Martes 16 de abril 2024

Constructores de la lengua para expresar lo argentino

Redacción 16/06/2016 - 01.55.hs

Señor Director:
En estos días se ha estado recordando que han pasado treinta años desde la muerte de Jorge Luis Borges.
Ha sido posible leer lo que ahora dicen de él escritores argentinos de distintas generaciones. La nota común que se encuentra es el reconocimiento de que ya Borges no es parte de la discusión en que se vio envuelto durante su vida, menos por razones literarias que políticas, porque su matriz conservadora lo instaló enfrentando el fenómeno del peronismo y porque, cuando la etapa de las dictaduras del plan Cóndor, realizó una visita a Pinochet que algunos creen pesó en la actitud del tribunal Nobel para excluirlo de esta distinción.
Su vida se prolongó lo suficiente para permitirle atemperar su juicio de época. Tal vez lo político no era lo suyo. No pudo dejar de notar cierta continuidad entre ese fenómeno político, los personajes y el Buenos Aires que atrajeran su atención hacia los orilleros y el suburbio, incluyendo lo lumpen, que dio motivo a varios de sus mejores relatos. Borges halló una semejanza profunda entre el Buenos Aires que se prolongaba durante su infancia (y que él hizo mucho por rescatar en sus relatos de cuando retornó a Buenos Aires luego de sus largos años en Ginebra y su estada en España), y el pueblo anglosajón del medioevo al que dedicó mucho de su atención y de su creación literaria. Los hombres siempre se parecen en la respuesta que dan a los desafíos de su tiempo, aun en épocas muy distantes entre sí. La diferencia entre las espadas europeas y los cuchillos criollos no van mucho más allá del largo de la hoja. Contemporáneamente con el tiempo de Borges en Buenos Aires los letristas del tango recogían el mismo relato y lo presentaban como expresión de lo argentino, aunque fuese porteño.
Hay una manera de valorar a los escritores que consiste en destacar su papel como forjadores de la forma de expresar la realidad con sus aportes a la formación de las singularidades de cada lengua. En verdad, una lengua es creación del pueblo en el proceso de su adaptación a un ambiente y, en particular, a su forma de mentar las circunstancias que condicionan su existencia. Esta fragua arde con más calor en los sectores más deprimidos. los cuales están dando la batalla de cada día por hacerse un lugar donde sobrevivir a la penuria. Los letristas de la música de época hacen una primera recolección de los nuevos giros expresivos y el hombre de letras encuentra en ese escenario una forma de expresión que puede contribuir a fijar, insertándola en las estructuras cultas o científicas que están propuestas, mientras otros hombres de la cultura tratan de conservarlas ajenas a las innovaciones que se abren camino desde las entrañas de la sociedad, allí donde se desarrolla la hazaña diaria de la existencia.
Otra contribución que ha dejado Borges, prolongando los trabajos de Sarmiento en el plano de las instituciones y de la educación, consiste en haber traído al lenguaje literario argentino las tradiciones de occidente, para salvar el corte que las circunstancias de la independencia de estas colonias americanas habían provocado. Los relatos de las Mil y una noches, así como las tradiciones y leyendas de los pueblos que poblaron el ámbito mediterráneo y también del ámbito asiático, son parte integrante de la ciudad de los hombres y dan cuenta del proceso de nuestra especie por sobrevivir a un ambiente natural enigmático e indiferente, tanto como a la misma incapacidad humana para evitar que la violencia de sus luchas por el espacio o por las creencias y dogmas terminen en la impotencia o la aniquilación de la especie.
En estos treinta años, Borges ha empezado a quedar distante. Ya no es motivo de discordia y se ha podido avanzar en el reconocimiento del papel que jugó en su propio tiempo y circunstancias. Ahora se lo puede leer para entenderlo y valorarlo en lo que hay de imperecedero en sus relatos y en su poesía.
Atentamente:
Jotavé

 

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