Martes 02 de abril 2024

Un adiós para José «Pepino» Mazzoni

Redaccion 16/10/2020 - 08.31.hs

A la edad de 93 años dejó de existir ayer por la tarde-noche el reconocido ex motociclista y comerciante de la ciudad, José «Pepino» Mazzoni.
«Pepino» fue, sin dudas, una verdadera gloria deportiva e ícono del motociclismo deportivo provincial. Apasionado, vehemente, verborrágico -no pocas veces polémico, un verdadero personaje- fue uno de esos hombres que serán exaltados para siempre por su sapiencia y su capacidad de trabajo. Él, junto con otro importante grupo de deportistas de su generación escribieron páginas gloriosas del deporte motor de dos ruedas en La Pampa.

 

Primero fue ciclista.
En sus años mozos José Mazzoni se dedicó al ciclismo, pero sin dudas fue con las motos donde se hizo un nombre que trascendió entre los más grandes. Cómo no recordarlo ataviado con su traje de cuero negro recostado sobre el tanque de su bólido para sacarle una décima más a ese motor que él mismo, con sus manos, había construido. Pepino no sólo fue un fantástico piloto de motociclismo, sino que, además, era un verdadero artesano que hacía absolutamente todo. «Nunca compré un motor. Todo lo hacía yo», nos contó alguna vez.
Aunque se destacó netamente en el motociclismo rutero, también lo hizo en circuitos y la afición -los que tienen algunos años- lo habrán visto sobre todo en aquellas épicas jornadas en «El anillo embrujado» del Club General Belgrano, cuando se lucía junto a otros como su hermano Fiume, Rulo Sabaidini, Mario Bertón, El Pecoso Eyheramono, El Gallo Avelino y tantos otros.
Pero también en las pruebas de ruta dejó su impronta, como aquella Doble Victorica cuando le ganó «por el hocico» casi llegando a la menta en Santa Rosa a uno de los hermanos Terrani.

 

Desde Sicilia.
«Fueron 13 hermanos» de padres que llegaron desde la lejana Sicilia para instalarse primero en Toay, pero todavía cuando Pepino era niño se instalaron en Santa Rosa.
Su vida estuvo signada por el trabajo, y hay que decir que los motores fueron para él un instrumento, pero sobre todo los de las motos. Porque incursionó alguna vez, muy poquito y para darse el gusto con su hermano Fiume preparando un Ford T; y en los últimos años también armó algún motor de karting.
Pero la moto ha sido su gran pasión, y en su preparación fue un especialista único: «Mientras corrí nunca compré un motor. Siempre los hice yo, pieza por pieza… las fundía y las mecanizaba», explica.
Tuvo talleres en distintos lugares hasta instalarse definitivamente en Uruguay casi Moreno, en cuya planta alta vivió hasta el último instante.
Ayer se despidió de esta vida quien fue un verdadero personaje. Próximo a cumplir los 93 años, hasta no hace mucho se podía ver al siempre verborrágico y carismático referente en el comercio y taller que legó a Carlos Darío, uno de sus hijos varones, que lo siguió en su camino, como corredor y preparador.
Casado con Milka Miscoff, su compañera hasta hoy, tuvo además a Eduardo, mientras que de un primer matrimonio nacieron sus hijas mujeres, Luisa, Petty y Gina. Cinco nietas y dos bisnietas se suman al numeroso grupo familiar que lo despide.

 

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