Un pampeano varado en Filipinas
Domingo 10 de marzo 2024

Un pampeano varado en Filipinas

Redaccion 13/06/2020 - 21.14.hs

Si quedarse varado fuera del país en tiempos de coronavirus es una experiencia angustiante, quedarse varado en una remota isla de un remoto país donde nadie habla castellano y sin ninguna perspectiva de saber cuándo se podrá regresar, debe ser desesperante. Más si ves como se va agotando el dinero y no encontrás respuestas concretas de la Cancillería.
Claudio de Pian es un santarroseño que muchos conocen por su condición de guitarrista de rock -tocó en Fuerzas Especiales, El Pedazo y ahora en Garfio, entre otras bandas-, y otros por el taller de reparación de armas que posee en Pío XII y Alberdi.
Hace más de un año, Claudio conoció vía internet a una joven filipina con la cual primero trabó una amistad virtual que con el paso del tiempo avanzó hacia algo más intenso para los dos, al punto que empezaron a hacer proyectos para conocerse e incluso la posibilidad de formar una pareja. La joven se llama Juliet y vive en un pueblito del interior de Mindanao, la segunda isla más grande y más oriental del archipiélago filipino.
A principios de marzo, Claudio viajó a Filipinas con un proyecto tentador: conocer en persona a Juliet, recorrer juntos durante un mes ese exótico país y después venirse ambos a Argentina, para hacer lo mismo en nuestro país. Desde un principio, la pareja jugó con la idea de que Juliet decidiera radicarse definitivamente en Santa Rosa.
Claudio llegó a Filipinas el 7 de marzo, donde Juliet lo estaba esperando. El aeropuerto de la capital asiática fue el lugar en el que la pareja se vio por primera vez. En Manila dedicaron cinco días a conocer la ciudad y luego tomaron un vuelo a Davao, una de las ciudades más grandes de Filipinas, ubicada al sur de la isla de Mindanao, no muy lejos del pueblo de Juliet.
«La mía iba a ser una linda historia de amor, pero se pinchó. Ahora es una historia de cómo volver a casa. Hay momentos en que dan ganas de llorar, pero no sirve de nada, no soluciono nada llorando», reflexionó Claudio en una comunicación telefónica que mantuvo hace unos días con LA ARENA.

 

Cuarentena.
Claudio y Juliet llegaron a Davao el 12 de marzo -tres días antes de que el gobierno de Filipinas decretara la cuarentena total-. La pareja pensaba hacer base en esa ciudad y desde allí viajar por la isla, conocerla en detalle y disfrutar de la belleza de sus paisajes y la calidez de su gente. La cuarentena impidió concretar esta idea y la pareja debió adaptarse de buenas a primeras a una nueva realidad.
En Davao, la pareja vive en un modesto hotel de la ciudad -obviamente para ahorrar dinero- y dedica los días a recorrer la ciudad. «En el hotel tengo pago hasta el (lunes) 15 de junio. Después no sé qué haremos», contó el santarroseño.
Juliet resultó una excelente compañera y la pareja ha logrado hasta ahora superar esta inesperada prueba de fuego. «Todavía no nos matamos», ironizó Claudio, entre risas. «Es cierto que tenemos algunas desavenencias, como toda pareja, pero seguimos juntos», valoró.
Davao es una ciudad grande, de unos 2 millones de habitantes, donde hay sectores muy modernos y otros más tradicionales. «Hay pobreza pero no es esa pobreza que lastima la vista. La gente se la rebusca mucho vendiendo comida en la calle, y adonde hay un terreno baldío, enseguida lo cultivan». En el interior del país el bambú es una materia prima indispensable, que sirve tanto para hacer una cama como para construir una casa.
Estos meses le han servido al pampeano para construirse la mejor imagen de los filipinos: «es muy buena gente, no tiene maldad, muy solidaria».
La cuarentena se respeta mucho y la gente acata las medidas de seguridad. «Todo el mundo usa máscaras, y si vos no la usás, te miran mal. En cada lugar que entrás tenés que cumplir con el distanciamiento y varias medidas de higiene. ¡Nunca estuve tan limpito!», contó, entre risas.
La alimentación se basa en el arroz, para el que existe una variedad incontable de combinaciones de cocción. La alimentación es muy sana, «muy a la antigua», según comparó. El pollo es otro alimento principal. «Lo comen todo, hasta las patas que nosotros tiramos. Ellos las hierven, las untan en una salsa, y las comen. No tiran nada».

 

Enojado.
A raíz de la experiencia que está atravesando, De Piá no dudó en calificar a la Canciellería argentina como «un cero a la izquierda». «Hace unos días me llamaron para ofrecerme un vuelo desde Manila con la aerolínea Qatar. ¡Pero yo no estoy en Manila, estoy en Davao, en la otra punta del país!».
Hasta hace unos días no había vuelos de Davao a Manila, lo que además impedía trasladarse hasta la capital del país. «Ahora los habilitaron, pero una vez a la semana y a un costo de 9.000 pesos filipinos, cuando antes de la cuarentena el valor era de 1.500 pesos filipinos», se quejó.
Ante un escenario tan distinto al que imaginó, Claudio optó por tomarse las cosas con humor y filosofía, aceptar el desafío, agradecer que está junto a su bella novia, y tratar de que el ánimo no decaiga. «En nuestros paseos por la ciudad ya detecté varias armerías, así que si esto no se soluciona en breve, tal vez me presente y vaya a pedir trabajo», confesó entre risas, medio en broma pero medio en serio también.
«La plata se está acabando y no veo ninguna salida…», reiteró. «No sé cuánto tiempo más voy a seguir acá».
«Me siento realmente en una orfandad total del gobierno. Nunca me imaginé estar en esta situación. En Filipinas somos 57 argentinos, muchos menos que los 400 que había en Tailandia. Por eso se preocupan más por ellos que por nosotros. Nada más inútil que Cancillería», se descargó.
Ante este nuevo escenario, la idea de la pareja es que Claudio encuentre la forma de volver a Argentina y pueda regresar a Santa Rosa. Cuando la crisis del coronavirus pase y se normalicen los vuelos internacionales, Juliet vendrá a Argentina con una visa de turista. El proyecto inicial sigue en pie aunque «yo ya tengo en claro que ahora no voy a poder volver con ella», reconoció.
El día que Juliet pueda salir de Filipinas y desembarcar en Santa Rosa, la pareja habrá superado su prueba más difícil y tendrá la oportunidad de retomar todo aquello que planificaron durante largo tiempo y que quedó en suspenso culpa de una crisis mundial que nadie imaginaba a principios de año.

 

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