Sabado 23 de marzo 2024

Lista para dar clases de psicología

Redacción 15/12/2019 - 00.23.hs

Es un ejemplo de superación, sin detenerse a pensar "por qué a mí". Recibida de profesora espera ansiosa el momento de pararse frente a los estudiantes para comenzar a dar clases, en donde la designen.
MARIO VEGA
A veces, en nuestra corta lectura de las cosas -sumergidos en un seguramente ingenuo individualismo-, tendemos a creer que pequeños trances cotidianos son problemas serios que nos dificultan la vida. Cuántas veces nos enojamos con adversidades que, al cabo, con el transcurrir de las horas terminan por ser nimiedades que no debieran haber merecido demasiada consideración de nuestra parte y -sin embargo- nos predispusieron de mala manera.
Micaela Rodríguez Cánepa (27) es una joven que -para los que sentimos de aquella manera- constituye un ejemplo de superación, y tiene como objetivo la determinación de conseguir lo que todos anhelamos de una u otra manera: ser feliz. Nada más, ni nada menos. Sí, ser feliz...

 

Los sueños de Micaela.
Decía, que necios podemos ser para sentir que la vida nos da la espalda en determinadas circunstancias, cuando en realidad se trata de trances menores que no deberían llegar siquiera a inquietarnos.
Por eso, conocer a Micaela es caer en la cuenta de nuestra estolidez -o por lo menos de la mía-, porque sin proponérselo es capaz de brindarnos una lección.
La jovencita nos esperó una mañana de estas en la casa de su familia, en Avenida Perón, para contarnos de sus cosas, de sus logros -aunque no alardea con ellos-, y de sus sueños, que los tiene, y muchos.

 

Una piba de 27 años.
Es ciega de nacimiento, y con esfuerzo, dejando atrás las pruebas que se le fueron presentando -en todo sentido-, hoy puede decir que es profesora de Psicología, que tiene muchas ganas de dar clases; pero que además estudia música, y lleva adelante la vida "normal" de toda piba de su edad.
Me ha pasado en alguna otra oportunidad que mi notoria poquedad me hizo sentir incómodo -y lo confieso- ante lo que considero una circunstancia complicada: tener que entrevistar a una persona carente de visión.
No sé cómo hablarle, me doy cuenta que seguramente no estoy preparado, e intento no herir su susceptibilidad aunque, no obstante, advierto se comporta con una actitud mucho más natural que yo.

 

Por la casa, sin bastón.
Me pasó al menos un par de veces, y no cambió demasiado esta vez con Micaela. Ella nos recibió -al fotógrafo y a mí- personalmente en la puerta de rejas de su vivienda. Se movía con cautela, pero segura, conociendo perfectamente el espacio que recorre. "Me muevo perfectamente por toda la casa... es un ámbito habitual, y no tengo ningún problema. Aquí no uso el bastón", nos comenta mientras nos llama la atención la amplitud de la construcción, y el hermoso patio con pileta que la circunda.
Alguien me comentó -ya ni recuerdo quién- que la joven se había recibido en estos días de Profesora de Psicología en el Isess (Instituto Superior de Estudios Psicopedagógicos y Sociales), y que estaba ansiosa por comenzar a dar clases.

 

El apoyo familiar.
Entiendo que esa posibilidad que ahora tiene está relacionada -más allá de su carácter, de su enorme voluntad, de sus ganas de ser-, con el contexto que la rodea... y ella lo admite: "Por supuesto que mis padres han sido fundamentales... tuve mucho apoyo familiar, y ellos llegado el momento me preguntaron qué quería hacer: estaba entre Psicología y Música. Así que me acompañaron al Isess para hacer el curso de orientación vocacional, y por supuesto siempre voy a estar agradecida, porque sin mis padres y sin la Escuela de Ciegos hubiera sido difícil".

 

Nacieron cuatrillizos.
Micaela es hija de Daniel Rodríguez, médico neonatólogo y sexólogo; y de Alicia Cristella Cánepa, que es abogada y trabaja en el Juzgado Federal.
Cuenta aspectos de su vida -y de su familia-, y explica que "nacimos cuatrillizos: María del Rosario, que se recibió de cheff (es hipoacúsica); Josefina (falleció a la semana); Joaquín (que es administrador agropecuario), y yo. Si, soy ciega de nacimiento", agrega.

 

Los estudios.
Hizo la primaria en la Escuela 2 de Ciegos y Disminuidos Visuales "Jorge Luis Borges"; y después EGB en la Unidad 10. Más tarde estudió el Polimodal en el Centro Polivalente de Artes, donde en algún momento -confiesa- no la pasó bien. "Teníamos una asignatura pendiente... creo que Educación Artística, que era todo dibujo y pintura, y el profe que estaba conmigo en ese momento, en vez de consultar qué herramientas didácticas había para a lo mejor en vez de pintar trabajar con cerámica, me tuvo todo el año de gusto. Y lo cierto es que no la pasé bien, pero como era el último año del Polimodal dije: no voy a decir nada, si total ya me voy".
No obstante reconoce que después se arrepintió de no haber hablado en ese momento, porque el profe no supo como actuar", completa a modo de reproche. Pero sin enojo.
"¿Con los compañeros y compañeras? bien, no tuve ningún problema... no me quedaron amigos de la escuela secundaria, porque después cada uno fue haciendo su vida...". Y marca la diferencia de edad: "No es como en la época suya donde decían nos juntamos la promoción de la escuela tal. Eso no se dio, yo creo porque cada uno hizo su vida", completa.

 

"Conectar-igualdad".
Sobre el método de aprendizaje Micaela cuenta que "en los últimos años del secundario el sistema Braille prácticamente no lo usaba... un poco en algunas materias, pero más que nada usaba la computadora". Y muestra la que le entregaron cuando estaba con el programa "Conectar-igualdad", que prácticamente desapareció en el gobierno macrista.
"La compu tiene un lector que se llama jaws, que va mostrando todo lo que está escrito en la pantalla, menos fotos...".

 

La profesora.
Aunque por supuesto estudiar no le resultó sencillo consiguió su objetivo, y egresó recientemente como "profesora en Psicología... No es licenciatura porque no está aquí, y para eso tenés que irte afuera. Más adelante veré... tenía idea, pero primero quiero trabajar en un colegio... estoy esperando que me certifiquen el título para anotarme", completa.
Su formación la habilitará para dar distintas materias: Psicología, Filosofía, y Construcción de la Ciudadanía. "Daría clases donde me designen, porque no se puede elegir. En cualquier colegio no tendría problemas, sea privado o público", anuncia.

 

Una experiencia.
¿Cómo será esa experiencia de una persona no vidente de estar frente a la clase? Y contesta Micaela: "Algo conozco porque ya estuve el año pasado cuando hice mis prácticas con cuarto año en el aula. Había estudiantes de 17 años, y para ellos era algo nuevo, novedoso... Eso que venga alguien y les diga 'buen día, que tal, vengo a dar clase, tengo discapacidad visual'. Esa vez estaba la 'dueña' de la clase, Sandra Molina, que es la directora del Crear, y también mi pareja pedagógica. Dos adultos profes y dos casi profes: yo y mi compañera", precisa.

 

¿Y los trabajos prácticos?
Un interrogante que se planteaba era cómo haría Micaela para los trabajos prácticos: "Lo que hice fue hablar con el referente tecnológico de la escuela, Pablo, que me dijo que había 16 computadoras del 'conectar-igualdad', así que le podía pasar los trabajos a los chicos vía mail y que después me los devolvieran en un pendrive, o por facebook o mail, para hacer la evaluación. Yo los corregía y les hacía la devolución en papel para que ellos pudieran tenerlos en sus carpetas", recordó.

 

La accesibilidad.
Después la charla discurre por otros temas. Como por ejemplo el de la accesibilidad. Y puntualiza Micaela: "Se puede decir que faltan cosas para hacer en todos los ámbitos: por ejemplo estaría muy bueno tener billetes en braille; también la cuestión de las cartas en los restoranes, aunque hay una ordenanza municipal para eso, que determina algo simple, con el menú y los precios... La propuesta la hicimos en un Taller de Adolescentes de la Escuela de Ciegos, y ahí le pedimos ayuda a Iván (Poggio), que es abogado", señala.

 

"¿Me ayuda a cruzar?
Otro tema que las autoridades tienen que poner en orden son las veredas de la ciudad, que en realidad son un problema para todos los vecinos; tampoco hay semáforos sonoros, salvo en la Terminal de Ómnibus. "En general no cruzamos solos las calles, aunque algunos amigos más arriesgados a veces lo hacen...", dice Mica. "La idea es que cuando escuches pasar a alguien decirle: '"disculpe, ¿me ayuda a cruzar?'. Es lo que se recomienda, pero a veces es tedioso esperar; y además en algunas oportunidades la gente no sabe cómo actuar y no te ofrece ayuda", expresa.

 

La música.
Sobre sus estudios musicales Micaela dice que no sólo es una prueba para ella, sino "también un desafío para el profe, porque no hay estudiantes no videntes; salvo Guillermina Corrales en General Pico, y ahora yo. Para estudiar se elige un instrumento fundamental, guitarra o piano, y después hay que tomar un instrumento complementario. Yo elegí guitarra... es un desafío para la institución porque no hay formación para musicología Braille. Empecé, y si puedo recibirme mejor, pero sino igual aprendo algo que siempre es valioso", señala.

 

¿Y la ropa?
Micaela está vestida sencillamente, pero en realidad diría que a lo mejor se "produjo" un poquito para las fotos... ¿O no?
"La verdad es que no me gusta mucho eso de tener que comprarme ropa. Pero bueno... antes no le daba tanta importancia pero si me toca estar en un ámbito educativo no voy a ir de ojotas, o voy a ir a rendir mal vestida: los profes, y la gente te miran... Y no va a faltar el que diga '¡esta Rodríguez cómo se vino!'... después esas cosas se comentan. Y por más que yo no vea , y que no esté todo el tiempo pensando en combinar el saco naranja con los zapatos... no puedo ir así nomás", se convence.

 

"Si me enamoro...".
Le pregunto si tiene novio, y María, la señora que trabaja hace años en la casa, nos mira cómplice: "No tengo novio, todavía...", dice Micaela y se ríe con alegría. "Más adelante pensaré en tener una familia", completa. "Algo hubo...", agrega la mujer que ella define como su "segunda mamá".
"¿Sabés una cosa? Soy reikista, hago terapia de sanación y ahí se siente el campo energético... si tengo que elegir un compañero, o una compañera, hoy no se sabe" -se ríe-, "si me enamoro no va a ser por lo físico. Lo que sí voy a querer es que sea buena gente, que escuche... que no sólo se guíe por lo físico... que está bien también. Pero bueno, sobre todo eso: que sea compatible y buena gente", expresa.

 

Se puede ser feliz.
En el final, y sin proponérselo deja otra lección: "Nunca digo por qué me tocó a mí... ¡Nunca! Sólo pienso que por algo pasan las cosas... y que de todas maneras se puede ser feliz".
Sí, a Micaela, como decía Borges, la ceguera sólo le ha retaceado "la vana superficie de las cosas...".

 

Con los ojos del alma.
Cecilia María Martínez trabaja en la casa de los Rodríguez Cánepa desde el mismo nacimiento de los chicos, aunque en poquito tiempo más estará jubilada. "Ellos son como mis hijos...", afirma la mujer ante la sonrisa encantadora de Micaela.
"Ella es como mi segunda mamá... pasa conmigo muchas horas al día", señala.
Y dice la mujer: "Micaela es como mi hija, igual que sus hermanos... Los tres son como parte de mi familia, aunque ahora voy a trabajar menos porque me jubilo, porque es verdad que todo tiene su ciclo, pero igual la voy a seguir viendo porque voy a venir", indica.
Por su parte la joven dice: "La voy a extrañar... con sus cosas. ¿Cuáles? Es muy detallista, te enseña a su manera... quiere que todo salga bien. Pero yo también la voy a seguir viendo... bueno, la voy a seguir encontrando...".
Y como nota cierto desconcierto en el interlocutor Micaela enseña: "Es que no sólo se ve con los ojos... se ve también con los ojos del alma", afirma.

 

"Alguna vez me copié".
En un instante la charla discurre con una anécdota divertida. Cuando habla sobre la vez que participó de una práctica dando clases, Micaela cuenta qué les dijo a los alumnos: "Si se copian no es mi problema, porque son ustedes los que no van a aprender. Así que si creen que me embroman a mí porque no veo, no es así. El problema es de ustedes", completó.
De todos modos, entre risas, confiesa que... "bueno, yo también alguna vez me copié, pero un par de frases nomás".
"Fue en tercero o cuarto año... tenía la carpeta bajo el pupitre e iba leyendo (Braille) con los dedos. Pero fueron dos pavadas, dos frases...", y pareciera que le da un poquito de vergüenza. Y la verdad... ¿quién no se copió alguna vez?

 

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