Miércoles 17 de abril 2024

La maestra que despierta a los niños gitanos para ir a clase

Redacción 09/12/2019 - 00.35.hs

María de los Angeles Herrán es docente de la Escuela 217, ubicada en el barrio Matadero de la capital pampeana. En el año 2012 comenzó a trabajar como maestra acompañante de niños y niñas de la comunidad gitana de la ciudad. Su caso no es único, los y las docentes que trabajan la gitanidad son un grupo que también abarca a la Escuela 78.
La experiencia de María de los Angeles se pudo conocer la semana pasada, cuando contó en el programa periodístico La Parte y el Todo, en CPEtv, el canal de cable de la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Rosa; la iniciativa que lleva adelante en el establecimiento educativo.
"Es un grupo heterogéneo, somos docentes y profesoras. Solamente tenemos una necesidad pedagógica y de luchar por los derechos de los gitanos. Yo he sido docente de un grupo cerrado de gitanos, en dos oportunidades, a través de un proyecto que se hizo en la Escuela 217 para trabajar con un maestra acompañante", explicó.
En el ciclo lectivo 2012, el Ministerio de Educación de la provincia la convocó para trabajar con diez niños gitanos, de 7 a 14 años, que nunca habían ido a la escuela, no sabían ni leer ni escribir, pues ni siquiera habían hecho el jardín de infantes.
"Las familias acompañaron un montón, pero por supuesto que había una cierta desconfianza, porque ellos dejaban a sus hijos en la escuela de los criollos. Esto fue durante todo un año, primero estaban conmigo y luego compartían con el resto de los niños de la escuela las horas de especialidad. En ese año no hubo ningún abandono. Algunos aprendieron a leer y otros no. Porque lo que tienen también los gitanos es que algunos viajan, y se van a vivir un tiempo a otra provincia y no siguen la escolaridad ahí", recordó Mary.

 

Integración fallida.
"Luego, en segundo año, se creyó conveniente que cada uno pasara a su grado, según la edad que tenían. Eso para mí fue un error porque los chicos después dejaron de ir. Hay una suerte de contradicción porque la escuela quiere incluirlos con el resto, pero lo que he visto trabajando con ellos es que cuando están juntos son protagonistas, cuentan sus historias, sus viajes, su idioma y sus costumbres, pero cuando pasan al grado quedan sin voz. Si hablan, los otros chicos se ríen, porque ellos a veces no hablan bien el idioma español", narró Herrán.

 

-Hay una larga historia de discriminación contra el pueblo gitano.
-Exacto. A veces los niños son crueles. Los chicos del barrio Matadero, que también son discriminados, replican eso con los gitanos. Pero de a poco eso va cambiando. De los diez que teníamos inicialmente dos continuaron yendo a la escuela y uno terminó.

 

-¿Creés que si hubieran seguido yendo a clases todos juntos, sin pasar cada uno al grado, hubieran podido terminar la escuela?
-Creo que sí, que varios más habrían podido terminar la primaria. Después, otra cosa que pasa es que cuando está el maestro acompañante, que era lo que yo hacía, venían tres, entonces íbamos a buscar al resto. Cruzábamos la avenida Circunvalación para buscarlos. Después algunos llegaban a la escuela a las 10 o más tarde y yo igual los recibía. En cambio en el grado, comienzan a llegar tarde, pero ya no tienen una atención caso por caso.

 

La experiencia actual.
Seis años después de aquel primer proyecto, el Ministerio de Educación pampeano la volvió a convocar para diseñar un nuevo proyecto de inclusión de los gitanos en la escuela. "Me pidieron que presentara un proyecto con maestros acompañantes, para la Escuela 217 y también para la 78, así que lo elaboramos", explicó.

 

-Esto parece ser un proceso de ensayo y error. Me recuerda el caso de los Menonitas en Guatraché, que costó mucho trabajo integrarlos y hoy están en sus escuelas.
-Claro, ellos siguen en sus escuelas, tienen su idioma y sus costumbres. Esto es algo en lo que la escuela tiene que evolucionar. Yo les he mostrado a los niños gitanos, que tampoco lo conocían, su bandera, el himno gitano... Ellos también desconocen que tienen un himno, una bandera, que tienen un día que celebrar... Hablo, al menos, de los niños que yo tengo en mi escuela.

 

-En Argentina, la forma en que se organizó el Estado y la Nación fue de una sola lengua. Se intentó una uniformidad.
-La Escuela tiene que pensar en una multiculturalidad. No es que los niños de la comunidad gitana solo tienen que aprender a cantar nuestro Himno y a respetar todos nuestros símbolos, también debemos conocer e incorporar a la escuela las costumbres de ellos. Para el día de la tradición, este año, hicimos en la escuela que los niños pudieran traer y mostrar al resto sus costumbres, sus ropas típicas, sus comidas. Esto tuvo un efecto bueno, fue bien recibido, el público lo tomó bien y los niños gitanos lo hicieron con mucho orgullo. Eso es un proceso de evolución. El camino es ese, el de respetar las pertenencias de cada uno. Nosotros queremos que todos se sientan bien y sean bienvenidos en la Escuela.

 

"Chicos a la escuela".
Es un lugar común en el vecindario atribuirle a las familias gitanas únicamente defectos. Sin embargo, "la seño Mary", que trabaja con niños pertenecientes a cinco familias, asegura que tiene una hermosa relación con sus alumnos, sus mamás y sus papás. "Son muy respetuosos, cariñosos, agradecidos. Yo me he tomado el trabajo -y lo disfruto- de pasar por su casa a despertarlos por la mañana, porque ellos no se levantan temprano, ninguno, la familia tampoco. Paso y los llamo: "¡Chicos..., a la escuela!". El martes, por ejemplo, pasé y una mamá me recibió y me dijo: 'Hola Seño, los chicos ya están en la escuela'. Eso es muy lindo", dijo.

 

Analfabetos e indocumentados
Hace dos semanas, este diario publicó una extensa entrevista con Jorge Nedich, un escritor y editor de libros de la Capital Federal. Nedich es gitano, de la rama rumana, y se ha dedicado a estudiar y deconstruir los estereotipos que abundan respecto de los gitanos tanto en la literatura, como en el cine y entre los propios vecinos y vecinas de los lugares que habitan.
En esa oportunidad, el escritor resaltó que un alto porcentaje de los gitanos son analfabetos y no tienen documento de identidad, pues ni siquiera cuentan con partidas de nacimiento.
"Sufren una desigualdad muy grande con el resto de los chicos al no saber leer y escribir", sostuvo María de los Angeles Herrán, una de las organizadoras de la visita que Nedich realizó en octubre a Santa Rosa.
-Pero hay un esfuerzo de gente como vos que lo hacés en la Escuela pero también fuera de tu horario de trabajo. ¿Viste avances?
-Hubo muchos avances. Creo que hay apoyo y preocupación por parte del Ministerio de Educación. Uno de los temas que tenemos es que la mayoría están indocumentados. Hace dos años que empezamos en la escuela a hacerle los trámites de documentación, que no es fácil porque ellos no tienen partida de nacimiento, porque no los anotan cuando nacen. Así que se les realiza una radiografía para determinar cuál es su edad. Llevamos casi dos años con estos trámites.

 

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