Martes 02 de abril 2024

«Lo mejor era ganar tiempo»

Redaccion 10/07/2020 - 21.49.hs

«Caputo festeja, Cavallo festeja, el Citibank festeja y las acciones suben un 10 por ciento. Evidentemente, no parece un acuerdo que los acreedores estén firmando a regañadientes», advirtió Juan Valerdi, en referencia a la respuesta de los mercados tras la última propuesta argentina para renegociar su deuda externa. «No puede ser algo bueno. Si festejan los mercados junto a estos personajes, estamos en problemas. Una cosa es que acepten la oferta, otra muy distinta que festejen».
Entrevistado en Radio Noticias, el economista propuso una interesante reflexión. «Especialistas del mundo pronostican una gran crisis de deuda global. Y no se refieren solo a deudas soberanas de los países, sino también de empresas y hasta de consumidores. En ese contexto, no deberíamos haber mostrado tanto apuro, ni tanta generosidad», sentenció.
¿Por qué, entonces, el gobierno nacional se apresuraría en buscar un acuerdo? «No querían de ninguna manera un default, dijo el presidente. Pero en una negociación, si dejamos claro que no corremos riesgos, que nuestro riesgo de default es cero porque no lo permitiremos, el acreedor podrá empujar la línea todo el tiempo, si sabe que aceptaremos cualquier arreglo antes que permitir un default».
Si bien la pandemia aún no ha pasado, «ya nadie duda de que se avecina un problema de deuda gravísimo para muchos países, empresas y hasta particulares. Difícilmente las condiciones podrían ponerse más rigurosas» durante una negociación futura. En cambio, parece más probable que esta obsesión por evitar un default esconda «una voluntad de alineamiento geopolítico, como demostrar que somos un país que se porta bien».

 

Ese cuco, el default.
Muchos argentinos mantienen fresca en la memoria el default de 2002. «Esa deuda no fue renegociada sino hasta mediados de 2005 y resultó un acuerdo parcial. Fueron tres años de default, dos de ellos durante el gobierno» de Néstor Kirchner, recordó. Sin embargo, un default tan prolongado «no provocó nada de lo que vaticinaban: Argentina no explotó, ni dejaron de llegar los vasos de Starbucks». Y añadió: «de hecho, ya hace un mes y medio que estamos en default, y no se lo ve tan grave».
De todas maneras, aunque se lograra evitar el default, «no van a llegar capitales, ni cesarán los problemas con el comercio exterior. Algunos publicaron esa mentira , que teníamos problemas para comprar: la verdad, si le pagan, cualquier empresa del mundo vende lo que sea, cuando sea». Por ejemplo, «China no dejará de comprar soja argentina si no pagamos la deuda externa, porque eso no define parámetros para quienes compran y venden. Un default podría hacer que alguna compañía no pudiera adquirir maquinarias con créditos a cinco años, pero en el contexto actual del mundo habría que ver si hay alguna empresa con planes de renovar maquinarias».
Entonces, si el default no resulta argumento suficiente para negociar con tanta urgencia, habría otros motivos. «Tampoco creo que ahora el FMI se haya vuelto bueno, como algunos mencionan», alertó Valerdi. Para él, podría ser que desde el Fondo estén diciendo: «hagamos de cuenta que los ayudamos, pero en realidad ustedes tienen que hacer buena letra y servir como ejemplo a otros países: cuando cierren un acuerdo razonable para los acreedores, el FMI también aceptará postergar los pagos y desembolsará los 9.000 millones de dólares pendientes del préstamo entregado a Macri». Tal vez, lo que necesita el gobierno «es plata para terminar este año y despejar el futuro. Igualmente, eso no justificaría que el presidente hace 40 días dijera que no habrá plata para pagar la deuda durante cinco años, y ahora se comprometa a un pago en 2021», advirtió.

 

«Ninguna alegría».
El economista calculó que «de esta cuarentena y de la pandemia del macrismo, seguramente saldremos con un 50 por ciento de pobreza». Si bien podría ser «temporaria, porque después de la cuarentena volveríamos al 38%», igualmente resulta «un índice muy malo. No podemos alegrarnos con un 38% de pobreza». Por eso, en este acuerdo de deuda los grandes triunfadores «serán los acreedores».
«Algunos pretenden que no había otra opción, pero es mentira. La mejor opción era ganar tiempo, porque eso jugaba a nuestro favor». Aunque se firme este acuerdo «no llegarán una lluvia de inversiones ni préstamos a manos llenas, porque esas cosas dependen de las condiciones existentes para el funcionamiento de una macroeconomía y su desarrollo». No llegarán inversiones, insistió, «mientras no exista una población con capacidad de consumo y una industria capaz de sobrevivir».
«En realidad -añadió Valerdi- lo más probable sería que aparezcan los 9.000 millones del FMI, cifra que duplicaría las reservas disponibles actualmente en el Banco Central». De lo contrario no se explica «tanto apuro. Estamos cerrando un acuerdo en tres meses. Este gobierno comenzó a negociar en marzo y ya estamos en condiciones de firmar un trato: eso es muy rápido». Y reiteró: «un acuerdo así sólo beneficia a los acreedores preocupados por el ejemplo: si Argentina hubiera declarado el default a la espera un momento propicio, otros deudores verían que es posible. Pero si un país muy complicado y con tantos problemas socioeconómicos como Argentina es capaz de cerrar un acuerdo así, los demás no tendrán mucho margen», concluyó.

 

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