Jueves 04 de abril 2024

«Una reconstrucción familiar absoluta»

Redaccion 09/03/2020 - 05.18.hs

Andrea Langhoff comenzó a reconstruir su árbol genealógico, luego que los estudios genéticos confirmaran la identidad de su madre y su padre biológico. Hace unos días conoció personalmente a su hermana mayor, que vive en Rosario, y planea conocer a una hermana de 20 años, por parte de su padre, que tiene en Córdoba. Después de difundida la noticia de su hallazgo encontró otro hermano en Bahía Blanca, y espera poder algún día conocer a sus hermanos piquenses por parte de su madre.
El 23 de enero, un estudio de ADN de un banco genético de Estados Unidos cerró su búsqueda de 25 años, al confirmar quién es su madre biológica y sus hermanos. Esta búsqueda desentramó una red ventas de bebés que funcionó en Pico, durante los años 60, 70 y 80 y que involucró a médicos y funcionarios del Registro Civil, encargados de redactar partidas de nacimientos apócrifas.
Andrea nació el 14 de septiembre de 1976 en la Clínica Argentina de esta ciudad. Sin embargo, a su madre biológica, los médicos le dijeron que había nacido muerta. Antes de ella, la mujer ya había tenido cuatro hijos y en septiembre de 1975 tuvo una hija con el padre de Andrea. En agosto de 1976, lo echaron de la casa por el constante maltrato físico y psicológico, al que sometía a la madre de Andrea.
El hombre se fue a Rosario y se llevó a la pequeña criatura, sin saber que su pareja estaba embarazada de Andrea. La mujer vivió en Glew, y durante su adolescencia confirmó que había sido adoptada. Allí comenzó una larga búsqueda, a través de la cual creó la página de Facebook «Busco Madre Biológica La Pampa».

 

Encuentro de hermanas.
Hace unas semanas, su hermana de Rosario, Stella Maris, fue a conocerla a Buenos Aires y desde ahí fue a conocer a su otra hermana más chica, en Córdoba, con la que ya había tenido algún contacto.
«Tuve la posibilidad de conocer a mi hermana más chica (20). Quería ver la mejor manera de conectarme con ella e hicimos una videoconferencia y nos pudimos contactar. Ella también tiene una historia emocional muy fuerte», contó Andrea, que planea conocerla en lo inmediato.
En cambio, el encuentro con su hermana mayor, fue personal, cara a cara, palpable y físico.
«Es estremecedora la sensación de un abrazo con un hermano. Mi hermana Stella Maris tuvo un hermano con la familia que la crió, pero yo fui la que siempre se crió sola. Me faltaba sentirla tan cercana. Tenemos mucho parecido físico y también parecido de actitudes y de gustos. Los gestos y ciertas palabras, son iguales. Uno tiene noción de la carga genética, pero verlo en vivo y reflejado en alguien, es emocionalmente muy fuerte. Más allá de tus hijos por primera vez podés ver tu sangre reflejada más lejos y acá empezás a ver el árbol completo», indicó en diálogo con LA ARENA.
Previo al encuentro personal tuvieron por redes sociales las primeras charlas, sobre sus historias de vida y sobre cuestiones cotidianas. Además aprovecharon para planificar el encuentro que lograron concretar.

 

Otros hermanos.
Además de Stella Maris, que es hija de su padre y de su madre, Andrea tiene cuatro hermanos en Pico, por parte de su madre.
«Sigo esperando esta posibilidad de conocerlos, de que mi madre se dé cuenta que no es la historia que ella piensa, que no vengo a sacar viejos recuerdos y a abrir heridas y a sangrarlas más», indicó.
También tiene una hermana en Córdoba, por parte de su padre, con quien convivió hasta hace pocos meses. «Tengo la intención de ir a Rosario a conocer a mis sobrinas y de ahí a Córdoba a conocer a mi otra hermana. Hace algunos meses que vive con su pareja, que dejó de vivir con el papá. Con mi hermana más chica también es necesario ese abrazo. A la más chica la crió mi papá, vivió con él hasta hace poco, y de todos los hermanos, es la única que fue criada por él. A mi papá no me interesa conocerlo personalmente, porque hay una parte de la historia que sé que me le va a contar a su manera. Yo quiero ir por la verdad, la mentira no me sirve, y no quiero estar otra vez delante de hombres que te mienten, no quiero ni cruzarlo», señaló.

 

Reconstrucción familiar.
Andrea siente que la confirmación del banco genético norteamericano, sirvió para poder llevar adelante «una reconstrucción familiar absoluta», dado que pudo certificar quién es su madre, pero también su hermana mayor y sus otros hermanos. Además la llevó a encontrar a otro hermano, mayor que ella, que reside en Bahía Blanca.
«Apareció un hermano de 54 años en Bahía Blanca, que nunca tuvo relación con su padre. Estamos unidos por Facebook y está la posibilidad de que vaya a Bahía, pero me falta la parte materna, los hermanos de útero. Reconstruí y pude acercarme a los hermanos paternos, quienes hemos pasado circunstancias muy parecidas porque todos fuimos criados sin una parte de la verdad, con mucho daño emocional. Pero cuando buscás una verdad, la buscás entera, con todo lo bueno y todo lo malo. Hermanos son todos, pero no puedo negar que me falta sangre pampeana. Yo el día que volví a Pico en 2004, me di cuenta que ese era mi lugar, aunque Glew es mi lugar de vivencia. Yo me siento piquense.
El caso de Andrea Langhoff, despertó el interés de Soledad Gesteira, una antropóloga del Conicet que trabajó durante una década con Abuelas de Plaza de Mayo, y que en base a su caso particular, avanzará en un trabajo de investigación sobre cómo el buscador puede sobrellevar el encuentro y cómo se revincula con la persona buscada.

 

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