Miércoles 17 de abril 2024

Seis meses sin descanso

Redaccion 10/09/2020 - 08.29.hs

(Eduardo Castex) – «Hace seis meses que no tenemos francos, ni sábados, ni domingos, ni vacaciones. Trabajamos todos los días y tenemos que estar las 24 horas disponibles para atender cualquier emergencia o eventualidad que surja a cualquiera de nuestros compañeros de trabajo», destacó ayer la médica Cristina Arrieta.
La jefa del servicio de Clínica Medica del Hospital Lucio Molas y del Centro Emergente de Asistencia Respiratoria (CEAR) explicó que desde el inicio de la pandemia de Covid-19 los trabajadores de salud «estamos todo el día conectados e incluso me han jugado en contra algunas cosas, porque siempre pregoné que no se debía estar con el teléfono en la mesa, pero ahora estamos todos el día con el teléfono encendido porque es lo que nos toca afrontar».
«Después de dos años volví a realizar guardias activas nocturnas porque teníamos que estar a
la altura de las circunstancias», resaltó la entrevistada.
La histórica crisis sanitaria provocada por la pandemia de la Covid-19 generó enormes consecuencias sociales, y los trabajadores de salud se encuentran en la primera trinchera de una batalla contra un enemigo invisible que acecha a la humanidad, e increíblemente algunos sectores aún lo continúan subestimando, o al menos desafiando con conductas irresponsables.
«Estamos a mitad de camino y estimo que lamentablemente no llegó el peor momento, pero depende mucho de nosotros que lleguemos al peor momento, porque mucho dependerá del comportamiento social», evaluó Arrieta.
«Hoy no estamos desbordados, porque tenemos más de 70 camas en los hospitales modulares que no se usaron, pero depende del comportamiento social como podremos sobrellevar esta pandemia, porque tenemos muchos recursos físicos pero no son tantos los recursos humanos», agregó la profesional de origen puntano.

 

«Sobrecarga de trabajo».
El CEAR es una prolongación del Hospital Lucio Molas que creó el gobernador Sergio Ziliotto específicamente para el tratamiento de pacientes afectados por Covid-19, y funcionado donde iba a ser el Centro de Medicina Nuclear. En ese ámbito además del servicio de Clínica Médica que dirige Arrieta, también están los servicios de Guardia a cargo del doctor Germán Luna y de Terapia Intensiva bajo la responsabilidad de Natalia Fernández.
«Estamos todos en las mismas circunstancias y desde marzo que no tenemos un fin de semana libre», destacó Arrieta. Y agradeció que cinco médicos del sector privado y profesionales de las residencias de clínica médica, de medicina general y terapia intensiva también se sumaron a trabajar, indicó.
«La cantidad de pacientes que pasó -por el CEAR- fue muy importante, hemos tenido más de 600 consultas respiratorias por consultorios, más de 150 consultas de personas internadas en Clínica Médica y más de 60 personas en terapia intensiva», detalló.
Explicó que esta pandemia demanda algunos acostumbramientos para los trabajadores de salud, que no se imaginaban hasta hace algunos meses. «Esos equipos que se ven en la televisión, una cosa es verlo y otra es estar», advierte.
«Se hace muy difícil -continuó Arrieta- estar más de dos o tres horas con esa vestimenta, porque te empezás a sofocar. Por eso tenemos que ingresar bien desayunados e hidratados, porque comenzás a transpirar mucho y puede pasar que haga una hipotensión por la cantidad de horas parado y con el stress de estar atendiendo a este tipo de paciente».
«La sobrecarga de trabajo provoca un agotamiento físico que puede desencadenar en errores que provoquen contagios», reconoce. Pero, destacó que en el CEAR hubo cuatro contagios de Covid-19, que consideró «muy poco» ese contagio intrainstitucional.
-Imagino que atender pacientes contagiados de Covid-19 debe generar mucha tensión.
-Sí. Genera mucha adrenalina, y tenés que estar alerta permanentemente. Cada
vez que se ingresa demanda un tiempo de preparativos y estar adentro genera un alerta de atender al paciente y no cometer un error porque nosotros también nos podemos contagiar. Afortunadamente tenemos un grupo de trabajo hermoso, con un gran grupo de enfermería, trabajando todos a la par.
-¿Cómo atravesaron el brote de Catriló?
-Todo fue muy intenso. Fue una semana que no nos alcanzó a sobrepasar, pero terminamos muy agotados. Ese brote si no se contenía de la forma que se hizo, no se hubiera podido contener y hoy hubiéramos estado sobrepasados. Hubo un buen accionar del equipo de Salud para contener el foco y separar los contactos estrechos en Catriló y eso permitió que tuviéramos tiempo para que aparezcan los casos de manera escalonada.

 

Anticuarentenas.
Arrieta insistió en solicitar a los pobladores pampeanos que se cuiden y actúen responsablemente, porque «es muy importante» el esfuerzo de los trabajadores de salud. Reconoció que cuando observa procedimientos sociales irresponsables intenta «ser compresiva», pero también le generan «rabia y mucho enojo».
«Los que tienen idea de que se trata esta pandemia e igualmente proceden irresponsablemente, ahí me genera mucha molestia porque son muy egoístas de no pensar en nosotros, que también sumos humanos y tenemos familias», expresó.
Y en contraposición destacó que hubo profesionales que le pidieron «concurrir a trabajar porque no querían quedarse afuera en este momento inédito que atraviesa el país».
-Qué pensaba cuando observó las imágenes de las protestas que hubo en Santa Rosa para apoyar a Vicentin o repudiar la Reforma Judicial.
-Mejor no quiero opinar de algunas cosas. Hay cuestiones que no se pueden expresar y es mejor no decirlas. Cada persona sabe y es responsable de los actos que realiza.
-Pero cuando vio la concentración de los anticuarentena que quemaban barbijos en el Obelisco, ¿tuvo una sensación más fuerte?
-Sí. No podemos permitir que esas cosas nos enojen porque nos genera un daño. Lo que nos queda es pensar que algunos de ellos en algún momento van a estar acá. Y quizás ahí, cuando les toca atravesar esos momentos, ahí entiendan la situación. O cuando tienen un familiar en esas situaciones, ahí entienden. Ojalá que lentamente la gente vaya entendiendo la gravedad de esta pandemia.
-En este país tenemos tantas libertades que incluso nos permiten elegir como contagiarnos…
-En las libertades que tenemos nos olvidamos que las nuestras finalizan donde comienzan las del prójimo. Esas libertades no respetadas generan mucho daño en la sociedad.

 

Equipamiento y plasma
Arrieta resaltó que en La Pampa «tenemos todo» el equipamiento y los insumos necesarios para enfrentar la pandemia de Covid-19. «No nos podemos quejar. Nos han dado todo lo que necesitamos, no nos falta equipamiento, tenemos insumos y cosas que pedimos para mejorar también nos aportaron», resaltó. «En varias provincias no están como nosotros. Hay provincias donde faltan insumos y es muy triste ver como están trabajando», destacó.
«Históricamente La Pampa dio asistencia a pacientes de ciudades o pueblos vecinos, ya sea de Mendoza o Buenos Aires. Incluso gente que viene de tránsito de otros lados y se le han dado insumos costosísimos», agregó.
«Ahora estamos utilizando plasma y ya esta llegando la cabina. Ayer usamos plasma con una paciente que tenemos internada en el CEAR. Estamos procesando plasma de pacientes recuperados en La Pampa, que esta a cargo de la hematóloga Ana Portales», resaltó.

 

«Una pampeana más»
La médica Cristina Arrieta es oriunda de Villa Mercedes (San Luis), pero estudió en la Universidad Nacional de Córdoba y llegó a La Pampa en 1997. Está casada con Alejandro Verdulio y tiene dos hijas: Martina (20) que estudia Medicina y Sofía (8). «Tengo toda mi
familia en San Luis y hace varios meses que no los puedo ver, y lo mismo ocurre con la familia de mi marido que son del sur de la provincia de Córdoba», se lamentó.
Llegó a La Pampa de casualidad. Cuando se recibió, acordaron con su pareja que irían donde el primero consiguiera trabajo. El marido consiguió trabajo en Piedra del Aguila, pero «por alguna circunstancia» llegaron primero a La Pampa para que ella ingresará en Salud Pública.
«Pensamos que sería transitorio, pero acá estamos. Cuando llegamos nos gustó la ciudad porque en ese momento era pequeña, pero segura y tranquila para criar los hijos. Y no nos fuimos más y ya somos unos pampeanos más», relató.

 

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