Lunes 15 de abril 2024

"Esto es comida, no un celular"

Redacción 30/12/2019 - 01.57.hs

En un experimento, que recibió el nombre de "Proyecto Czekalinski", un grupo de investigadores del Conicet se comprometió a consumir únicamente lo sugerido en la Canasta Básica de Alimentos (CBA) por un período de 6 meses para conocer cómo afecta al cuerpo este tipo de alimentación. Sin embargo, debieron abandonar el proyecto a los 3 meses por los problemas en la salud y el malestar físico que les generó esa dieta. "Afectó negativamente a la salud", reconocieron los participantes de este estudio.
"Tuve un descenso de peso muy grande y brusco. Esto me derivó a que, sumado a las altas temperaturas, mucho cansancio, fatiga, sin energía y me sentía muy irritable", relató en diálogo con Radio Noticias Florencia Demarchi, licenciada en nutrición y una de las voluntarias del Proyecto Czekalinski, al describir cuáles fueron las consecuencias que tuvo al seguir una dieta estricta basada en la CNA. Es que, según planteó la nutricionista, esta dieta "carece de una variedad".

 

El proyecto.
El Proyecto Czekalinski, explicó Demarchi, consistió en "dividir en tres grupos a los voluntarios del estudio, uno pertenece a aquellos que están consumiendo la Canasta Básica, propuesta por el Indec como indicador de medición de pobreza e indigencia; después otro grupo que está consumiendo la Guía de Alimentación para la población argentina; y un tercer grupo que es control, que no modificó la alimentación".
"En este primer grupo me encontraba yo, junto a otros dos compañeros, Claudia Albrecht y Martín Maldonado, el director del proyecto. Tanto Claudia como yo debimos abandonar el proyecto por problemas de salud, pero nada fue de gravedad. Sino que el equipo salud que nos venía monitoreando, frente al descenso de peso y el malestar físico, decidió que no sigamos", resumió la nutricionista sobre los resultados de este experimento.
El proyecto Czekalinski implicó para estos voluntarios modificar la alimentación que tuvieron como resultado diferentes consecuencias para la salud. "En mi caso intenté adaptar lo más parecido a mi alimentación los 58 alimentos que conforman la Canasta Básica. Cambió radicalmente mi alimentación, por ejemplo en el desayuno, cambie la taza de leche que yo consumía por media taza de leche diluida con agua para que me alcanzara", comentó Demarchi.
"El pan francés fue algo que todos los días yo tenía que comprar para el desayuno y la merienda, después un poco de carne acompañada con arroz, fideos o un poco de verdura porque si comía un día verdura ya no quedaba para el resto del mes", contó la nutricionista. Y agregó: "Para que te des una idea, por mes, para una mujer está propuesto que se consuman 5 kilos de pan, pero de tomate solo un kilo. Entonces, hay una fuerte desproporción".

 

Una sola mirada.
En este sentido, criticó que la Canasta Básica fue creada atendiendo únicamente al factor económico desatendiendo así otras aritas como la salud y la nutrición. "Fue planteada en 1988 con un patrón alimenticio y una población completamente distinta a la actual", amplió la nutricionista, quien aclaró que para una buena alimentación lo importante es la variedad de productos.
"Lo que está mal es la monotonía, es decir comer siempre lo mismo. Ningún alimento es mejor que otro, lo importante es la variedad y la Canasta Básica no da esa variedad, sumado a que ha quedado en el tiempo, ya es obsoleta. Con este proyecto lo que se está viendo es que es imposible medir a la pobreza desde un solo factor, en este caso el económico porque yo estos tres meses tuve el dinero, tuve la Canasta Básica, pero así y todo me vi resentida en algunos aspectos de mi salud", explicó Demarchi.
Y ejemplificó: "En torno a las bebidas estaban incluidas aquellas que proporcionan calorías, por ejemplo la gaseosa tenemos medio litro al mes, al igual que el vino y la cerveza. Después la soda, un litro y medio al mes pero el agua, dato curioso, no está en la canasta. Aunque es un derecho, muchos hogares no tienen el acceso al agua potable".

 

Consecuencias.
Al ser consultada sobre cómo le afectó a su cuerpo este experimento, Demarchi indicó que uno de los efectos más notables fue "un notable descenso de peso" que la dejó "al borde del peso recomendado para mi talla". A esto, se sumó el cansancio, la fatiga y otros problemas que estrictamente no tenían que ver con lo físico o fisiológico.

 

-¿Qué le pasó a tu cuerpo?
-A nivel físico, tuve un descenso de peso muy grande y brusco porque reduje mucho las porciones y me dejó en el límite del peso para mi altura. Esto me derivó a que, sumado a las altas temperaturas, mucho cansancio, fatiga, sin energía y me sentía muy irritable.

 

-¿Te ponía de mal humor este tipo de alimentación?
-Me ponía mal no poder elegir, no poder comer variado y a veces quería dejar de hacer esto.

 

-Y estabas haciendo un experimento.
-Exacto, en algunos momentos era consciente y pensaba que había muchos pibes y pibas que están comiendo así. Ni hablar de un niño que está en formación. Estamos hablando de comida no de un celular o una zapatilla, esto duele. Duele pensar que viven esto todos los días desde muy pequeños.

 

En este sentido, Demarchi planteó que con este proyecto "no somos los protagonistas" sino "el medio para que esto sea escuchado y que se haga voz" sobre la situación de hambre y mala alimentación que viven muchas familias en Argentina. "Es imposible pretender que una persona se desarrolle si su necesidad básica, que es la de nutrirse, no está satisfecha. Imposible pensar que esa persona pueda trabajar o estudiar si esa persona tiene la panza vacía", cuestionó.
Finalmente, remarcó que hoy existe una falta de información y de educación, y otros elementos que tienen que ir de la mano para que haya una alimentación correcta. "No hay alimentos básicos ni alimentos malos, lo importante es la variedad", cerró la nutricionista.

 

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