Lunes 15 de abril 2024

Investigación aporta nuevas evidencias sobre extinción

Redacción 15/03/2019 - 00.14.hs

Una investigación divulgada ayer por el Conicet aporta evidencia de que los primeros americanos que llegaron a nuestra región tuvieron contacto con la megafauna de mamíferos que habitaba Sudamérica. Se basa en hallazgos producidos en un campo cercano a Olavarría, provincia de Buenos Aires, y anticipa en unos 2.000 años la fecha en que se produjo el contacto.
El momento de la definitiva extinción de los grandes mamíferos del Pleistoceno, período geológico comenzado hace cerca de 2,6 millones de años y culminado hace unos 12 mil años, y el rol que jugaron los seres humanos en su desaparición son ejes de controversias entre los arqueólogos y paleontólogos del continente americano.
Dataciones de Carbono 14 realizadas anteriormente sobre los huesos de grandes mamíferos extintos hallados en la región pampeana de la Argentina, sugirieron que algunos de estos grandes animales pudo haber habitado la zona hasta hace aproximadamente 8 mil años, ya iniciado el período el Holoceno, es decir varios milenios después de su desaparición en el resto de América.
"De alguna manera, se creía que los pastizales pampeanos podrían haber servido de refugio para los herbívoros gigantes del Pleistoceno, y que las poblaciones indígenas no los habrían cazado intensamente", explicó Gustavo Politis, investigador superior del Conicet y director del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (Incuapa, Conicet-Unicen), según declaraciones que ayer publicó Conicet en su página oficial.

 

Megaterio.
Una reciente investigación dirigida por investigadores del Conicet publicada en Science Advances cuestiona dicha hipótesis, a partir del hallazgo, a orillas del arroyo Tapalqué en el Partido de Olavarría, de los huesos de un megaterio, el perezoso terrestre gigante de nombre científico "Megatherium americanum", junto con las herramientas de piedra usadas para cazarlo y cortarlo que, según dataciones establecidas con métodos precisos, tendrían cerca de 12.600 años.
"Varias líneas de evidencia permitieron reconocer el procesamiento del megaterio por parte de los grupos humanos como, por ejemplo, la identificación de huella de corte sobre los huesos realizadas con las herramientas de piedra y la confección de instrumentos con las costillas del perezoso", acotó Pablo Messineo, investigador adjunto del Conicet en el Incuapa y uno de los autores del trabajo junto a Politis.
Las excavaciones fueron realizadas en el sitio conocido como Campo Laborde y gracias a un set de dataciones de Carbono 14, para las que se usaron métodos más precisos para la extracción del colágeno de los huesos del megaterio, se pudo obtener información original y de alta calidad con relación al impacto directo de los grupos humanos sobre la especie encontrada en particular y sobre los mamíferos gigantes en general. El espécimen cazado, del cual pudieron recatarse decenas de huesos, pesaba alrededor de 4 toneladas.
"La edades holocénicas (menores a 12 mil años) obtenidas previamente se debieron a la degradación y perdida del colágeno en los huesos y por la contaminación de la materia orgánica de los sedimentos que rejuvenecieron las edades de Carbono 14, contaminantes que no pudieron ser removidos totalmente con las técnicas estándares de extracción del colágeno", explicó Thomas Stafford Jr., de la Stafford Research LLC, en Colorado, Estados Unidos, especialista en datación de Carbono 14 y otro de los autores del trabajo.

 

Coexistencia.
Hasta el momento, Campo Laborde es el único sitio en América donde se documentó que los grupos indígenas antiguos cazaron este perezoso terrestre gigante. De acuerdo a Politis, los resultados obtenidos permiten evaluar cuál fue el rol de los grupos cazadores en la extinción de la fauna gigante Sudamericana. "Las nuevas dataciones reducen a aproximadamente 2 mil años el tiempo de coexistencia entre los humanos y los megamamíferos en las Pampas de Argentina", concluyó el investigador.
Del estudio también participó Emily Lindsey de La Brea Tar Pits and Museum, de California, Estados Unidos.

 

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