Martes 23 de abril 2024

Agrede a México pero también a Irán, China y Europa

Redacción 04/02/2017 - 00.56.hs

Emilio Marín - El presidente norteamericano ha ofendido gravemente a su vecino, México. No es su única pelea. También viene agrediendo, con gestos y palabras, a Irán, China y Europa, además de inmigrantes, musulmanes, mujeres y un largo etcétera.
Donald Trump puede fracasar en su gobierno de cuatro años. El pronóstico no deviene de valorar como muy negativa su política, puesto que muchísimos presidentes de otros países han tenido administraciones muy negativas y no obstante han terminado sus mandatos. La duda sobre el final del magnate ultra derechista radica en que está desafiando ciertas leyes políticas que no conviene violar: por ejemplo, no abrir muchos frentes de beligerancia al mismo tiempo. Cuando eso ocurre en la guerra, por ejemplo, ese error se paga con la derrota, como Hitler en la II Guerra Mundial.
Entre el arte de la guerra y la política hay muchos vasos comunicantes, incluso Mao Tsé tung definió a la primera como la política llevada adelante con armas, pero también hay diferencias. Y por ahora Trump ha usado mucho el Twitter, el teléfono, órdenes ejecutivas y declaraciones altisonantes, pero no ha disparado un tiro. Perdón, sí ordenó bombardeos en Yemen con 57 muertos, varios de los cuales eran civiles.
Queda entonces un margen de duda sobre si efectivamente abrirá frentes de beligerancia política, al borde de la marinería y los bombardeos, contra todos los que hoy reciben sus descargas mediáticas. Si es así, vale el pronóstico del inicio.
No se insistirá sobre sus agresiones contra México porque fue tema de la nota anterior (LA ARENA, 2/2). Se puede agregar que tras la conversación telefónica entre Trump y Enrique Peña Nieto, el 27 de enero, hubo algunas transcripciones de ese diálogo, de dos fuentes periodísticas diferentes, donde el primero amenazaba al segundo: como su ejército estaba con miedo para enfrentar a las "malas personas", él podía mandar a sus tropas allí.
No es sólo el maltrato al vecino como supuesta cuna de delincuentes, la ofensa de que EE UU construirá unilateralmente un muro fronterizo y se lo hará pagar, y la renegociación por cuenta propia del tratado de libre comercio del NAFTA, sino que también hay amenazas de movilizar tropas a la frontera.
Por eso se afirmaba en la nota citada que México iba a necesitar una política nacional, para hacer frente a aquella agresividad. Peña Nieto, su canciller Luis Videgaray y el magnate Carlos Slim siempre fueron apéndices del imperio.

 

Contra Irán
La nueva administración suspendió por 90 días las entradas de refugiados de cualquier origen y por 120 la entrada de ciudadanos de Siria, Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Yemen e Irán. Ese gesto xenófobo e ilegal despertó mucha oposición, incluso en algunos funcionarios, por lo que el magnate echó a la Fiscal General interina Sally Yates.
Al poner como sospechosos de terrorismo a esas nacionalidades, Trump mataba "dos pájaros de un tiro": unía al frente interno agitando el cuco del terrorismo yihadista, bien alimentado por la administración anterior en Siria, y galvanizar también a la sociedad que piensa que buena parte de sus pesares económicos se deben a que "los de afuera" les quita empleos.
Esos decretos del área de Seguridad Interior lo malquistaron con gran parte del mundo, y no sólo con los 7 países enumerados. Hubo críticas del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, del jordano Zeid Raad Al Hussein de la Comisión de Derechos Humanos con sede en Ginebra y de la mayoría de gobernantes europeos que como Angela Merkel ya venían con diferencias con la Casa Blanca.
Irán respondió de inmediato al decreto antiinmigrantes. Como Trump no permitía ingresar a sus ciudadanos iraníes, el presidente Hassan Rohani tampoco dejará que estadounidenses entren a Irán, con algunas excepciones legales y humanitarias.
Del lote sancionado Irán es el blanco más apetecible para el imperio, en sintonía fina con los planes guerreristas del israelí Benjamin Netanyahu. Los persas olfatearon ese grave riesgo y prosiguieron sus planes de defensa nacional, que incluyen la experimentación con algunos misiles.
Frente a la retórica agresiva de quien hablaba de revisar los acuerdos firmados con Teherán en julio de 2015, tras las negociaciones de Irán con el G5+1 (Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania), era lógico que Rohani y el ayatolá Alí Khamenei tomaran sus recaudos.
El 29 de enero pasado la polémica se encendió aún más porque Irán ensayó con un misil. La representante norteamericana ante el Consejo de Seguridad, Nikki Haley, denunció que eso suponía una grave violación a los acuerdos de 2015 y a la resolución 2231 de la ONU.
El canciller iraní Mohamed Yawad Zarif y el ministro de Defensa, general Hosein Dehghan,aseguraron que la prueba del misil "no está en contradicción con el acuerdo nuclear ni con la resolución de la ONU pues se enmarca en la continuación del programa defensivo". Ellosrecordaron que la resolución 2231 pidió no llevar a cabo ninguna actividad vinculada a misiles balísticos capaces de transportar una cabeza nuclear. Y que su programa no está concebido para llevar esas armas.
A contramano de la denuncia estadounidense, tanto Rusia como la Unión Europea consideraron que la prueba misilística iraní no violaba los acuerdos de 2015. Trump tuiteó que Irán ya ha sido advertido, como dejando asentado una denuncia para justificar una medida punitiva posterior. Y volvió a lamentarse de los acuerdos firmados con Teherán por Barack Obama y los otros cinco países. Según el magnate, Irán estaba a punto de caer en 2015 cuando se firmó ese "desastroso arreglo" por el cual los persas se beneficiaron con 150.000 millones de dólares, al serle levantadas las sanciones.
En ese conflicto Trump cuenta con el apoyo explícito de Israel, que no es precisamente un promotor de la paz regional; y el país islámico tiene el aval de Rusia y China, y cierto compromiso de la Unión Europea. Si el magnate llegara a las vías de hecho tendríaprobablemente más frentes de tormenta que los de George W. Bush cuando en marzo de 2003 invadió Irak, con el agregado que Irán es más fuerte que aquél, con un gobierno más apoyado por su población, con mejores recursos defensivos y más aliados de peso.

 

Tira contra China
Trump no sólo trata como enemigos a países que están en sus antípodas políticas como Irán. También viene lesionando a viejos aliados suyos como México y Canadá, y al gobierno de Australia, a cuyo presidente le cortó la comunicación telefónica ante el reclamo de que cumpla el acuerdo de Obama de recibir 1.150 refugiados. La Unión Europea no se salvó de sus mandobles, puesto que cuestionó el euro, al que pronosticó una pronta desaparición; su modelo de unión política, alentando el Brexit, y hasta sus módicas cuotas de recepción de refugiados, reñidas con su brutal xenofobia. El magnate nominó a un representante ante la UE afín a su modelo y el organismo dijo que lo rechazará.
De todas maneras, a China no hay quien le gane en la lista de enemigos políticos y comercialesde Trump. Ya en campaña hizo de todo para marcarlo como blanco predilecto. La acusó de "inventar" el problema del cambio climático, como "cuento chino" para perjudicar a la industria norteamericana; de mantener subvaluado al yuan para favorecer las exportaciones al resto del mundo; de creer suyas algunas islas del mar del Sur de China, etc. Y encima pateó el tablero de "una sola China".
Ese discurso contacta con la mentira y demagogia de que Beijing destruye los puestos de trabajo norteamericanos y con la antigua y delirante xenofobia del "peligro de invasión amarilla" para la supuesta perfecta raza americana.
Pero más allá de esos detalles de color, lo de fondo es que Trump vino a parar lo que parece imparable: que la economía china desplace a la norteamericana del primer lugar mundial. Quiere hacerlo por las buenas, las malas o las peores también, parafraseando al revés al "Cielo del 69"de Los Olimareños.
Lo notable es que algunas decisiones suyas han favorecido a China, como su salida del AcuerdoTras Pacífico (TPP). Se retiró dejando en banda a la docena de países que había organizado Obama justamente con el objetivo de cercar y aislar a China.
Beijing, previsora, ya venía trabajando un acuerdo propio con algunas de naciones del Asia Pacífico, más el Banco Mundial, Alemania y Gran Bretaña. Y ahora el portazo de Trump en el TPP empuja a los brazos chinos a Australia, Nueva Zelanda, Vietnam, Singapur, Malasia, Filipinas, México, Chile, Perú y Colombia.
Ironizando con esta sumatoria de posibles aliados, Marcelo Cantelmi ironizó en Clarín (27/1): "las bromas que circulan sobre Donald Trump son que el flamante presidente de EE.UU. es, en verdad, un agente encubierto chino. Beijing lo habría implantando allí como una célula dormida para alcanzar su actual posición y desde ella acelerar y consolidar el dominio comercial global de la potencia asiática".
Trump no es un agente chino, pero sus dislates favorecen al país socialista. Xi jinping no es un pelele como Peña Nieto, sus misiles no tienen los límites aceptados por los iraníes, el yuan es una moneda internacional y Tiananmen tiene una cultura de siglos. Si el magnate va en son de paz, los chinos le hablarán con citas de Confucio, pero si bate el parche de la guerra le mostrarán los dientes y que son discípulos de Sun Tsu.

 

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