Hace 15 años partía Hortensia Maggi
Miércoles 13 de marzo 2024

Hace 15 años partía Hortensia Maggi

Redaccion 05/06/2021 - 21.01.hs

Fue una mujer apasionada, que se comprometió a fondo con cada causa que abrazó. Luchó contra muchos molinos de vientos y fue, en los ’60, quien acuñó la frase «la provincia de los ríos robados» para caracterizar a La Pampa.

 

JUAN JOSE REYES
Hace quince años, después de 80 dedicados a lo que fueron las antorchas de su vida, nos dejaba Hortensia Eugenia Maggi. Militante política, poeta, periodista y cooperativista. Esos fueron sus nortes, pero los rasgos distintivos de su multifacética personalidad fueron la ardua pelea por los derechos de las mujeres y su incansable lucha por los que menos tenían en una sociedad desigual.
Dedicó su vida a la lucha contra el poder patriarcal con un temperamento fuerte y de convicciones doctrinarias firmes. En otras palabras, era una mujer socialista de orfebre en un mundo de hombres. Desde la quema de la Casa del Pueblo el 15 de abril de 1953, bastión socialista y del diario La Vanguardia en la cual escribió, pudo escapar gracias a la ayuda de su inmortal amiga Alicia Moreau de Justo. Además trabajo y militó junto al primer diputado socialista de América Latina, Alfredo Lorenzo Palacios y al médico Nicolás Repetto.
Fue una de las más lúcidas mujeres de las letras y del periodismo pampeano, pero sus luchas quijotescas en épocas del oscurantismo patriarcal fueron más allá, dejando una huella indeleble. Su conducta y convicción inquebrantable viven en el corazón de cada palabra que escribió con pasión. Cultivó el arte de la literatura y dentro de ellas el periodismo, pero practicó la virtud de la humildad y la solidaridad.
Como escriba se lució en «La Vanguardia», bastión porteño del socialismo de los años 40 y 50, y desde LA ARENA durante 20 años hasta su partida final.
En su condición de mujer luchó contra muchos molinos de viento en un mundo hecho a medida de los hombres. Su última gota de tinta volcada en estas páginas apuntaban al avasallamiento del poder económico sobre los derechos de los más débiles y de las mujeres en condición de vulnerabilidad. Fue una apasionada que pasó a la posteridad en la provincia como artífice de muchas luchas que aún perduran. La violencia de género, la fertilización asistida, el aborto no punible y la lucha contra la trata de personas.

 

Hortensia, Saúl y el periodismo.
En agosto de 1994 la Editorial La Arena publicó dos obras de su magnífico repertorio cultural, «Vivencias» y «Natalia Mértens». Allí despliega un lienzo en el que retrata una sociedad carente de solidaridad a través de la mirada de sus personajes. Quizás buena parte de la juventud actual la recuerde por el nombre que lleva una calle de un populoso barrio santarroseño. Pero para llegar allí no solo lo hizo como prosista sino también por su inconmensurable y desinteresada labor en la lucha por los derechos de los que menos tenían.
En muchos libros de textos de la vida socialista del país es recordada como la primera mujer pampeana luchadora por los derechos femeninos. No vivió para ella, vivió para muchos otros. Su muerte fue gloriosamente suya y sus obras no están exentas de aquella riqueza intelectual, militancia y cuadros de nostalgia colectiva. Todavía hoy su género literario impregna un redescubrir creativo de la experiencia socialista, con solidez en sus orígenes con un carácter artístico e ideológico que forjaron su vida. Fue cultora del primer movimiento de la izquierda cultural de La Pampa.
En el prólogo de su obra Natalia Mártens, escrito por el director del diario Saúl Hugo Santesteban, su gran amigo, dijo: «ella dio rienda suelta a la vocación política de su juventud abordando temas de una realidad política imperante en la primera mitad del siglo XXI». Sobre sus prosas en Vivencias de ayer y de hoy conformó un anecdotario de su intensa vida partidaria, visión que trasladó a la letra y en Natalia Martens entregó una novela que comenzó y se desarrolló en el ámbito campestre en el entorno de un país que, con la ruptura institucional de 1930, comenzó a transitar una senda azarosa, de violencia y sobresaltos, de engaños y frustraciones.
En torno a tan peligrosa urdimbre se movían personajes oscurantistas, política cínicos y violentos, capaces de llegar al asesinato de la cual ella escapó por milímetros de una bomba de gelignita que explotó a su lado.

 

El velo de la historia.
Uno de los principales logros como escritora fue el modo en que se movía en cada trama, ubicándose como un personaje más contado en tercera persona, desdoblando con destreza al narrador-testigo. Nació en Bernasconi región que empezaba a modelarse bajo la influencia del caudillaje político. La que abandonó en su niñez para trasladarse a Huinca Renancó donde dirigió el diario «Juventud Socialista» y la revista «Cultura». Se radicó en Villa Dolores donde conoció a su gran aliada y amiga de la tribuna partidaria, Alicia Moreau de Justo, Nicolás Reprtto y hasta trabajó como secretaria del primer legislador socialista de América Latina, Alfredo Palacios. Fue columnista de «La Vanguardia».
También maestra mayor de obra, oficio que ejerció en la capital del país y en 1956 fue designada como tasadora e inspectora del Instituto de Previsión Social, cargo que desempeñó hasta 1972. Allí su actividad política fue álgida. Años después volvió a su tierra natal para continuar con su compromiso militante y solidario en el periodismo en su tierra natal; en la Comisión de Apoyo a la CPE por la cual fue reconocida como la «Mujer Destacada» del año en La Pampa. Fue mucho más disruptiva de lo que podría ser ahora hacer un piquete o salir a la calle por «Ni Una Menos».

 

Los ríos robados.
No solo cultivó el arte de la literatura y practicó la virtud de la humildad y solidaridad. Peleó además contra muchos molinos de viento en un mundo que no la comprendía, pero con su prosa y firmeza ética se forjo como una mujer apasionada que pasó a la posteridad en «la provincia de los «ríos robados», frase que acuñó en los años 60 y que muchos desconocen. Fue la vocera en La Pampa en 1948 del proyecto de ley de Alfredo Palacios «la interjurisdiccionalidad de los ríos interiores» y «la libre navegación de los ríos», de allí su profundo interés desde 1947 por la cuenca del Río Atuel. Su conducta y convicción inquebrantable fueron los ideales que la guiaron y que mantienen viva su obra y pensamiento.
Su partida terrenal en 1996, aún nos enluta, pero su aporte y enseñanza brindarán siempre un remanso y un fértil oasis de solidaridad y fraternidad creadora, de amistad y persistencia humana por una sociedad que nos abrace y nos mancomune a todos, permitiéndonos ser libres, unidos y solidarios, sin que nadie nos oprima para servir a unos pocos. Aunque parezca ficción su última gota de tinta volcada en este periódico apuntó al avasallamiento del poder económico sobre los derechos de los más débiles y el de las mujeres en condición de vulnerabilidad ante abusos, violencia de género, abortos y femicidios.
Su corolario como novelista fue la de establecer puntos de articulación histórica sentando un precedente disruptivo en la estética literaria promovida en la novela pampeana. La virtud de su narrativa redundó en la fidelidad del diálogo y el cariz de una realidad semejante a la actual. Fue una obra revolucionaria en varios sentidos en nuestro pago chico. Su compromiso con la poesía y con la justicia social fue digna de admiración. No vivía de la poesía sino para la poesía. No era una acomodado social, vivía para que las personas tuvieran una vida digna. Su pensamiento político y social era acorde y coherente con su vida. Era honesta, cabal, solidaria y militante de los derechos de la gente y, aunque no era creyente, tenía muy en cuenta la sentencia bíblica que dice que «hay que hacer las cosas con la mano izquierda sin que se entere la derecha».

 

' '

¿Querés recibir notificaciones de alertas?