Viernes 25 de julio 2025

Un tatuaje para no olvidar

Redaccion 30/08/2021 - 21.03.hs

A veces sucede. Un cronista va por una nota, por un tema determinado, y pasa que la cuestión se dispara para otro lado. Gustavo Díaz, sobreviviente del ARA General Belgrano, hundido en el Atlántico Sur en la Guerra de Malvinas, se emocionó cuando Sebastián Carripilón (38) le mostró el tatuaje que se hizo hace pocos días en su brazo izquierdo.
«Es que algunos eligen tatuarse a Messi o Maradona, que no digo que esté mal… pero a mí se me ocurrió que tenía que hacerle una suerte de homenaje a los Héroes de Malvinas», expresó el joven al periodista de LA ARENA que se acercó a charlar con él.
Sebastián es casado con Marcela Quiroga, y tienen dos hijas: Sofía (13) y Pía (7). Aunque es oriundo de Victorica, vive en Toay desde hace algunos años, y en esa localidad precisamente ha sido integrante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios. Y hasta hace un año y medio prestaba servicios como Oficial Principal de la Policía Provincial. «Mi padre, Juan Ernesto se llama, ha sido portero de la Escuela 7 y el secundario Félix Romero en Victorica; mi mamá es Amelia García y somos cinco hermanos… yo el del medio», menciona.
Gustavo Díaz le contó a un periodista del gesto de Sebastián, y aunque este no tenía ninguna intención de hablar del tema -es más, en principio se negaba a hacerlo-, porque «sólo quise hacerle un homenaje a los combatientes de Malvinas, y en especial a mi amigo» -dijo-, se vio un poco impelido por las circunstancias. Cuando cronista y fotógrafo se acercaron a su casa no tuvo posibilidad de eludir la conversación, que derivó impensadamente hacia otro tema.
«Me hice esto porque me emociona la causa Malvinas, y soy amigo no sólo de Gustavo Díaz, sino también de otros que integran el Centro de Veteranos de Guerra. Lo que pasa además es que estoy muy sensible después de lo que me pasó… si hasta escuchar el himno me conmueve», afirma Sebastián.

 

Momento terrible.
Carripilón está retirado por «razones de servicio» de la Policía provincial (cumplía funciones en la División Toxicomanía), y después del incidente que casi le cuesta la vida en un incendio rural, ya no integra el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Toay, donde también se desempeñaba su esposa.
Fue el 17 de enero de 2017. «Era de noche ya. Estábamos en la zona de Cachirulo con otro compañero, cuando intenté saltar un alambrado que estaba electrocutado (algún cable habría caído sobre el cerco). La descarga eléctrica me hizo perder el conocimiento, y lo recobré cuando ya me estaban llevando al Hospital en la camioneta. Dicen que algunos han visto como una luz muy blanca cuando estuvieron muy cerca de la muerte. Pues yo vi esa luz…», asegura Sebastián. Y por un momento no puede evitar emocionarse.

 

Las secuelas.
Sufrió significativas lesiones: quebradura de cuatro vértebras, cortes en un brazo y una importante quemadura en una de sus piernas. «A veces siento fuertes dolores de espalda, y todavía me quedan secuelas de todo eso… tengo dificultades para mover los dedos de la mano derecha, y casi me he convertido en zurdo porque me tuve que adaptar. Por supuesto hay otros daños que no se ven, como el psicológico… tengo mi familia y pienso en ella, y estoy tan sensible que tengo miedo de que me pase algo. Pero tampoco puedo realizar algunos esfuerzos, como jugar al fútbol por ejemplo que me gustaba mucho hacerlo. Por todo eso me dieron el retiro en la Policía, y obviamente tuve que dejar de ser bombero voluntario», dice no sin cierta pena.

 

Un voluntario.
Carripilón estuvo 13 años en la Policía provincial, y después de aquel suceso su vida iba a cambiar para siempre. «Nunca reclamé nada en el Cuartel de Bomberos; aunque en la Policía me dieron el retiro, y aquí estoy. En estos momentos soy voluntario junto con mi esposa en la Cruz Roja, donde fui coordinador general y ahora colaboro en lo que puedo. Es algo que nos sale eso de ser solidarios», completa.
Tiene muy claro cuales son y reivindica los principios del voluntariado. «Uno hace las cosas porque las siente, no porque busca algún otro rédito», afirma convencido. A pesar que tiene problemas en su mano derecha, viene intentando aprender a tocar el bajo. «Sólo tengo que usar dos dedos, y me las rebusco como puedo», sonríe.

 

A pura emoción.
Ayer se celebró el Día de la Policía Provincial, y Sebastián recibió muchos saludos por ser ex integrante de la fuerza: «Cada uno que me llamó para saludarme me hizo emocionar», dice y se le ponen los ojos llorosos. «Lo que pasa es cuando pasan cosas como lo que me sucedió muchas se olvidan, pero lo mío no es nada al lado de los Héroes de Malvinas. Ellos sí que merecen nuestro reconocimiento eterno. Por eso me hice este tatuaje», indica mientras muestra el dibujo -reciente- grabado en el bíceps de su brazo izquierdo: las Islas Malvinas y debajo la imagen del Crucero General Belgrano. «Algunos eligen a Messi o Maradona, a mí se me ocurrió que este podía ser un buen homenaje a quienes combatieron por la patria. Nada más que eso: está prohibido olvidar…», cierra y se vuelve a emocionar. (M.V.)

 

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