Jueves 18 de abril 2024

Osvaldo Dadone, una de las mentes brillantes de La Pampa

Redaccion 20/03/2021 - 21.05.hs

Sabemos que existen quienes están dotados de una capacidad muy especial, que los ubica un pasito delante del resto de las personas. El ex ministro es, en su vida de todos los días, un hombre «común».

 

MARIO VEGA

 

En esta saga de personajes -o personalidades, según se vea o se trate-, poner en palabras vida y obra de un economista, de un especialista en finanzas, a lo mejor a alguien se le puede ocurrir algo aburrido. Suelo repetir que en el caso de esta columna que ya tiene más de diez años de vigencia, el lector se verá atraído -o no tanto- por el perfil de quien aparezca el domingo en estas páginas.
Cuando se trata de un deportista se supone que las notas tendrán -mayormente- un público determinado, y lo mismo puede suceder si se trata de un artista, de un trabajador o de quien fuere. No obstante estarán los que de alguna manera por su estilo de vida pueden concitar una atención más importante.

 

«Mentes brillantes».

 

Osvaldo Dadone (59) ha sido -lo sigue siendo- un destacadísimo hombre público, que ocupó por varios años cargos de relevancia en el Gobierno provincial, y también en el Banco de La Pampa. Siempre mostrando una inteligencia, conocimientos y dedicación que lo convirtieron en referencia obligada para quienes vinieron después.
He admirado, y lo sigo haciendo, a aquellos que considero son «mentes brillantes». Esa gente que está un paso más allá que los inteligentes «comunes», y se destacan por su capacidad intelectual, en uno o varios campos del conocimiento. Creo que Osvaldo es una de ellas, aunque nunca se mostrará con el alto perfil del erudito y prefiera, en todo caso, aparecer como uno más.
Hoy, alejado de la función pública, continúa siendo hombre de consulta y -por más que no lo diga- conozco que se presta de buena gana a dar su opinión cada vez que lo requieren por asuntos de importancia para los intereses de la Provincia.

 

Cuando era «Osvaldito».

 

Dice haber nacido en noviembre de 1961 en Alta Italia. Descendiente de inmigrantes italianos, su familia vivió siempre en esa localidad donde aún está mamá Haydee; en tanto Osvaldo padre -fue intendente peronista de la localidad- falleció hace unos años. «Por tener igual nombre que él, para la gente de mi generación en Alta Italia sigo siendo Osvaldito», dice el hijo único del matrimonio.
Lo encontré sorpresivamente por estos días, luego de varios años, en el comercio que su esposa tiene ubicado en Escalante casi Pellegrini y aceptó contarme su historia.
«Mi padre era comerciante, y en su administración trabajaba también mi madre. Papá tuvo algún paso por la política y fue intendente municipal en el período 1987-1991 y concejal en un período posterior».

 

La familia.

 

«Estoy casado con Claudia (Ferratto) desde hace 18 años, y tenemos dos hijos: Lucas (25) graduado como Economista Empresarial y Giuliana (23) Licenciada en Marketing recibida en 2020. Ambos con tareas en Buenos Aires, aunque ahora pasan más tiempo en Santa Rosa por la posibilidad del trabajo on line.
Le digo que supongo que fue un alumno brillante, y con una sonrisa admite que estudiar ha sido lo suyo: «La primaria en la Escuela n° 14 de Alta Italia; y la secundaria, como no había en 1974 en mi pueblo, la hice en el Instituto Comercial Nuestra Señora de Luján de Intendente Alvear, y egresé en 1978 como Perito Mercantil. Vivía en una pensión de lunes a viernes, y tengo recuerdos fantásticos de un grupo de compañeros/as con los que me sigo viendo en una cena anual que obviamente no pudimos hacer en 2020, y esperemos poder retomarla en los últimos meses de este año», se esperanza.

 

Medalla de Honor.

 

Después vendría la Facultad de Ciencias Económicas en la UNLPam, donde obtuvo el título de Contador Público Nacional en diciembre de 1983. Tanto en la secundaria como en la Universidad fue Egresado Medalla de Honor. Más tarde haría el post grado Master en Administración de Empresas con orientación en Finanzas. «Esto llegó muchos años después cuando incluso ya estaba casado y con hijos», rememora.
De todos modos confiesa que tanto estudio no le impidió transcurrir su juventud «con muchas salidas los fines de semanas… Por entonces lo típico eran los bailes con orquesta, incluso en salones de escuelas rurales; y luego se fueron sumando los boliches como se conocen ahora, pero para eso era necesario ir a los pueblos más grandes, como General Pico, Realicó o Luiggi», rememora.

 

Soldado y profesor.

 

Cuando le llegó el momento hizo el Servicio Militar en el Ex Comando IV Cuerpo de Ejército. Era 1984 «y siendo soldado empecé a ser Profesor Ayudante en la Facultad en la que me había graduado el año anterior. Con algunas interrupciones di clases hasta 2005». Aunque le gustaba, otros compromisos profesionales y agendas de viajes lo condujeron a dejar.
Osvaldo precisa que en la actividad profesional tiene dos etapas claramente diferenciadas, con una de ellas en el sector público, entre 1984 y 1993.
Con 23 años ingresó al Gobierno de la Provincia como Director de Industria y Comercio. «Fue el contador (Oscar Mario) Jorge quien me convocó… me conocía porque fui su alumno; pero especialmente por haber trabajado en su estudio/oficina en 1983, que fue mi último año de la carrera. Tengo por él y por su esposa un gran aprecio aunque es verdad que hace mucho no los veo», admite.

 

El ministro más joven.

 

En 1986 pasó a la Subsecretaría de Hacienda, cargo que mantuvo aún con el cambio de gobernador -de Néstor Ahuad a Rubén Marín- hasta 1988.
Tenía 27 años cuando Ahuad lo designó ministro de Hacienda. «Fue un desafío… no sólo por mi juventud sino además porque tenía que sustituir a Jorge, de quien era reconocida su experiencia y capacidad en la gestión de las finanzas provinciales. Cuando Marín volvió para suceder a Ahuad me propuso continuar en el cargo, aunque el desafío iba a ser doble, porque durante un año y medio estuve también como presidente del Directorio del Banco de La Pampa. Fue una etapa absolutamente agobiante, aunque muy interesante para entender no sólo lo que le pasa al Estado sino también a la economía real», evoca.

 

Equipos de trabajo, esenciales.

 

Dadone explica que «la fórmula fue siempre la misma: convicciones firmes, predicar con el ejemplo, compromiso absoluto que requería dedicación a tiempo completo, equipos de trabajo sólidos profesional y moralmente. Y esto fue tan importante que la mayoría de los integrantes siguieron en la función pública por muchos años dándole continuidad a instituciones del Estado. Algunos alcanzaron luego cargos de las más altas jerarquías».
Sostiene convencido que «la formación de equipos es central para gestionar problemáticas complejas y diversas, tanto en el sector público como en el privado. Tuvimos que administrar la provincia con períodos de alta inflación, como en el segundo semestre de 1989; y también en un proceso de cambios que imponía el plan de convertibilidad».

 

Existen los grises.

 

Le tocó trabajar con Ahuad, Marín y Jorge, «con estilos y personalidades distintas», y rescata que en todos los casos se sintió respetado, aunque era un bisoño funcionario. Admite que le sirvió como aprendizaje, «porque cuando hubo que discutir temas difíciles y yo le ponía una visión absolutamente técnica, supieron hacerme entender que las cosas no son sólo blancas o negras. Los problemas de la gestión, como la vida misma, están repletos de grises que uno debe aprender a identificar para poder resolver. Ese aprendizaje a los treinta años fue enriquecedor para tareas posteriores», reafirma.
Agrega, al formular una evaluación, que «la vida de un hombre público implica mucha exposición, máxime en medios chicos donde existe la posibilidad del reproche fácil, más en tiempos de redes sociales tan activas. Dejé la función pública en 1993 y ya no volví», resume.

 

De lo público a lo privado.

 

Le pregunto cómo hace un hombre tan joven -funcionario entre los 23 y los 32- para vivir precisamente como una persona «común» en esas edades. «La verdad es que fuera de mis horarios de oficina, que eran muy largos, hacía lo que la gente de mi edad. No siento que ese rol de funcionario me haya hecho perder cosas que hacía gente de mi edad».
Lo cierto es que después de 9 años en el Estado, cuatro como ministro, «tenía claro que mi interés no estaba en hacer una carrera política por lo que consideré que era una etapa cumplida. Entendía que debía probar suerte en la actividad privada. Siempre estuve convencido, y lo sigo estando, que el crecimiento profesional requiere estar dispuesto a cambiar y emprender nuevos desafíos. Son cambios que te sacan de la zona de confort, e incluso a veces uno retoma desde posiciones de menor importancia relativa, pero la motivación de encarar temas nuevos siempre me parece movilizadora». Dejar lo público no fue el único cambio en una trayectoria profesional de 37 años que se reconoce como intachable.

 

Asesor en el BCRA.

 

Desde 1994 se desenvolvería en la actividad privada. «Sí, estudio profesional en Santa Rosa por algunos años en áreas de mi incumbencia de las ciencias económicas; y además encaré el proyecto de capacitación con el postgrado… En ese marco, tuve un paso de dos años por el Banco Central de la República Argentina como asesor del director pampeano, el contador Roberto Reyna, y asesoré privados de La Pampa y cámaras gremiales empresarias».

 

Segunda etapa en el BLP.

 

Vendría luego «la segunda etapa en el Banco de La Pampa, en este caso como Gerente General. «Era un rol muy distinto al anterior de presidente del Directorio, con funciones ejecutivas y de gestión empresarial, aunque la empresa fuera de capitales públicos. Fue un período muy complejo para la economía del país -con la salida de la convertibilidad y la crisis de 2001- y para el propio Banco, y fue la tarea de mayor complejidad de mi vida profesional. Hubo que tomar decisiones difíciles, a veces antipáticas, pero necesarias en el marco del objetivo superior que era preservarlo como propiedad del Estado Provincial. Eso fue lo que se me planteó, se logró y hoy nadie lo pone en duda», dice aludiendo a aquel momento en que el menemismo privatizaba todo lo que podía.
Al dejar el Banco de La Pampa concentró su actividad profesional «en Lartirigoyen», conocido grupo económico pampeano con base en Catriló y con proyección nacional. «Ahí desempeñé funciones gerenciales durante varios años, y/o integrando alguno de sus directorios que hicieron que repartiera el tiempo entre Buenos Aires y La Pampa», relata.

 

¿Y el hombre común?

 

Cualquiera que acceda a una charla con Osvaldo Dadone, en la medida que vaya avanzando, encontrará en él a alguien de enorme inteligencia, dueño de un sentido común que termina por ubicarlo como una persona sencilla, espontánea… de esas que no necesitan alzar la voz para mostrar autoridad o hacerse respetar.
En estos días que me llevó armar esta síntesis de una existencia que se me ocurre particular -por más que a él le parezca que es de lo más normal-, indagué con personas que lo conocen: ex empleados, colegas de su profesión, y hasta vecinos. Debo decirlo: no hubo nadie que pusiera la más mínima mácula sobre su personalidad: la apreciación va desde señalar que es un profesional de enorme valía, de una gran capacidad intelectual y absolutamente honesto; pero además quienes fueron sus empleados en su paso por el Ministerio no dejan de destacar el don de gente de Osvaldo, siempre amable y diligente para atender un reclamo, o para resolver una situación que se presente. «Jamás lo vimos ponerse por encima de nadie», enfatizó un ex empleado de la Administración Pública… «Además un capo total en lo suyo», agregó por si hiciera falta.

 

Trabajo on line.

 

Hoy desarrolla la actividad desde su domicilio -«la virtualidad llegó para quedarse», sostiene- y sigue en Lartirigoyen, aunque ya no viaja seguido a Buenos Aires como lo hacía, y tal vez no deba seguir haciéndolo en virtud del trabajo on line
Disfruta trabajar en temas vinculados a su profesión, especialmente en el área financiera; «aunque sigo leyendo de otros de actualización aunque no los haga en la práctica como sería por ejemplo impuestos», dice.

 

El gusto por viajar.

 

No duda en afirmar que por fuera del trabajo el «gran gusto es viajar… lo pude hacer y si la pandemia lo permite espero seguir. Conozco varios países y me gusta repetir destinos. Eso sí, soy obsesivo en la organización porque para mí el viaje no comienza el día que tomo el avión o el auto, sino cuando empezamos a programarlo en todos sus detalles».
Dice que es de Boca, aunque no mira mucho fútbol, y revela que «la actividad física no es mi fuerte… hago mucho menos de lo que debería».

 

Pocas relaciones sociales.

 

Osvaldo se confiesa como un hombre de «pocas relaciones sociales», y que centra buena parte de su vida en su familia, su esposa -«es bien diferente a mí en eso de las relaciones», agrega sonriente, y sus hijos que, ya grandes, aparecen dispuestos a volar… «Si mi hija se radica en el exterior, como planea, será un buen motivo para seguir viajando… Estoy llegando a los 60 y me tendría que ir preparando para cuando ya no trabaje, pero la verdad es que con esta nueva forma de hacerlo creo que puedo extender ese período algunos años más…», especula con muchas ganas de que así sea.

 

Volver a ser «Osvaldito».

 

Es que personalidades como él tienen muchísimo para aportar, y está muy bueno que lo convoquen cada tanto para opinar de temas trascendentes que tienen que ver con el futuro de la provincia. Las nuevas generaciones se lo agradecerán… Aunque a Osvaldo eso del bronce o los reconocimientos no es precisamente lo que más le interesa, si a los 32 años cuando estaba en la cresta de la ola decidió que ya estaba bien y que debía buscar nuevos objetivos. Pero ciertamente su talento le impone permanentes desafíos, y es probable que pronto encuentre otros, que no todos saben afrontar… Él seguro que sí, que puede. Lo bueno es que no se la cree, y actúa con la misma sencillez del pibe que un día partió de su pueblo para convertirse en funcionario a los 23, ministro a los 27… y que siempre está volviendo para ser otra vez aquel «Osvaldito»… el de Alta Italia.

 

«Es valedero intentar con cosas distintas».

 

«He visto en los últimos meses intentos valederos para plantearse cosas distintas y me parece bueno. Luego podrán salir mejor o peor, pero me parece bueno el intento», razona Dadone cuando se le pregunta por la realidad provincial.
«Tenemos una historia de orden y tranquilidad relativa que todos conocemos, y pienso que es condición necesaria pero no suficiente para el despegue… Quiero decir que partiendo de una base ordenada que no muchas provincias tienen, es más fácil pensar el futuro. Por supuesto, hay que ser conscientes que ese despegue socio económico siempre estará fuertemente incidido por lo que pase a nivel nacional».
En algún momento, al referirse al contexto del país, se mostró molesto «por la necedad y los fanatismos» que no conducen a nada bueno.

 

Amplitud de análisis.

 

Advirtió que «el objetivo debe ser de mediano/largo plazo», y se hace necesaria «la mirada de los estrategas que, si sale bien, terminarán siendo los estadistas. Eso requiere una gran apertura mental, amplitud de análisis, no tenerle miedo a lo disruptivo, volar por fuera de los límites provinciales… Claro está que debería ir acompañado de adecuaciones y modernizaciones en varios frentes», razonó.
Insistió en que «sólo se puede encarar con equipos de trabajo interdisciplinarios y fuertemente consustanciados; y una mirada estratégica de los líderes que deberán destinar unas horas de su jornada diaria a esta cuestión. Es difícil aunque no imposible, en una sociedad en la que todos somos más o menos resultadistas de corto plazo», completó.

 

Mucho para aportar.

 

Carlos Pessi -eso creo- es otro de los que está un pasito adelantado a nosotros, los «comunes», y por eso es interesante su opinión. «Tenemos con Osvaldo Dadone un respeto mutuo, de consulta, de hablar… yo antes de aceptar ingresar al Directorio del BLP le pedí opinión; y desde allí le hemos solicitado su parecer en cuanto a un plan estratégico, a la expansión del Banco… y por cierto coincidimos en muchos aspectos. Considero que tiene una enorme capacidad de laburo, y por sus ideas, su impronta, y ni hablar de su ética y honestidad, tiene muchísimo por aportar a la Provincia», dijo concluyente. «Sí, claro que es una mente brillante…», cerró Pessi.

 

«¿Y vos tenés papá…?».

 

Claudia Ferratto, esposa de Osvaldo, dice que tienen formas de ser bien distintas: «Soy más dada, y más ‘polvorita’, y él más contenedor, y somos complementarios», sostiene.
«La familia requiere tiempo y organización cuando hay actividades exigentes. Mi experiencia en esto también tiene que ver con el equipo que integran mamá y papá, y por suerte en nuestro caso funcionó con roles claros», agrega él.
Claudia evoca que siendo Osvaldo ministro y presidente del BLP a la vez llevaba a sus hijos a compartir una gaseosa a la tarde para que lo vieran. Recuerda así cuando a Lucas los compañeritos le preguntaban; «¿Vos tenés papá?».
Y sonríe comprensivo Osvaldo: «Sí, es verdad. Le preguntaron a Lucas porque yo no los buscaba al Colegio, y obviamente me intimaron en la familia a que lo llevara al Jardín al día siguiente. Pero cuando ya eran más grandes pudimos sincronizar horarios y nos organizamos», expresa.
«Siempre uno debe hacerse tiempo para conversar temas importantes, poner límites y dar confianza en su justo límite, pero hay que reconocer que los equilibrios son difíciles», cierra Osvaldo.

 

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