Lunes 08 de abril 2024

«Se encarnizaron con las mujeres»

Redaccion 23/06/2021 - 21.20.hs

«Nosotros estamos enteros, nunca buscamos la venganza», dijo Raquel Barabaschi en una de las tantas frases que desgranó al dar testimonio, una vez más, del horror que le tocó padecer durante la última dictadura cívico militar y en la que La Pampa tuvo sus propios ejecutores, por eso hoy se lleva adelante la tercera parte del juicio de la Subzona 1.4.
La audiencia, a través de plataforma virtual, de este miércoles tuvo el testimonio de tres víctimas de ese periodo oscuro y que, en todos los casos, se presentaron como querellantes en el juicio contra los represores. Además de Barabaschi hablaron Rafael Guardia y Juan Carlos «Pinky» Pumilla.
«Combatimos esa premisa tan repetida de que La Pampa había sido una isla y no había pasado nada (durante la dictadura). La gente tenía internalizado que éramos subversivos, que algo habíamos hecho. Sirvió para dar por tierra con todo esto y empezar a sanar, por eso cada víctima que testimonió se sacó una mochila», dijo Barabaschi sobre la relevancia de los juicios y la militancia en busca de verdad, memoria y justicia.
Barabaschi afirmó que «todas las mujeres detenidas (durante ese periodo) fueron abusadas de alguna forma u otra, psíquica o físicamente, se encarnizaron con las mujeres, se creían dueños de nuestras vidas y de nuestros cuerpos. La vida de todas cambió radicalmente: tardaron años en tener una pareja, no tuvieron hijos. Pero esto de contar o no contar es muy personal, cada una manejará sus tiempos y su vida como puede, pero más allá de toda esta persecución a las mujeres y el desprecio que tenían por nosotras, nos decían que por qué estudiábamos carreras de varones como ingeniería, que no éramos mujeres y éramos irrecuperables y demás barbaridades».
Barabaschi era una estudiante universitaria que fue secuestrada y torturada en tres oportunidades. Había terminado el colegio secundario en Winifreda y se había marchado a General Pico para estudiar Ingeniería. Ayer hizo una referencia particular al máximo símbolo de la represión en la provincia, Luis Baraldini, quien en las audiencias aparece «como si estuviera durmiendo» mientras su abogado asegura que no está en condiciones de salud como para participar del juicio que se lleva adelante.
«Verlo a Baraldini caminar en la habitación y valerse por sí mismo y después ponerse en ‘modito inválido’ para no escucharnos… Esa es la valentía que tienen, pero en cambio nosotros estamos enteros, nunca buscamos la venganza. Los únicos subversivos fueron ellos que vinieron a atacar el orden en que vivíamos, tranquilos, trabajando para la comunidad», dijo durante su testimonio.

 

Torturas.
En uno de los tramos más duros, Barabaschi contó con detalles lo que debió sufrir por haber sido marcada «como un enemigo interno, como un peligro para la sociedad» solo por sus ideas políticas. Y recordó: «En una oportunidad me metieron en la sala de torturas, me pegaron una trompada en el estómago que me tiró arriba de un sofá. Me empezaron a interrogar, a insultar, siempre a los gritos. Me desvistieron y me tiraron arriba de una mesa, empezaron a manosearme, me bajan el pantalón… Estaba aterrada, fue una situación extremadamente traumática, se reían y tenían olor a alcohol, fue totalmente desagradable. Alguien les gritó ‘a ésta no se la cojan porque es tortillera… sinceramente, ni sabía el significado de esa expresión. Esa expresión homofóbica me salvó de que me violaran».
También le aplicaron la picana en la boca y cerca de un ojo, en el estómago y en sus pechos.
«Luego (Carlos) Reinhart me quitó la venda, prendió un cigarrillo y con todo el cinismo que podía tener me lo puso en la boca. En esos momentos lo vi a Baraldini en la puerta».
Barabaschi mencionó los nombres de varios represores, de los actores políticos de esa época y también al médico Máximo Pérez Oneto, quien revisaba a las y los detenidos luego de las torturas. «Lo que dijo fue: ‘primero se mandan las macanas y después no se las aguantan'», expresó en su testimonio.
Barabaschi valoró que hoy «pedir justicia y el nunca más están instalado en la agenda pública, en las escuelas, en las calles, hay chicos que hacen tesis para finalizar sus carreras y entonces sé que valió la pena».

 

Guardia.
El otro testigo que declaró ayer fue Rafael Guardia, quien dio testimonio del secuestro y las torturas que sufrió al tiempo que se mostró dolido porque los juicios no alcanzan «a la parte civil, porque fueron quienes le golpearon la puerta a los militares para el golpe de Estado».
Guardia, oriundo de Rancul, trabajaba como hachero y militaba en el comunismo por los derechos de los trabajadores.

 

«La palabra genocidio en una sentencia»
El periodista Juan Carlos «Pinky» Pumilla fue otra de las voces que se escucharon durante la audiencia de ayer y resaltó su militancia a favor de los derechos humanos. En ese sentido, dejó una frase resonante: «No vacilaré en asistir a todos los juicios donde persista algún magistrado que no le tiemble el pulso cuando tenga que escribir la palabra genocidio en una sentencia».
Pumilla estuvo detenido durante dos semanas durante la dictadura militar y luego se encargó de recopilar información sobre la represión en la provincia y publicó el libro «El Informe 14».
El periodista destacó la participación de la Universidad Nacional de La Pampa como querellante (el martes se escuchó al actual rector, Oscar Alpa) en la tercera etapa del juicio por la Subzona 1.4. «No hay otro lugar de La Pampa que haya sido tan pisado y mancillado como éste», señaló durante su alocución.
También valoró que durante las audiencias de esta etapa del juicio se le dé importancia a los temas de género y a los abusos sexuales que llevaron adelante los responsables del proceso militar en la provincia.

 


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