Colorado: otro grito

Reunir un millar de personas sobre los bordes mismo del desierto pampeano-patagónico no es poca cosa, y más cuando la motivación reconocida pasa por encima del límite político de cuatro provincias y apunta a un solo objetivo: la defensa del ambiente, del bienestar común y la apuesta a un futuro con certezas. Sin embargo esa concentración popular sobre el río Colorado se logró con el común denominador de rechazar el embalse de Portezuelo del Viento en las condiciones excluyentes que pretende Mendoza.
Lo notable de este movimiento -acaso el mayor fenómeno político regional en lo que va del año- ha sido su irrupción inesperada y veloz crecimiento, aunando intereses que están por encima de los límites provinciales. Además nuevos reclamos han florecido a su influjo, como en la escuela de Anguil, que con sus veinte de alumnos dio una efectiva clase de participación cívica en un problema ambiental. Ellos se sumaron a las centenas de alumnos que confluyeron desde ambas orillas del río.
Acontecimientos de este tipo seguramente que no son novedad para la sinuosa política cuyana en la materia; sin embargo, a la habitual y esperada concurrencia de políticos y funcionarios provinciales a los actos se sumaron ahora presencias o mensajes claros de tres senadores y dos diputados nacionales de Río Negro y La Pampa que con sus pronunciamientos están ejerciendo algo más que adhesiones ocasionales.
Estas reuniones, sus componentes y las acciones que de ellas se desprenden revalidan su fundamento: en las actuales condiciones la represa de Portezuelo del Viento representa un serio riesgo para el ambiente y el desarrollo de la cuenca. Uno de los participantes rionegrinos antepuso la racionalidad a su militancia política y fue claro en su síntesis: estas cosas ocurren, dijo, "porque confunden política de Estado con política partidaria".