Domingo 14 de abril 2024

La idea siempre es jugar

Redaccion 27/10/2020 - 07.55.hs

Un grupo de jugadores de tejo que desde hace meses practica en los terrenos del Ferrocarril se han organizado, y de a poco van sumando adeptos. Ahora la idea es incorporar a las mujeres para que también practiquen una disciplina que puedan realizar sin problemas. Porque es divertida, alienta la competición y es posible de disputar de manera mixta.
Hemos visto jugar tejo en infinidad de oportunidades en alguna playa, o quizás en una casa-quinta en las afueras de la ciudad. Lo que parece un inocente juego pensado para personas mayores, de a poco ha generado expectativas que produce que cada vez más sean los que se acercan a practicarlo.
El juego del tejo es aparentemente sencillo, y se juega por diversión, como entretenimiento, pero también y paulatinamente viene siendo adoptado por no pocos como un deporte que va creciendo y entusiasmando, como para que se piense que pueda empezar a desarrollarse en mayor medida.

 

De dónde.
Pasó con alguna otra disciplina, y así como hace algunas décadas alguien le dio forma y difusión al paddle y más aquí en el tiempo nos vimos sorprendidos por la aparición del newcom (con raíces en el vóley), ahora es el tejo que de a poquito va ganando sus adeptos.
Si bien los que dicen saber ubican sus orígenes en los departamentos de Cundinamaraca y Boyacá, en Colombia, no faltan -vieja costumbre nacional- los que pretenden que es «un deporte netamente argentino». Tiene que ver con esa manía que tenemos de «pelear» por la «propiedad» de algunas figuras populares, o por creernos inventores de determinadas cosas. Todavía discutimos por si Carlos Gardel es o no argentino; o si somos los creadores del Tango, el mate y el dulce de leche. ¿Cómo no nos vamos a jugar alguna fichita para decir que el tejo «es nuestro?» ¿Por qué no?
Sin embargo hay testimonios, recuerdos y anotaciones que explican que en realidad es un deporte autóctono colombiano, jugado por muchísima población de ese país.
Se indica que fue practicado hace más de 500 años por los Muiscas (tienen que ver con la leyenda de El Dorado, que expresaba que el rey se vestía con una capa de oro, y las calles de la ciudad estaban pavimentadas con el valioso mineral). El tejo lo practicaban los cacicazgos y era parte de las fiestas ceremoniales.

 

Santarroseños.
Desde hace un tiempo en Santa Rosa -se habría de acentuar en tiempos de pandemia- se ve un grupo cada vez más numeroso de «tejeros» (¿así se los denominará?), que han hecho su cancha en los terrenos del Ferrocarril, casi frente a la estación que como puede leerse en el tablero en el que se lleva el tanteador se llama «La Cuarentena».
Apenas otros vecinos se preparan para la siesta, este grupo de entusiastas empieza con la delimitación de la cancha, el alisado y el riego, para que el escenario quede listo para jugar por varias horas.
Hay algunos que aparecen como los iniciadores, los que dieron el paso para avanzar hacia una mínima organización. Ramón Cisneros es uno de los más entusiastas, «de los primeros» que allá por abril empezaron a juntarse en ese lugar -después de algunos momentos con una cancha «frente a la quinta del Gobernador» desde donde se trasladaron a donde están hoy-, y planea organizarse para convertirlo en un deporte «en serio».

 

Los pioneros.
Miguel Rivero, Arturo Calcioni, Guillermo Tinelli, José Omar Beccaría, Rubén Clarembaux, José Luis «El Picante» Pereyra, Baltasar Barrios, José Rabanal (Pepe), Edgardo Guardia, Marcelo Dumerauf y Jorge Cornejo, entre otros, son los que se dan cita cada día después del almuerzo y hasta la media tarde.
Beccaría señaló que él llegó a jugar «un torneo argentino que se hizo en Realicó», como pareja de un puntano; y que -después de haber hecho fútbol y sóftbol cuando más joven- empezó con «el tejo porque es muy bueno para relajarse y pasar un buen momento entre amigos… Aquí estamos desde las 2 de la tarde hasta las 6 ó un poquito más».
En el caso de Cisneros, recientemente culminó el curso internacional de arbitraje de la AIT (Asociación Internacional de Tejo), y expresa que «sí… la idea es también sumar a las damas, porque es algo que se adapta perfectamente para ellas. Lo vamos a intentar», promete.

 

¿Cómo se juega?
Básicamente tiene un parecido -en el desarrollo y en el tanteador- parecido al juego de las bochas. Sólo que en vez de utilizar las lisas y las rayadas redondas (el bochín y las bochas) se usan discos de madera, aunque en un tiempo fueron de piedra. «Como mayoritariamente lo practicaban adultos mayores se pensó en algo más liviano, que es lo que se utiliza ahora», dicen los jugadores, muchos de ellos aficionados al fútbol que, cuando pueden, lo siguen practicando en los torneos de veteranos.
La cancha de tejo es de arena, y tiene 2.5 metros de ancho por 12 de largo, medida a la que se acotó porque alguna vez se extendió a 15 metros.
En la playa del ferrocarril no dejan de llamar la atención. A un costado la pala, el rastrillo y le regadera que utilizaron para dejar la cancha en condiciones; y bajo un árbol un carretel de esos que se usan para cables de teléfono «acostado» en forma de mesa o escritorio. Alguna reposera, las botellas de agua que cada uno se provee, y las medidas de prevención requeridas: tapabocas, higiene permanente de manos. «Lo que es necesario hoy en día lo cumplimos el pie de la letra», señalan.
Recuerdan que en algún momento no la pasaron bien «porque la Policía venía y quería que nos fuéramos, cuando ahí, a pocos metros, había gente jugando a la pelota y a ellos nadie les decía nada… Ahora tenemos los permisos necesarios, de la Municipalidad y de la Provincia».

 

Diversión.
Bromean, hablan en voz alta, alguno ensaya una broma y todos ríen. Se divierten sanamente.
Aunque cabe decir que -si el juego pasa a transformarse en un deporte con todas las letras-, es probable que deban guardar otras formas: cualquiera sabe que, por ejemplo en las bochas, el silencio es un requisito indispensable para la concentración y casi no se admiten las palabras altisonantes. Sólo algún que otro murmullo para comentar una jugada.
Ya llegará ese momento… por ahora los «tejeros» disfrutan de esta manera, jugando casi como si fueran chicos. ¡Y claro que está bueno, cómo que no!

 

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