimientos y tristezas; pero también -claro- alegrías y regocijos… según el acontecimiento de que se trate.

 

En primera línea.
Hoy corren tiempos complicados… Tanto como no hemos conocido antes en esta dimensión… estamos ante una situación que no vimos venir, que no podíamos imaginar, que ciertamente no estaba en los cálculos de nadie. Y obviamente en este contexto extraordinario y sorprendente, juegan un papel preponderante los profesionales de la salud. Médicos, enfermeros y enfermeras… están hoy en la línea de fuego.
En nuestra provincia esperando expectantes el devenir de los acontecimientos, que ojalá sean más benévolos que las tragedias que conocemos de otras partes del mundo. Aunque nadie puede aún saberlo.

 

Los cuatro del barrio.
Hace algunos días se celebró el Día del Enfermero/a y se me ocurre que, si bien hubo algunas menciones, no se celebró de la manera que esos profesionales merecen… Quizás porque la vorágine de los acontecimientos lo va pasando todo por arriba.
Por eso la idea de considerar en estas columnas un poco más extensamente el tema; y pensando un poco recordé que de mi barrio -Villa Tomás Mason- conozco a cuatro personas que abrazaron la profesión de enfermería. Gente conocida en la ciudad -en algunos casos por su vinculación con otras actividades (deportivas)-, que supieron hacerse querer en los círculos que han frecuentado.

 

Quiénes son.
Pero la particularidad está dada en que son cuatro hermanos, que abrazaron la profesión de enfermeros. Los Zalabardo… Horacio -el mayor-, Omar, Analía y Hugo… El primero hoy director asociado del Hospital Lucio Molas -primer enfermero en ocupar tan alto cargo-, Omar itinerante (cubriendo huecos donde falte uno de sus colegas), Analía trabajando en Clínica Modelo; y Hugo, que en estos días tramita su jubilación en la CPE Santa Rosa, y que tiene pensado en el futuro dedicarse a la investigación en el área.

 

Matrimonio de enfermeros.
Horacio Zalabardo es el mayor de los hijos de Jorge Antonio (Policía de Territorios Nacionales)‚ y de Adelina Mocca (ambos fallecidos). Está casado con Dora Amalia Kremer, la entrerriana que conoció cursando estudios secundarios en Villa Libertador General San Martín (Entre Ríos), en la escuela Adventista. La «Rusa», como la llama es también… ¡Sí, enfermera!.
Tienen tres hijos: Mauro, Cintia, y Franco (28), los mayores son trabajadores sociales, y el menor es uno de los mejores jugadores de básquet de All Boys. Y además están los nietos: Lautaro (20), Augusto (15), Emilio (8), Alma (7) y Felicitas (4).
Alguna vez los Zalabardo -padres e hijos- vivieron en el Hospital viejo (hoy barrio Güemes), y más tarde se trasladarían a San Juan 1.032, a metros del Club Argentino, donde ahora vive Analía.

 

Varios años afuera.
No hace mucho tiempo Horacio recordaba en estas columnas su paso por la Escuela 314; después los inicios del secundario en la ENET N° 1, hasta que por iniciativa de su madre fue a continuarlo en Villa General San Martín, donde iba a permanecer varios años. Desde allí regresaría con quien hoy es su esposa…
Cuando pibe, junto con Omar -después del almuerzo- salían a andar el barrio. «Volvíamos de noche, después de haber pasado por la canchita de la 314, y juntarnos más tarde frente a la Catedral, en la plaza, con Marcial Villegas, Justino Heredia, Brujo Cabral… a nosotros no nos tocó vender diarios ni lustrar, pero estábamos siempre con ellos».

 

Omar, el itinerante.
El itinerante.
Omar Alberto Zalabardo también cuenta lo suyo. «La vida de chicos como mucha de la gente del barrio… con bastantes limitaciones económicas y tratando de rebuscarnos de la mejor manera, codo a codo con Adelina. Nuestra madre, una leona de verdad, que se preocupaba muchísimo y estaba siempre pendiente».
También hizo primaria en la ex 314, en calle Antártida Argentina; secundario parte en la ex ENET de Santa Rosa y el final en el Colegio Adventista del Plata en Villa Libertador San Martín (Entre Ríos), igual que su hermano mayor. «Estudié Enfermería en la Escuela Doctor Joaquín Ferro de Santa Rosa, que hoy ya no existe, e inmediatamente empecé a trabajar en el Hospital ‘Virgilio Tedín Uriburu’ de Realicó».

 

El barrio y los amigos.
Omar parece regocijarse al recordar la infancia «feliz en el barrio, nuestra casa de la San Juan… los amigos que siempre están: Tino Rodríguez , ‘Llanitos’, Carlitos Argañaraz, El Gordo César Alfaro, que falleció muy jovencito… Ya adolescentes hacíamos buen equipo con Edgar Soria, Cacho Morales, ‘Juanchila’ y Cacho Lemos y Tatín Rubio. Era una ronda que comenzaba en la esquina de Jujuy y Mendoza y de ahí a Amancay para terminar la noche en Kascote. Había varios lugares, pero ese era único».

 

Jovencito a trabajar.
Disfrutó mucho aquel tiempo, pero pronto tuvo que ir a trabajar a Realicó. «Era chico, no había cumplido los 20. Allá fue volver a empezar, nuevos amigos… corría 1977 y no era fácil venir seguido a Santa Rosa, pero por suerte me fue muy bien. Conocí gente excelente, compañeras/os de trabajo… hubo un matrimonio, Raúl Álvarez y Norma, los padres de ‘Raulito’, actual director del Molas, que me ayudaron mucho y casi me adoptaron», completa.
En Realicó se casó, y tuvo su primera hija, María Daniela, que es escribana y vive allí, y quien le dio su primera nieta, Ilda Sofía.

 

La vida…
«Después me divorcié y volví más tarde a formar pareja de la que nació María Paula, que tuvo a mi segunda nieta, Paz», agrega., María Paula es también enfermera especializada en Terapia Intensiva Neonatal, y vive y trabaja en Córdoba.
Y sigue contando Omar: «No sé si es el destino o qué… pero de la mamá de Paula también me separé y hoy, ya quieto y mucho mas tranquilo, vivo en Doblas con Mariela Olmedo, quien es médica de Salud Pública en el hospital del pueblo. Con ella me casé en noviembre de 2017», agrega.

 

La enfermería y el fútbol.
Los tres hermanos fueron buenos jugadores de fútbol. Horacio y Hugo han sido campeones de la Liga Cultural y jugaron en muchos lados, y ambos vistieron las casacas de All Boys y General San Martín. Omar no se desempeñó oficialmente, pero participa en la Liga de Veteranos (en realidad los tres lo hacen), y la verdad es que juega bien… aunque a veces -esto también es cierto-, a veces «se le sale la cadena» y termina expulsado.
«Me hubiera gustado dedicarme mas al fútbol, pero la profesión me absorbió porque es apasionante. Dediqué mi vida full time a la Enfermería, y casi siempre trabajé en dos instituciones de manera simultanea, aunque nunca me aleje del fútbol. He colaborado en todos los lugares en que estuve, y en Realicó muy cerca del Club Sportivo, donde dejé muchísimos amigos».

 

Amigos en toda La Pampa.
Recuerda que «mientras estudiaba Enfermería, personas conocidas le ofrecieron a mi madre becarme para estudiar Medicina… posiblemente la urgencia por trabajar fue la que me llevó a rechazarlo; pero quiero aclarar que no me siento un médico frustrado. Fue una elección y no me arrepiento, porque entiendo que como enfermero he sido todo lo más útil que pude… y lo percibo a diario en el reconocimiento de infinidad de pacientes y colegas. Mis últimos 16 años los cumplí como enfermero itinerante, recorriendo la Provincia completa, y varias veces, y por eso tengo conocidos en todos los pueblos de La Pampa…», dice no sin cierto orgullo.

 

La influencia de Adelina.
Analía los escucha mientras ellos cuentan lo suyo, y por lo menos en esta conversación es la que menos habla… Aunque no sé si siempre será así…
«Cómo no ponerme melancólica al ir hacia atrás y recordar lo vivido, que fue más bueno que malo. Los seis hermanos fuimos a la 314 -a pasos de la casa paterna-, y tuvimos lo que puede decirse una infancia honradamente humilde… con nuestra madre increíblemente luchadora. ¡Fue nuestro pilar!… lo que peleó para que pudiéramos empezar a forjar nuestro futuro. En mi caso la secundaria la empiezo en el Comercial y la termino en el Centro Polivalente. Allí hice también una especialidad artística y me recibí de Maestra de Danzas Folklóricas… y claro, el sueño era montar una escuela de danzas, porque creía que era mi futuro ideal», rememora.

 

Analía y la adolescencia.
Se remonta a lo que fue «una hermosa adolescencia, dividida entre el club All Boys, donde jugué pelota al cesto mucho tiempo, y las salidas al boliche con Mirta Losada, Patricia Miranda, Mariela Waldegaray, mis amigas… sin olvidarme de mi primo y amigo Dany Mocca».
Cuando no fue Adelina -el motor de la familia- la que le insistió para que estudiara Enfermería… «¿Ser enfermera? No estaba en mis planes, aunque creí que tenía que darle una chance a la propuesta. Eso significaba también dejar de trabajar en la panadería de la calle Alvear, de la familia Arredondo, donde había entrado a los 16 años… Me acuerdo que salía del colegio y me iba a trabajar. Gente muy buena, que incluso me permitió conocer el mar en unas vacaciones en la que me llevaron con ellos», evoca agradecida.

 

De la Escuela a la Clínica.
Le faltaba poco a Analía para recibirse en la Escuela de Enfermería, cuando se presentaron dos vacantes en la Clínica Modelo… «Para mi asombro fui una de las elegidas, pero el puesto vacante era en la Unidad de Terapia Intensiva y dije que no… ¿recién recibida en un lugar así? Pero quien me estaba haciendo la entrevista me dijo que espere para hablar con el jefe del servicio. ¿Y quién apareció? El doctor (Mario Rubén) Kohan. Sí, el actual ministro de Salud, quien me llevó a conocer las instalaciones y ahí me decidí: ‘Sí, esto es lo que quiero’, me dije. Y ahora puedo decir que no me equivoqué, porque amo lo que hago… con esa adrenalina diaria que nos da cada día la UTI. Desde hace unos cuantos años estoy en la jefatura del servicio», completa.
Luego armó su familia, y «la vida me siguió premiando con mis cuatro hijos varones, Luciano, Alejandro, Bruno y Enzo… y no hay mucho más para contar. Sólo agradecer a la vida por todo: por esta familia hermosa que tenemos gracias a Dios… Y repitiendo que nuestra madre debe haber sido enfermera frustrada; que por eso de seis hijos cuatro seguimos la profesión», cierra.

 

«Yo les doy luz».
Hugo es el menor de la familia, y cuenta sonriente que sus hermanos «son buenos, pero yo les doy luz». Es una chanza que tiene su parte de verdad… Es que trabaja en la Cooperativa de Electricidad desde hace muchos años.
Obviamente pasó por la 314, después la ENET N° 1 hasta quinto año, para terminar el secundario años más tarde recibiéndose de Bachiller.
Hugo también es egresado de la Escuela Provincial de Enfermería con el título de Auxiliar; y egresado de la Universidad Nacional de Rosario con el de Enfermero Profesional.
Obviamente tuvo la pelota como juguete desde que empezó a caminar -sería destacado futbolista de varios clubes-, pero alguna vez también le hizo al sóftbol de la mano de Alejandro Eberhardt en el Club El Fortín.
Le tocó trabajar desde muy chico. «Con José Caliba en invierno vendiendo kerosén por las calles con el camioncito Ford A; y en verano con fletes de arena, ladrillos, y recorridos por los tambos trayendo la leche para Lácteos Pampas de la CPE. Pero además me tocó parar palos en la cancha de bowling de All Boys mientras estudiaba», resume.

 

El cineasta.
Se ríe con ganas al evocar que «más o menos a los 14 trabajaba en una carbonera con el Rafa Fernández: llegaba el camión con el carbón a granel, lo descargábamos a mano y lo embolsábamos; y a los 16 en los cines Monumental y Marconi, también con el Rafa… ahí hacíamos de todo: pegar los afiches en los comercios, limpiar la sala, recibir las entradas, acomodar y proyectar las películas».
Después del Servicio Militar estuvo un par de años en Calzar y en el ’87 entró a la CPE «donde estoy, aunque ya empezando los trámites de la jubilación», cuenta.
Siempre jugando al fútbol, en All Boys, San Martín, Sarmiento, Belgrano, Independiente, Itatí, Atlético Santa Rosa, Club Luz y Fuerza y Cultura Integral de Colonia Barón.
«¿De enfermero? Trabajé un tiempo en la Terapia de la Clínica Modelo e hice algún artículo 6° en Salud Pública», agrega.
Hugo no quiere dejar de mencionar a los amigos «del barrio: Rafa Fernández, Oscar Bustamante, Daniel Alfaro, los Leme, Rodríguez, Gauna, ‘Cato’ y el ‘Gordo’ Santamarina, Pablo Lazo, los Gil, ‘Cartu’ Fernández, los Scoles. Las salidas eran más para adentro del barrio, porque se pasaba poco para el otro lado de las vías… Eran ‘monumentales’ los ‘asaltos’ en lo de Peralta en la Río Negro, o los encuentros en lo de Gauna en el pasaje ‘Estrecho de Magallanes’. Y de La Chola, mi vieja… ¡qué decir! No hay palabras para definirla; y en cuanto a mis hermanos… son los que elegiría para pasar por esta o cualquier vida». Hugo tiene dos hijos, Matías Santiago y Juan Simón; y un nieto, Astor.

 

El barrio de ayer.
La vida de cuatro personas de Villa Tomás Mason… Creo que no se los dije -o tal vez sí-, pero la verdad me emociona su historia de familia… tal vez porque se parece a la mía. O quizás porque me estoy poniendo grande, y me tiran el barrio, y los recuerdos…
Y de verdad, «Zalabardos», que orgullosa debe estar «La Chola» desde cualquier lugar que los esté mirando… Y vaya si tendría motivos.

 

Familieros y amigueros
Resultan divertidos los Zalabardo… Tienen la particularidad de llevar en su ADN el haberse criado en Villa Tomas Mason, y se encargan siempre de reivindicar sus orígenes, además de regresar recurrentemente a esa casa a pasos del Club Argentino donde vivieron siempre -en San Juan 1032- donde ahora reside Analía.
Son familieros, amigueros, y siempre tendrán a mano una broma, o una salida ingeniosa; pero se muestran -eso sí- muy respetuosos de las relaciones humanas. Por eso son personas queridas y respetadas y tienen amistados en todos lados; aunque aclaro (por si acaso), y lo digo constantemente, que nadie cuenta con toda la tribuna a favor…
Los cuatro son reconocidos, mucho por la profesión que eligieron, pero también por ser gente de aquí (en este caso de «mí» barrio) que tienen el mérito del esfuerzo de empezar desde muy abajo.
Desde diciembre del año anterior, Raúl Álvarez es el nuevo director del Hospital Lucio Molas, y Horacio Zalabardo uno de los dos directores asociados de la institución. «Es un orgullo… merecidísimo…», expresa en nombre de los cuatro Analía.
Es que es la primera vez que un enfermero ocupa un cargo de tanta trascendencia en el ámbito de la Salud Pública.
Ellos no son los únicos profesionales de la Salud en la familia, porque la esposa de Horacio -Dora Amalia Kremer- también es enfermera; y Mariela Olmedo, es médica y ejerce en el área de Salud Pública en Doblas.
Alguna vez Oscar García señalaba -sobre esa barriada de «atrás» de las vías- que era especial, y aseguraba que es un «cuadrado mágico», del que han surgido verdaderos valores: los mejores cantores y guitarreros -y cómo no mencionar a Leoncio Ramos, a los hermanos (Pelusa, Chiquito, Gustavo, Changuita), a los integrantes de Las Voces del Caldén, El Bardino, a Paulino Ortellado, y también al Víctor Hugo Godoy, entre tantos otros. Y por supuesto también a futbolistas y boxeadores destacados; y además hasta una científica como Ana Caumo. Y por si faltaba algo hay que sumar enfermeros, profesionales y comprometidos. Y ahí… anoten a los Zalabardo. Claro que sí…

 

Se arma la kermesse.
«Somos mucho de juntarnos… casi siempre en mi casa en Doblas, porque soy el más pudiente…», dice Omar y todos se ríen con ganas. De esas juntadas participan los seis «Zalabardos», ellos cuatro, «pero también ‘Moni Argento’ (irónicamente identifican así a su hermana Olga, que vive en Buenos Aires), que viene siempre y a veces tenemos que echarla; y a Néstor que es comerciante… despensero, peluquero. De todo», cuentan.
Llegando el fin de cada año marchan todos a Doblas para «el antes y el post Navidad. El último que hicimos fue ‘Chau 2019’, el que pasó… y así todos los años», comentan. Pueden llegar a reunir entre 50 y 60 personas… «Familiares y amigos. Y se arma la kermesse, porque se organizan juegos de tejo, fútbol-tenis, jugamos a voltear tarros…», indica Analía.
«¿Para dormir? Colchones inflables en el piso, colchonetas… nos arreglamos», completa. «¿Sabés cómo se extraña eso…», coinciden.

 

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