Lunes 22 de abril 2024

Británicos ausentes en debate por Malvinas en Comité de Descolonización

Redacción 22/06/2013 - 03.47.hs

EMILIO MARÍN
Héctor Timerman estuvo en Nueva York y volvió a cuestionar la actitud de Londres en la cuestión Malvinas. Muchos países se solidarizaron con ese reclamo argentino. Faltarían medidas contra empresas británicas para que los gobernantes ingleses negocien.
Como todos los años, comenzó a sesionar el Comité de Descolonización de la ONU, ámbito donde se trata el conflicto entre Argentina y el Reino Unido por las islas Malvinas.
El año pasado, cuando se cumplían 30 años de la breve guerra, la delegación argentina estuvo encabezada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Fue la primera vez que una presidenta acudió a reuniones del subcomité, por importante que es el mencionado. En general los jefes de Estado se reservan para participar y se anotan en extensas listas de oradores de la Asamblea General de la ONU, pero no en los organismos de menor nivel.
Para Argentina la cuestión Malvinas es extraordinariamente importante y por eso estuvo allí la mandataria. Este año la delegación fue presidida por el canciller Héctor Timerman, acompañado no solamente por legisladores o dirigentes del oficialismo, sino también de la oposición, buscando mostrar un frente unido en este tema de Estado.
Las imágenes de la televisión mostraban detrás de Timerman a los gobernadores Antonio Bonfatti (Santa Fe) y Maurice Closs (Misiones). También estuvo Fabiana Ríos (Tierra del Fuego). La representación de legisladores fue variada, excepto por la ausencia de la Unión Cívica Radical, pues acudieron los senadores Marina Riofrio (FpV, San Juan), Osvaldo López (ARI, Tierra del Fuego) y Rubén Giustiniani (Partido Socialista, Santa Fe), los diputados Guillermo Carmona (FpV), Carlos Heller (FpV) y Juan Carlos Zabalza (Partido Socialista). Hasta el PRO dijo presente por medio de Pablo Tonelli, no se sabe si para apoyar o espiar...
La contraparte británica, en cambio, ni siquiera escuchó la intervención de Timerman, quien lo hizo notar hábilmente, al preguntar al presidente del Comité si aquél estaba presente. Tuvo una respuesta negativa.
El orador argentino aprovechó esa circunstancia concreta para recalcar que Argentina quiere el diálogo, en consonancia con lo que la ONU viene reclamando desde 1965, y que los ingleses no. "El fin del diferendo está secuestrado en Londres", cuestionó Timerman, poniendo negro sobre blanco quién apuesta a la paz y quién no.

 

Apenas los kelpers...
El jefe de gobierno británico David Cameron brilló por su ausencia en el Comité, lo mismo que el canciller William Hague. Ni siquiera el representante inglés ante la ONU se dignó a comparecer y escuchar lo que Timerman tenía para decir.
La táctica del viejo imperio es dar un paso al costado y poner al frente a los kelpers, ciudadanos británicos -condición que alcanzaron luego de la guerra de 1982-, los que en abril pasado realizaron un referendo. Por una amplísima mayoría se pronunciaron como era previsible: quieren seguir siendo británicos. Eso sí, con un alto PBI per cápita, gracias a los ingresos por licencias de pesca y de explotación de áreas petroleras, o sea apropiándose de los recursos argentinos.
En la ONU, si bien se permite que los kelpers usen la palabra, no se acuerda con el criterio británico de que el diferendo tiene tres actores: argentinos, británicos y kelpers. Tampoco se acepta el punto de vista londinense de que se debe aplicar la doctrina de la libre autodeterminación de la población isleña. Se mantiene a Malvinas como un caso típico de dominio colonial; como un despojo a una nación, la Argentina, que tiene derecho a su integridad territorial.
La intervención del titular del Palacio San Martín, como dos semanas antes en la 43º reunión de la OEA en Guatemala, puso cifras a lo que está en juego. Son 3 millones de kilómetros cuadrados, contando islas, mar adyacente y proyección antártica; es el equivalente a 12 veces el territorio británico; hay inmensos valores en recursos naturales (pesca, petróleo, agua potable, etc).

 

Unos solos, otros muy acompañados.
En la reunión de ayer en Nueva York se volvió a plasmar el alineamiento de fuerzas favorable a Argentina. Es que la gran mayoría de los 29 países allí representados pidió la reanudación de los diálogos que Londres no desea, y reafirmó los derechos argentinos sobre la soberanía en disputa.
Bolivia, Chile, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela presentaron un texto, finalmente aprobado, que abogó por un entendimiento pacífico, justo y duradero de la controversia entre Buenos Aires y Londres. El año pasado esas mismas naciones habían instando a una resolución similar, también aprobada. El documento de ayer ratificó el pedido al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, para que en una misión de "buena voluntad" ayude a cumplir el diálogo de paz solicitado por la Asamblea General.
Fuera de los kelpers, que no tienen derecho a voz, otros países no pidieron la palabra para ayudar a Londres a salir de su soledad. Al menos en Guatemala, en la cita de cancilleres de la OEA, el representante de Canadá, miembro de la Comunidad Británica de Naciones, se había abstenido de votar la resolución malvinera.
Ese aislamiento del Reino Unido no obedece sólo a su colonialismo en relación a las islas del Atlántico Sur. El Comité de Descolonización trata también los casos de Anguila, Bermuda, Islas Caimán, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Británicas, Monserrat, Santa Elena, Gibraltar y Pitcairn, todos bajo control del Reino Unido, como las Malvinas.
Otros expedientes de doloroso colonialismo son los de Islas Vírgenes, Guam y Samoa Americana (las tres dependientes de Estados Unidos), Nueva Caledonia (de Francia), Tokelau (de Nueva Zelandia) y Sahara Occidental (ocupada por Marruecos).
Otro asunto muy sentido para los latinoamericanos y caribeños es el de Puerto Rico, una suerte de colonia bajo dominación norteamericana.
Se entiende entonces por qué Cameron y Hague no van al Comité. La suya es la potencia más acusada de continuar con prácticas de colonialismo en pleno siglo XXI.

 

"Viva América menos dos".
La inolvidable Mercedes Sosa popularizó eso de "Viva Tucumán, menos uno", en referencia al genocida Antonio D. Bussi. Parafraseándola se podría decir "Viva América menos dos". Uno es el mencionado Canadá, de la Commonwealth, que avisó de su filiación pro británica. El otro es EE UU, que mantiene una sólida alianza política-económica-militar con el Reino Unido, como se comprobó durante la contienda de 1982 y que con matices se mantiene hasta hoy.
Este es uno de los puntos que no registra correctamente la cancillería argentina, que supone mal que el Departamento de Estado de John Kerry, y antes Hillary Clinton, es "neutral". Error. El imperio es socio de primer orden de la "vieja raposa" anglosajona.
Argentina cuenta con el sólido apoyo de los 33 representantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), quienes en Nueva York hicieron conocer su apoyo a Buenos Aires. Oscar León, el representante permanente alterno de Cuba ante la ONU, país que ocupa la presidencia pro-témpore de la Celac, leyó la declaración de esta comunidad, aprobada en enero pasado y reiterada en la ocasión. León aseguró que "la usurpación de los territorios no solamente ofende a Argentina sino a toda la región (América Latina y el Caribe), pues reconoce la causa de las Malvinas como propia".

 

Faltan medidas económicas.
Los avales políticos que reúne Argentina son numerosos y calificados.
Sin embargo, los sucesivos gobiernos británicos, desde 1965 y aún antes, no se mueven ni un milímetro de su intransigencia. Incluso la saga de primeros ministros, desde la guerra, o sea desde Margaret Thatcher hasta Cameron, pasando por John Major, Tony Blair, Gordon Brown, etc, se abroqueló en una posición aún más beligerante. Dicen que las Falklands (Malvinas) son inglesas y que eso no se negocia .
¿Cómo proceder para remover semejante obstáculo, fuera de una contienda bélica o con cañonazos que nadie quiere, por razones obvias?
El interrogante abre una respuesta positiva, pacífica, pero no menos confrontativa con el imperio ocupante de Malvinas: se pueden adoptar medidas sancionatorias contra empresas británicas en el continente.
Hay una lógica difícil de refutar: ¿por qué se permite que la Pan American Energy (PAE), propiedad mayoritaria de la British Petroleum, haga negocios Cerro Dragón (Chubut-Santa Cruz) y en cambio se sanciona a las petroleras Desiré y otras que exploran ilegalmente off shore en Malvinas? ¿Por qué no aplicar sanciones contra PAE también, para obligar a Londres a sentarse a negociar?
El comercio argentino con el Reino Unido es elevado. Su embajador John Freeman estimó que en 2012 alcanzó los 2.135 millones de dólares. ¿Por qué un comercio normal con un enemigo que amputa al país?
Entre las multinacionales británicas están la petrolera PAE y la anglo-holandesa Shell, el banco HSBC acusado de lavado de dinero, los laboratorios Glaxo Smithkline, la tabacalera Nobleza Piccardo, la empresa de productos de limpieza Unilever, etc.
Si se cierran temporalmente las canillas de negocios a estas firmas, provocándoles pérdidas en un tiempo de crisis económica europea, pueden abrirse mejores posibilidades para que opere la diplomacia argentina y la Celac.

 


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