Miércoles 04 de junio 2025

Burradas de aquí y de todas partes

Redacción 23/09/2009 - 02.03.hs

SEÑOR DIRECTOR:
En un libro aparecido en Montevideo, que recoge reportajes a José Mujica, actual candidato a presidente por el oficialismo (para suceder a Tabaré Vázquez), se puede leer que dijo que el enfrentamiento por el tema de las retenciones fue "una burrada de los argentinos".
"Burro el gobierno y burro el campo. Burros todos" porque hacen que el país "se despedace al pedo".
La referencia a las burradas se aplicó a un tema puntual y puede haber sido una manera de expresar la decepción de alguien que lamenta ver cómo llegamos a plantear batallas "finales", de las que, luego, no se sale sin daño. Los orientales suelen mostrarse ambivalentes con respecto a nosotros, los occidentales, cosa que debe entenderse como efecto de ser, como somos, hermanos separados por circunstancias históricas. Algunas de tales circunstancias nos llevaron a librar verdaderas guerras, sobre todo en los tiempos de Artigas y de las largas, espesas y quizás absurdas guerras civiles (¿otra"burrada", diría Mujica?). Recordemos que la voz burrada se aplica, en lenguaje coloquial, al dicho o hecho necio o brutal, siendo necio lo imprudente o falto de razón. No puedo ir más lejos en la explicación de dichos de Mujica, pero prefiero entender que la suya fue de esas expresiones que dicta la impaciencia cuando se asiste a un choque de facciones o de sectores que pudo y debió resolverse en función del interés general. La Argentina no llegó a partirse o despedazarse, pero por ese conflicto actualizó heridas viejas y facilitó reagrupamientos oportunistas. Al repetirse ahora el enfrentamiento con motivo de la ley de medios de comunicación, se va viendo una mejor disposición y mayor flexibilidad. O sea, algo que ya no sería tanto una cosa de burros. Otras expresiones de Mujica que aparecen en el libro "Pepe. Coloquios", de Alfredo García, tales como patoteros, nabos, mafiosos y ladrones, aplicadas por Pepe Mujica a argentinos, se deberían a una característica nada plausible del oriental, con la salvedad de que no es más amable cuando habla de sus compatriotas.
En Estados Unidos, el ex presidente Carter (James Earl "Jimmy", nacido en 1924) ha salido a decir que "la creciente animosidad contra Obama se debe al color de su piel". Esta advertencia se está escuchando con mucha frecuencia en estos días, porque los blancos (republicanos, pero también no pocos demócratas) están dando forma a una ofensiva contra Obama y han tomado como lema el "Usted miente" con que un diputado republicano interrumpió días atrás al presidente, hecho sin precedentes en el congreso de EE.UU. Quienes siguen de cerca el acontecer en la nación imperial, esperaban una reacción del racismo blanco, muy arraigado en esa sociedad, contra el primer presidente de color. Al principio esos racistas habían quedado como apabullados por la actitud de blancos ilustres (como Ted Kennedy y la familia del ex presidente John F., ambos de ese clan blanco insospechable, y como Carter, que viene de una región caracterizada por su rancio tradicionalismo): estos blancos dieron la bienvenida al negro y posibilitaron su candidatura y su triunfo electoral, pero todos saben que la masa de los votos vino de mayorías negras, latinas y otros grupos raciales de esa nación. Oponerse a Obama por tradicionalismo y por odio racial, ¿no es también una burrada?
El cuestionado vicepresidente Cobos (otra herida que se hizo visible con la crisis rural de 2008) impresiona ahora como que trata de dar un nuevo tono a su discurso al decir que para que la Argentina tenga futuro "alguien tiene que ceder...y ese alguien somos todos". No estaríamos ante otra burrada, pero todo quedaría en rebuzno si el titular del Senado omite entender que también "alguien" tiene que gobernar. Está bien marcarle la cancha a un gobierno en determinadas políticas, pero el sistema rechaza las máquinas de impedir. Estas sí son burradas.
Atentamente:
JOTAVE

 


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