Jueves 11 de abril 2024

«Ya estamos en una inercia térmica»

Redaccion 23/10/2020 - 22.08.hs

Hoy 24 de octubre se conmemora el Día Internacional Contra el Cambio Climático, una fecha instituida por la Organización de Naciones Unidas para informar, concientizar y educar a la población mundial sobre los efectos del Cambio Climático y del calentamiento global. Según un especialista pampeano, la primera medida para empezar esa batalla es admitir que el planeta se ha sumido en una «inercia térmica» difícil de parar aún con medidas extremas. En el mejor de los casos, se podrán atenuar efectos negativos cuya amplitud e intensidad aún son desconocidas.
«Aún cuando bajáramos a cero la quema de combustibles fósiles y no emitiéramos más (dióxido de carbono), el planeta seguiría en este calentamiento durante unos 100 años más, se calcula». La frase pertenece al ingeniero Ernesto Viglizzo, profesional con una larga trayectoria en el Inta y en la Universidad Nacional de La Pampa, y colaborador del Panel Internacional de Cambio Climático que recibió el Premio Nobel en 2007, que ayer fue entrevistado por Radio Noticias en razón de esta fecha.
El primer paso para dar una batalla seria es, a juicio de Viglizzo, «aceptar que el planeta tiene una inercia térmica que ya no la paramos» y que las medidas que se pudieran aplicar no lograrían detenerlo. «Es una inercia térmica similar a cuando vas a alta velocidad en una curva: por más que frenes, el auto va a seguir a alta velocidad y va a empezar a derrapar», graficó.
«Acá nos está pasando algo parecido con el planeta. Aún cuando bajáramos a cero la quema de combustibles fósiles y no emitiéramos más (dióxido de carbono), el planeta seguiría en este calentamiento se calcula que por unos 100 años más».

 

Algunas medidas.
Para atenuar esos efectos, hay medidas obligadas y básicas como aumentar el secuestro de carbono presente en la atmósfera y, en simultáneo, a disminuir las emisiones de los gases que provocan y favorecen el aumento de la temperatura global.
Existen otras propuestas, agrupadas bajo el rótulo de geoingeniería, que apunta a soluciones más extremas pero difíciles de concretar y de efectos impensados. Entre otras, Viglizzo mencionó alternativas que frenen la radiación solar incidente, como alguna forma de smog o de nubosidad en la alta atmósfera. Si bien fueron pensadas para «ir enfriando las regiones más cálidas del planeta», el especialista advirtió que «el problema es que uno no sabe cuáles son las consecuencias» porque puede suceder que el experimento salga mal y logre el efecto contrario «por ejemplo, disparar una glaciación».
Dejando de lado estas propuestas extremas, Viglizzo señaló que «en los últimos años se han producido progresos tecnológicos muy significativos» y como caso concreto mencionó la aparición de autos de motor eléctrico, es decir, que no requieren de un motor de combustión interna que funciona en base a combustibles fósiles. «Las grandes compañías automotrices están todas trabajando en motores eléctricos desde hace varios años, y yo creo que en unos años van a ser moneda corriente».
Pero, reiteró Viglizzo, aún cuando estas medidas se popularicen y se cree una concienciación generalizada, «con estas acciones no vamos a parar este cambio climático aunque si podemos amortiguar mucho la gravedad del proceso».

 

Una realidad.
A pesar de que aún existen negacionistas, entre ellos el propio presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para Viglizzo el Cambio Climático «ya es una realidad» que no se puede soslayar. Tampoco hay que caer, aclaró, en ninguna de las posiciones extremas que polarizan el debate: por un lado, los negacionistas y por el otro, los que dicen «que hay una catástrofe que puede ocurrir mañana», ya que ninguna de las dos es válida.
Los impactos negativos del Cambio Climático se hacen sentir en diferentes escenarios y con distintas intensidades, explicó Viglizzo.
En los aspectos productivos, en la agricultura se ha detectado que «este aumento de la temperatura media del planeta, si bien va expandiendo la frontera agropecuaria hacia los polos, también produce una disminución en el rendimiento de los cultivos». Esto porque al acortar su ciclo biológico, la planta «no tiene tanto tiempo de formar todo el grano o la misma biomasa que lo hace bajo climas normales».
Con la ganadería ocurre un fenómeno de retroalimentación. La suba de las temperaturas favorece las infecciones digestivas en los rumiantes afectando la microfauna del rumen. Esto provoca una mayor emisión de metano por parte de los rodeos ganaderos, que acelera el efecto invernadero. «Es decir, tenemos interacciones bastante complejas».
«También vemos que hay plagas de insectos, de malezas, de hongos, se están desplazando a regiones donde antes no estaban. Lo mismo pasa con la salud humana. Hace 20 años era impensable que el Chagas estaría en la frontera de La Pampa. Era un problema brasileño, o de regiones tropicales, y ahora a raíz del Cambio Climático se ha ido desplazando hacia latitudes más altas, lo mismo que el dengue».

 

«El hombre tiene mucho que ver»
Viglizzo comentó que numerosos estudios científicos, de las más variadas disciplinas, muestran que los ciclos de calentamiento general del planeta han ocurrido en forma cíclica en los últimos 800.000 años por lo menos.
La diferencia con el proceso actual es que ahora hay un actor, la Humanidad, que antes no estaba y que tiene la capacidad de influir en su dinámica.
«El hombre tiene mucho que ver con las concentraciones de anhídrido carbónico en la atmósfera, debido justamente a la enorme quema de combustibles fósiles que ha ocurrido en el planeta, principalmente a partir de la Revolución Industrial», sostuvo.
Poniendo como una fecha tentativa el año 1.800 -la Revolución Industrial empezó unas décadas antes pero para esa fecha ya estaba plenamente en marcha-, «a partir de ese momento empiezan a crecer las densidades de anhídrido carbónico en la atmósfera y eso estaría explicando en gran medida el calentamiento global que estamos viviendo».
El parámetro que muestra el impacto humano en el proceso es la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, un fenómeno asociado directamente a aumento de las temperaturas globales. «En los anteriores períodos de calentamiento global, las concentraciones de anhídrido carbónico nunca superaron las 300 partes por millón, mientras que en el último período y a partir de la Revolución Industrial, en el año 2.000 pasamos las 420 partes por millón, que es muchísimo», advirtió.
«De 300 ppm que fue el máximo histórico a 420 que estamos ahora… ya nadie duda que el hombre tiene que ver con todo esto», reflexionó.

 

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