Lunes 15 de abril 2024

"Amigos son los amigos", de Macri, no del país

Redacción 20/05/2018 - 01.50.hs

En la antesala de otro aniversario del primer gobierno patrio, es menester saber quiénes son los amigos y quiénes no de la Argentina. Los valores tan poco nacionales del macrismo tergiversan nuestra historia.
EMILIO MARÍN - Ya se sabía que Mauricio Macri no sabe de historia, valga la redundancia. Algunas notas de color así lo demuestran, como el archivo de TV donde confunde el día de la Bandera con el 9 de julio.
Igual, cuando en el Bicentenario de la Independencia, en Tucumán, dijo frente al rey jubilado borbón que seguramente los patriotas de aquel 1816 tendrían mucha angustia al luchar contra España. San Martín, que había instado a esa declaración de los congresistas, manifestaba en 1819 "Seamos libres, lo demás no importa nada". Allí no había angustia sino patriotismo.
Y en estas dos semanas de mal llamada "turbulencia" a raíz del dólar, hubo más actualidad sobre la confusión presidencial respecto a quiénes son los amigos de Argentina.
Primero al agradecer a su gran amigo, Donald Trump, las expresiones de apoyo que tuiteó: "Macri está haciendo un gran trabajo en la Argentina". No hay muchas personas en el mundo que crean que lo que diga Trump deba ser tomado como verdad. Es más bien al revés. Si el magnate neonazi dice que algo es maravilloso, lo más probable es que sea espantoso.
Esa danza de lobos, entre los titulares de la Casa Blanca y la Rosada, era una coreografía de tres, porque entraba el FMI. El directorio de la entidad, mediante comunicado firmado por Christine Lagarde, oficializó el inicio del diálogo para tratar el auxilio financiero pedido por Argentina. El vocero del Fondo, Gerry Rice, había adelantado esa información. Lagarde pidió al directorio un tratamiento rápido de este caso, lo que fue agradecido por MM desde Olivos, con declaraciones de amor hacia un organismo financiero de pésima reputación en Argentina y el mundo.
Si Trump y la directora gerente elogian el modelo macrista, y son correspondidos con agradecimientos de Macri, eso no debe ser visto como triángulo del amor. Más bien puede ser el triángulo de las Bermudas, donde aviones, naves y personas tienden a desaparecer.
En esos intercambios menudearon las mentiras. Al menos tres. Mentira número 1, que el Fondo y Argentina son viejos amigos. Falso. Por algo es la primera tramitación de crédito en quince años. Mentira número 2, de Macri, que hay un "nuevo" Fondo con sensibilidad social y que no exige ajustes. Falso, los últimos programas firmados con España y Grecia fueron, fieles a su ADN, para el sufrimiento de esos pueblos. Y mentira número 3, del Fondo, que el crédito futuro apunta a que "se encauce la deuda pública por una firme trayectoria descendiente; y, fundamentalmente, la protección de los estratos sociales más vulnerables durante esta transición. Estos objetivos cuentan con nuestro pleno respaldo". Falso. Ni Macri, ni Lagarde ni Trump tienen esos objetivos sino un mayor endeudamiento argentino y mayor ajuste para los que menos tienen.

 

"Turbulencias".

 

La sarta de mentiras, cocinada en Olivos y amplificadas por los medios y economistas amigos, calificó de mera "turbulencia" lo ocurrido con el dólar en las últimas semanas, cuando pasó de 18 a 25 pesos, aumentando 38 por ciento.
Antes de poder calificar ese suceso, conviene en pocas palabras estimar sus consecuencias. Por ejemplo, el gran negocio de los sectores que tienen sus ingresos, depósitos u offshore dolarizados, funcionarios incluidos. Otra consecuencia casi directa, que por ahora sólo se demorará un par de meses en materia de combustible tras gestión del ministro Aranguren con sus colegas amigos de petroleras amigas, es el impacto en los precios y consiguiente inflación.
Si la marca de abril fue del 2.7 por ciento, casi el 10 en lo que va del año, eso pulverizó la falsa meta oficialista del 15 por ciento para todo el año. Eso fue determinado ante todo por los aumentos de tarifas, pero en mayo se aguarda un índice inflacionario similar, quizás de algunas décimas menos, y ese será una consecuencia determinada por el traspaso a precios de la devaluación.
Si el martes 15 el Banco Central logró renovar el total de Lebac que vencían, lo hizo pactando una tasa de interés del 40 por ciento. Eso no es solución sino un parche o postergar otro mes la angustia general por la posible salida de esos inversionistas, que podrían volver al dólar y disparar su alza.
Se ha sabido que entre esos inversionistas, por llamarlos elegantemente en vez de "fondos buitres", tal su verdadera denominación, estaban los controlantes de Blackrock, adquirentes de títulos Bote. ¿Qué nuevos negocios estarán anudando Luis Caputo y su jefe Macri, viejos conocidos de Larry Fink, CEO de ese fondo tan poco transparente, colega de Paul Singer y Elliot Management?
Que la "turbulencia" llevara al gobierno, y particularmente a Federico Sturzenegger, a elevar las tasas al 40 por ciento mencionado, ha significado otro certificado de recesión, que ya viene de antes pero ahora continuará. Es que no sólo las Pymes sino incluso empresas grandes representadas por la UIA no pueden producir con márgenes de ganancia superiores a aquel premio a la especulación financiera.
Y en consecuencia, sigue la ola de despidos, suspensiones y hasta cierres de empresas, en el caso de las Pymes acentuados por los tarifazos de gas y luz. Esta es la dolorosa realidad, por más que Francisco Cabrera, ministro de la Producción, haya declarado que "no hay una sola pyme que haya cerrado por tarifas". Otra vez la negación de la verdad. Se le puede creer a ese ministro Pinocho o bien a Apyme, la cámara respectiva, que informa de 7.500 cierres de firmas pequeñas en los dos años y medio del actual gobierno.
El cronista le cree a Apyme. La realidad es que sus asociados no pueden financiarse a tasas usureras, no pueden afrontar las tarifas dolarizadas y no tienen mercado por la caída del consumo.
Incluso fábricas que visitaron Macri y María Eugenia Vidal al comienzo de su gestión, prometiendo una nueva era, como la avícola Cresta Roja, fue noticia por la brutal represión de Gendarmería el miércoles 16. El personal acampaba en la puerta del establecimiento donde la patronal y el ministro Jorge Triaca pretenden que sólo queden 225 empleados, luego incorporar otra pequeña tanda y que 850 sean despedidos.

 

El sol del 25.

 

Las falacias presidenciales fueron reiteradas esta semana, en total coincidencia con sus amigos Trump y Lagarde, en el sentido que el principal problema que tendría el país sería el déficit fiscal. La receta, luego de ese falso diagnóstico, la han sufrido los argentinos a lo largo de la historia: ajuste del gasto público, congelamiento salarial y regresión previsional, cortes de partidas sociales y subsidios, privatización de empresas y regresión impositiva, o sea que paguen menos los que más tienen.
Ese es el meollo del debate: definir cuál es la contradicción principal. La fijada por Macri es la mencionada y el método para abordarla es tomarse fuerte de la mano del FMI, más bien sujetarse, y atraer a ese juego a los gobernadores del PJ, para asociarlos al mejor equipo de la dependencia de los últimos cincuenta años.
Como su ignorancia histórica es supina, ese team no tuvo mejor idea que nombrar como "Gran Acuerdo Nacional" a ese proyecto de juntada variopinta con carnada apuntada al peronismo, reiterando la maniobra del general Lanusse.
Entre los gobernadores y legisladores del PJ hay varios que ya tienen tragado el anzuelo o a medio ensartarse. Pero también hay muchos que no van a morderlo; algunos por voluntad patriótica y otros por cálculos electorales. Consideran que estando cerca el 2019 tienen más posibilidades políticas si atienden a las encuestas que marcan el descenso de la imagen positiva de Macri.
Y otros, como Hugo Moyano, que no son muy patriotas que digamos ni van a ser candidatos, son peces empujados a las aguas profundas por la persecución judicial del gobierno, la justicia y la AFIP que esta semana le allanaron el sindicato de Camioneros por supuestos delitos.
Se discutirá si el pasaje de Moyano a la oposición empezó antes o después de la persecución macrista. Lo cierto es que el camionero, desde que jugó la ficha de la movilización unificada del 21F y ahora está apostando a un paro general, ha dejado atrás sus tiempos de enemistad con Cristina Fernández y de piropos a Macri como el que más escuchaba a los trabajadores.
Esa oposición, no tanto la política sino sobre todo la de raigambre sindical, piensa en ese paro a corto o mediano plazo y en movilizar hacia plaza de Mayo el próximo 25.
¿Sabrá Macri qué se conmemora el 25 de mayo? Eso se enseña desde el jardín de infantes y hasta los nenes bien del Cardenal Newman deben saberlo. Más difícil es conjeturar qué habría votado el ingeniero de haber estado en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810. ¿Por la continuidad del virrey o por el gobierno patrio? Un enigma, pero probablemente por Baltasar Cisneros. Ese día votaron por la destitución del virrey 162 vecinos y 64 por su continuidad. Con MM habrían sido 65 y perdían igual.
El sol del 25 viene asomando, pero a Macri no lo calienta. Él, como Cisneros, no cree que la contradicción principal sea con la dependencia y los monopolios.

 

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