Domingo 21 de abril 2024

La jardinera de la Spinetto

Redaccion 15/02/2020 - 05.00.hs

Es sólo un aporte, un mínimo y valorable gesto. Más allá del desastre ambiental de la ciudad, cuánto mejor sería si cada uno nos ocupáramos de pequeñas cosas para que esté aunque se un poquito mejor.

 

En nuestra querida Santa Rosa, en estos tiempos tan devastada, tan lejana de aquella que orgullosamente decíamos -y casi lo creíamos- era la ciudad más limpia del país, todos los días aparecen nuevos problemas: pérdidas cloacales, calles destrozadas, autos que se hunden en el asfalto destruido…

 

Caminar mirándolo todo da lugar a observar nuevas calamidades. Falta de higiene, papeles tirados, peligrosos perros sueltos por todos lados, pequeños minibasurales…
Alguien podrá inferir que estas líneas tienen la intención de atacar al actual intendente, o a los que pasaron últimamente por San Martín 50… pero no es el propósito. Porque es verdad que algunos hicieron de la inacción y la inoperancia un estilo de gestión, y así nos fue como ciudad… y así les fue a ellos políticamente.

 

Aire fresco

 

Y lo cierto es que no se trata aquí de cuestionar las últimas administraciones -y por supuesto mucho menos a una que apenas si lleva dos meses al frente de la Municipalidad-, sino destacar ahora una circunstancia que puede aparecer chiquita, menor podría admitirse ante tanto desbarajuste generalizado. Pero que puede ser como un pequeño -muy pequeño si se quiere- soplo de aire fresco.

 

La Avenida Spinetto es -casi con seguridad- una de las más transitadas, tanto vehicularmente como recorrida por quienes tienen el hábito de realizar sus diarias caminatas… esas que los profesionales de la medicina suelen recomendar como necesarias y saludables.

 

Tarea de todos los días

 

Por eso más de una persona que circule por allí, particularmente por el sendero central que va desde calle Santa Cruz hasta Tierra del Fuego, podrá observar la figura de una vecina que se dedica a una tarea muy particular… todos los días, como si lo que hace resultara fruto de una obligación. Dos veces al día -por las mañanas, y por las tardes-, un par de horas o un poco más cada vez.

 

Cada mañana temprano, religiosamente, Olga tomará una regadera, la pala, el asadín, y un rastrillo, y recorrerá pocos metros -desde su casa ubicada sobre calle Santa Cruz 14- hasta la avenida Spinetto, para realizar la cotidiana tarea que realiza simplemente por placer: dejar impecable ese paseo tan utilizado por muchos santarroseños. Un trabajo que retomará por la tarde cuando el sol empieza a caer… Todos los días.

 

Si bien, en general, toda esa arteria aparece bastante cuidada, quien mire con mucha atención podrá advertir que hay una parte que pareciera tener una luminosidad distinta, como si sus baldosas estuvieran más limpias, y sus plantas mejor atendidas… como si recibieran una atención especial.

 

La jardinera

 

Y tal cual… es así. Porque Olga Noemí Cuevas (73), una vecina que vive a metros del lugar, se encarga desde hace años de una faena que no sólo no parece demandarle mayor esfuerzo sino que, todo lo contrario, la gratifica de gran manera.

 

«Sí, Olga riega cada planta, las cuida, y cuando hace falta las repone… pero además pone flores, y hasta ha pintado los bancos y los macetones en ese lugar», dice una vecina ante la consulta de un cronista de este diario.

 

Obviamente su presencia cotidiana en el cantero central de la Avenida Spinetto despertó la curiosidad de esta Redacción, y la visita a Olga para conversar con ella se imponía. Cuando un equipo de LA ARENA llegó hasta su domicilio no pareció sorprenderse demasiado, y rápidamente accedió a la charla.

 

Amante de las plantas

 

«Me gusta mucho esto que hago… es muy lindo y los vecinos me lo reconocen… y además no me cuesta nada», empieza, mientras quiere mostrar en su casa una enorme cantidad de plantas de distintas especies que se enseñorean en su patio donde, en un costado, se puede ver… un gallinero. «Sí, criamos gallinas, y tenemos nuestra propia producción de huevos… y además el estiércol nos sirve como abono para las plantas», cuenta sobre el criadero que aparece cuidadosamente prolijo.

 

Gallinas y pájaros

 

Nos presenta a Luis Fiala, su esposo, con quien -dijo- contrajo matrimonio hace 17 años… «Él es un hombre especial -lo elogia-, muy habilidoso, y colabora conmigo, porque es un artesano con las cañas», lo presenta mientras muestra una suerte de «escalera» que Luis ha realizado para que la enredadera que está pegada a una de las paredes del patio crezca prolijamente.

 

El espacio al aire libre no es demasiado amplio, pero todo está ordenado de tal manera que le permite al matrimonio tener gallinas y pájaros, y además una pequeña huerta donde no faltan los tomates, las papas y los limones.

 

Plantas con nombres

 

Olga, viuda de su primer matrimonio, tiene tres hijos (César, Mónica y Darío), que le han dado nietos.

 

Revela que siempre fue ama de casa, y que fue hace dos o tres años que decidió llevar adelante una tarea comunitaria que los vecinos le agradecen: «¿Vamos a ver mis plantitas en la Avenida?», invita.

 

«Vengo todos los días, acomodo un poco con el rastrillo, la pala y el asadín y por las tardecitas riego… Tengo dos tambores con agua de lluvia, y la traigo en la regadera… ¿Y están lindas mis flores, o no?», pregunta sabiendo la respuesta.

 

Olga tiene tanta familiaridad con el lugar que les habla a las plantas mientras las riega…»Hay que hablarles», recomienda; y «yo hasta le pongo nombres… Esta es Sofía, esa Lili y aquella otra es la Flaca», apunta.

 

Un gesto

 

«Siempre viví en Villa del Busto… anduve seguido por este lado, y quiero mucho a mi barrio. ¿Por qué hago esto? Me parece que ayudo, que de alguna manera hago un bien… y porque me gusta, claro», cierra.

 

En estos tiempos donde todo pareciera que todo da igual no faltará el que cuestione -por que sí, sin motivo- lo que aparece como un gesto de solidaridad, como una minúscula contribución -imperceptible quizás- de una vecina. Otros lo mirarán con indiferencia, y algunos valorarán esa pequeña actitud de aportar.
Sólo porque le gusta hacerlo.
Cada cual podrá elegir de qué lado ponerse…

 

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