Viernes 19 de abril 2024

«Es un ejemplo de conservación»

Redaccion 16/04/2021 - 21.07.hs

Para el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, La Pampa es un ejemplo en la conservación de bosques nativos y naturales, con una de las tasas de deforestación más bajas del país en el último siglo.
JUAN JOSÉ REYES
La Pampa es ejemplo por la conservación de sus 3.999.107 hectáreas de bosques nativos y naturales, el 16,7% de Argentina, según el titular del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié. Además es el cuarto distrito con la menor tasa de deforestación del último siglo. El 70% cubierta por vegetación natural y 30% restante es un área incorporada a cultivos (anuales y perennes). A la vegetación se la clasifica en cuatro tipos fisonómicos: bosque abierto caducifolio de caldén; pastizal natural; arbustal y el matorral.
Hay 3 categorías de bosques nativos según el grado de protección. El rojo, el de mayor valor de conservación con el 3% del país (49.605 hectáreas); el amarillo de mediano valor pero con degradación ambiental, con el 76%, en 3.810.177 ha. y por último la categoría verde, la del valor más bajo de conservación, con 1.239.309 hectáreas.
Las provincias con mayor cantidad de bosques nativos y naturales son Buenos Aires, Catamarca, Chubut, Córdoba, La Rioja, La Pampa, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, Santa Cruz y Tierra del Fuego, Antártida e Islas Atlántico Sur.
Un reciente estudio científico reveló que en la última década la tasa de deforestación en La Pampa apenas trepó al 19% de las hectáreas de bosques y montes desmontadas que fueron relevados través de imágenes satelitales (Landsat 7 ETM) y en Argentina llegó al 45%.
La diferencia sustancial, en buena parte es atribuida a que los productores talan pocos bosques, y a la política ambiental del gobierno provincial. El 18 de mayo de 2000 se adhirió a la Ley Nacional 25.080 (ley provincial 1.883), denominada «Ley de Inversiones para Bosques Cultivados», que instituye un régimen de promoción de inversiones que se efectúen en nuevos emprendimientos forestales y ampliación de los bosques existentes.
Gracias a ello los emprendimientos comprendidos en ese régimen gozan de estabilidad fiscal por el término de al menos treinta años.

 

Rojo, amarillo y verde.
Las categorías de conservación de los bosques nativos son tres a saber. La categoría «roja» (49.605) se corresponde con sectores de alto valor de conservación que no deben transformarse. Incluye áreas que por sus ubicaciones relativas a reservas, su valor de conectividad, la presencia de valores biológicos sobresalientes y/o la protección de cuencas que ejercen, ameritan su persistencia como bosque a perpetuidad, aunque estos sectores puedan ser hábitat de comunidades indígenas y ser objeto de investigación científica. En esta categoría La Pampa tiene apenas el 4% del total nacional.
En la categoría amarilla (3.810.177 hectáreas), allí se incluyen los sectores de mediano valor de conservación, que pueden estar degradados pero que a juicio de la autoridad de aplicación jurisdiccional con la implementación de actividades de restauración tiene valor alto de conservación y que podrán ser sometidos a los siguientes usos: aprovechamiento sostenible, turismo, recolección e investigación científica. En esta área o zona de exclusión la provincia de La Pampa se destaca nítidamente dentro de todo el territorio argentino pues posee el 76% del total del país.
Para la última categoría, es decir la verde (1.239.309 hectáreas) refiere a sectores de más bajo valor de conservación que pueden transformarse parcialmente o en su totalidad.

 

Baja deforestación.
Un siglo atrás La Pampa contaba con 1,19 millones de hectáreas de 106,2 millones de la Argentina con el apenas 1,8% de participación. En 1956 le superficie forestada aquí se había multiplicado por tres cuando la Nación había perdido casi la mitad de los bosques. Por esa época ya teníamos el 14,34% (8,5 millones acá versus 59,24 del país).
De 1987 a 2020 el proceso de deforestación (desmonte) empezó a caer y llegó a los 5,01 millones de hectáreas vírgenes, el 16,7% del país. Ya los relevamientos de hace una década otorgaban a la provincia 4,7 millones de hectáreas sobre un total país de 33,19 millones, es decir un 14,2% del total.
La superficie del bosque nativo y montes naturales aquí en los dos últimos años ha disminuido poco, y no tanto por la extracción de árboles sin límites como sucede en otras regiones. Sucede que la expansión de la frontera agropecuaria con la aparición de los transgénicos (soja y maíz) y también a los incendios, ya que el fuego como herramienta de manejo para la obtención de mejores pasturas para el ganado, afecta los caldenes y otras especies maderables del bosque nativo autóctono.

 

Caldenar.
Hoy la superficie del bosque de caldén es de 2.870.000 hectáreas, con una superficie de aprovechamiento de 750.000 hectáreas. La media anual de deforestación (pérdida neta de superficie de bosques nativos, a través de un uso sustitutivo) es de unas 2.680 hectáreas con una mediana de degradación (alteración más o menos intensa de los parámetros estructurales de los bosques nativos) de 300.000 hectáreas.
La excesiva extracción del siglo pasado produjo fuertes deterioros en la calidad del caldenar más que una reducción de superficie boscosa. La escasa extracción actual de rollizos permite la lenta restauración de los bosques junto a políticas proteccionistas para restituir el caldenar han sido claves.
Los millones de hectáreas arrasadas en la última década por los incendios (más del 75% responsabilidad del hombre), y después, el viento y la sequía volaron suelos desprotegidos. Según la revista «Caras y Caretas» de 1906, 140 vagones cargados de leña de caldén (1.400.000 kilogramos) partían todas las semanas desde Toay, Santa Rosa, Rancul y otras localidades ferrocarrileras. Durante ese período, que se conoce como el de la «Primera Gran Hachada» fue debido al ingente consumo de leña en todo el país.

 

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